Formalmente se es niño por apenas unos pocos años. Sin embargo, la infancia se lleva a cuestas durante toda la vida. Por eso, no es casual que la reproducción hiperrealista de las sopas Campbell que realizó Andy Wharhol se haya convertido en un ícono del pop art. De chico, la pobreza de su familia lo obligó a conformarse muchas veces con lo único que tenían a mano: agua caliente a la que le agregaban kétchup para preparar una sopa sui generis que engañara un poco al hambre.  Si en la niñez esa sopa extraña fue una expresión de la pobreza familiar, en la adultez la reproducción de las latas de sopa contribuyó a que Andy Warhol hiciera millones.

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Algo similar sucedió con la imagen de Marilyn Monroe. Una foto de la actriz reproducida varias veces sobre diferentes fondos y en distintos colores acrecentó su fortuna y se transformó en ícono. Los orígenes de esta obra también pueden rastrearse en su infancia. A los 8 años padeció una enfermedad grave emparentada con la fiebre reumática. Obligado a guardar reposo, su madre lo entretenía dándole libros para colorear y revistas del mundo de Hollywood. Así desarrollo su costumbre de escribirles a sus artistas preferidos. Entre ellos se contaba a Shirley Temple, la pequeña actriz de rulos dorados. Al poco tiempo recibió una respuesta y una fotografía de la niña estrella que valoró mucho y que conservó siempre. Una rubia de Hollywood fue una ilusión en su niñez y otra, mucho más tarde, una carta ganadora.

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Andy Warhola, quien más tarde cambiaría su apellido por Warhol, nació el 6 de agosto de 1928 en Pittsburgh, Pensilvania, Estados Unidos, hace de esto exactamente 90 años. Murió el 22 de febrero de 1987 en un hospital de Nueva York luego de una operación sencilla y aparentemente sin riesgo. Paradójicamente, había logrado sobrevivir al ataque de la escritora Valerie Solanas, quien le disparó por sentirse utilizada por él.

Hijo de emigrantes eslovacos muy pobres, inició sus estudios de arte en el Instituto Carnegie de Tecnología, entre 1945 y 1949. No fue el creador del pop art, pero sí el representante más famoso de este movimiento inspirado en la cultura de masas y que conoció su máximo esplendor en la décadas del 50 y el 60.  

Dibujante, director de cine y publicista, su carrera comenzó como dibujantes para diversas revistas como Vogue, Haper´s Bazaar, Seventeen y The New Yorker.

Su gran hallazgo fue tomar elementos de la cultura popular y reproducirlos de manera mecánica a través de la serigrafía. De esta forma cuestionaba que el valor de la obra de arte residiera en su carácter único. Los retratos de Marlyn Monroe, Elvis Presley, Elizabeth Taylor y Mao Tse Tung y las imágenes de las latas de sopas Campbell fueron realizados con este procedimiento que multiplicaba las imágenes dándole una estocada al criterio de originalidad y ampliando la posibilidad de acceso a la obra de arte. Para sus realizaciones, además, tomaba imágenes muy reconocibles por la mayoría reivindicando de este modo la cultura de masas.

Esto sucedía en la década del 60, durante la que alcanzó su mayor fama como artista provocador que se animaba a la reproducción mecánica incluso de grandes obras maestras consagradas por los siglos. La repetición fue su marca distintiva.

Fue en esa década que fundó su original estudio de The Factory donde realizó la mayor parte de sus creaciones. Estaba pintado de plateado y sobre sus paredes había papel de alumnio y espejos rotos. Estaba situado en el quinto piso del número 231 de la calle 47  en Midtown, Manhattan, Nueva York. Más tarde fue trasladado al sexto piso del número 33 de Union Square Oeste. Por él desfilaron todo tipo de celebridades y fue el espacio en que se produjeron tanto serigrafías como películas, porque el cine fue otra de las pasiones de Warhol. Se dice que entre 1963 y 1968 realizó más de 600 películas de diferente tipo, desde “películas retrato” a largometrajes. Entre estos se destaca Empire (1964), que consiste en mostrar durante ocho horas el  del Empire State Building de Nueva York.

