El 10 de enero de 1929 apareció la primera historieta de Tintín y su perro Milú, el fox terrier blanco que fue el inseparable compañero de este joven periodista aventurero. La plataforma de lanzamiento de este personaje fue el suplemento infantil de Le Petit Vingtièm.

Seguramente su creador, el belga Georges Remi, más conocido como Hergé no alcanzó en ese momento ni a sospechar que su personaje se haría famoso en todo el mundo y que lo sobreviviría. Su creador murió en 1983, pero Tintin se mantiene ágil y activo a los 90. Es evidente que la tinta y los colores que le dieron vida al personaje son poderosos antioxidantes con un evidente efecto anti-age, porque Tintin no tiene ni una arruga a pesar de que este personaje fascinó a varias generaciones.

Tintin es periodista. Ha recorrido diversos lugares del mundo: Tibet, Congo, Sidney y América. Su modelo de periodista aventurero responde a una visión un tanto idealizada del periodismo a lo Hemingway. Aunque es un reportero, sus múltiples aventuras le dejan poco tiempo para escribir, actividad que sólo realiza en una oportunidad, aunque no se conoce ese texto ni ninguno de los que se supone que escribió a lo largo de su carrera periodística.

En 2011 Steven Spielberg mezcló las aventuras de los diferentes libros –Hergé publicó 23 con sus aventuras más uno que su muerte dejó inconcluso- y filmó en 3D Las aventuras de Tintin: el secreto del Unicornio. Pero además de ser admirado por el famoso cineasta, entre sus fans se contaron también De Gaulle y Jon Lee Anderson.

Tintin es tan famoso que se han hecho cientos de exposiciones con sus dibujos y muchos de ellos han sido vendidos a precios extraordinarios. Uno de sus originales alcanzó en una subasta un millón y medio de euros.

En importantes museos del mundo, como el George Pompidou, hay exposiciones permanentes de los dibujos de Hergé que tienen a Tintin como protagonista. El dibujante se habría inspirado en su pequeño hermano Paul para crear el personaje del joven y curioso reportero.

En China, el dibujo, sobre todo el referido a las historias de Tintin en el Tíbet, tuvo la entrada prohibida por razones no del todo claras, aunque se supone que tiene que ver con el tratamiento  del Tibet como país independiente.

Sobre el creador de Tintin se han escrito numerosas biografías y ensayos y también se han publicado compilaciones de sus entrevistas. Pero no todas fueron rosas porque también fue acusado de racismo y antisemitismo. Una persona del Congo le inició juicio a la editorial por el supuesto racismo que evidencian las aventuras del personaje allí. Pero aunque el demandante perdió el juicio, los libros fueron prohibidos en algunos países.

Durante los 47 años que lo dibujó su creador, fue traducido a más de 100 idiomas y dialectos como el valón, el tahitiano, el tibetano, el persa, el mongol, el bengalí o el alguerés (que se habla en una región de Cerdeña).

Se dice que a través de las aventuras de Tintin y sus recorridos por el mundo es posible conocer la historia misma del siglo XX.

En una entrevista realizada en 1971, Hervé dijo: “Tintin es una proyección de mí mismo, es el héroe perfecto, como yo quisiera ser. Es todo lo que me esforcé por ser. A lo largo de los años se rodeó de personajes trastornados, gente con trastornos físicos y morales. El Capitán Haddock tiene trastornos, pero se acepta a sí mismo tal como es. Los hermanos Hernández y Fernández (así se llama en España a los hermanos Dupont y Dupont) son idiotas, lo cual yo también suelo ser. Me veo en ellos. Pero en Tintin hay un deseo inconsciente de ser un héroe, lo cual raramente se es en la vida real. Para mí es muy difícil aceptarme, ese fue mi gran problema. Una infancia católica en un colegio católico, ciertos conceptos morales…Todo eso es muy difícil de sobrellevar. Fíjese en la noción de pecado, la que me atormentó hasta no hace mucho tiempo, unos 15 años atrás. Fui boy scout y tenía el compromiso y la fidelidad en alta estima y a aún los tengo. (…) Pasé una crisis y fui a un psiquiatra para reponerme. Fue en ese momento cuando escribí las aventuras de Tintin en el Tibet, donde todo