The Factory no sólo fue el epicentro de la creación del artista, sino también el espacio en que se realizaron las fiestas más recordadas. Excéntrico e inteligente, supo de qué modo llamar la atención y ganar dinero. Desde su peluca rubia que mostraba deliberadamente su carácter de pelo falso a las célebres fiestas, todo contribuyó a sostener el mito del artista extravagante e innovador capaz de desafiar todas las convenciones del arte. Visitaron su taller desde Salvador Dalí a Mick Jagger. Su capacidad para convocar a famosos se cuenta entre uno de los factores de su éxito y es posible decir que con su modo de relacionarse sumando la fama de los otros a la suya creó escuela.

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Alan Pauls señala que uno de los grandes logros artísticos de Marta Minujin es su personaje. De Warhol podría decirse algo parecido. No por casualidad ambos se reunieron en Nueva York y ella se erigió en la reina del pop en la planicie pampeana, mientras “su hermano artístico” como lo llama, lo hizo en Nueva York. En 1985 Minujín le pagó simbólica y artísticamente la deuda externa de América Latina con mazorcas de maíz. De esa performance ha quedado una foto emblemática.

En una nota de 2005, María Gainza reproduce las palabras de Minujin referidas a Wharhol: “Al llegar a New York él ya me conocía a mí porque yo había tirado unos pollos desde un helicóptero y había destruido mi obra en París y eso me había hecho famosa. Entonces llegué ahí y él mismo se presentó: ´Hello Martha, I’m Andy Warhol´. Fue en una inauguración en la galería de Leo Castelli donde yo expuse en el ‘65 el Batacazo, una muestra que fue famosísima porque la cerró la Sociedad Protectora de Animales y todo eso. Warhol vino a la inauguración, se presentó y enseguida nos hicimos amigos.”

“La obra de Warhol la conocí primero en The Factory. Lo llevé a Romero Brest en el ‘67 y a él le pareció rarísimo porque nadie le daba bolilla a nadie. Entrabas al Factory y nadie te hablaba. Estaba cada uno en la suya, trabajando. Los aristócratas haciendo su propia obra, Diva Superstar, todos muy ensimismados, muy creyendo en su propio trabajo. Estaba todo el mundito, me acuerdo de Bianca y Mick Jagger. Lo más genial era que Warhol le sacaba la foto al artistócrata y el artistócrata tenía que hacer la obra. Me acuerdo de Mick Jagger haciendo su propia serigrafía. Los hacía trabajar y después se las vendía a 400 mil dólares. Eso era lo genial de su idea de vivir en arte. Integró a la gente. Por empezar, no eran tanto aristócratas como nuevos ricos que antes compraban Action Painting y pintura francesa y después empezaron a comprar pop y más pop. Y Warhol lo genial que hizo fue entender, como nadie, lo de arte y vida.”

A su capacidad para crear y ganar dinero debería sumársele otra: la de predecir el porvenir. En efecto, fue Warhol quien dijo que, en el futuro todo el mundo tendría sus 15 minutos de fama. Es fácil comprobar que tenía razón. Hoy es más importante ser famoso que la razón por la cual se logra esa fama. Las redes sociales han logrado que casi todo el mundo pueda proyectarse públicamente a través de ellas. Mostrarse y lograr protagonismo de cualquier modo se ha convertido en  un objetivo deseable para muchos. Seguramente, de vivir hoy, Warhol hubiera sabido de qué modo poner las posibilidades ofrece la comunicación a su favor.

Warhol escribió diarios que fueron publicados en español por Anagrama. Además, es el autor de Mi filosofía de A a B y de B a A. (Tusquets)

El artista anotó en una entrada de su diario en 1981: “Donald (Trump) es realmente guapo… es un chico machote. No acordamos nada, pero de todas formas le haré unas pinturas”.  El actual presidente de los Estados Unidos era –y continúa siendo- tan excéntrico como Warhol. Este realizó ocho lienzos encargados por Trump. Pero la relación entre ambos no terminó bien, porque Trump nunca pagó las obras. Hoy están en el Andy Warhol Museum en Pittsburg, el lugar natal del artista.

Si bien la reproducción en serie fue una de las características de su arte, Warhol produjo un objeto de arte único: él mismo. Si su Marilyn en colores y las latas de sopa Campbell se han transformado en emblemas, su personalidad excéntrica que supo hacer orbitar todo un mundo a su alrededor es, sin duda, un elemento fundamental en la valoración y difusión de su obra.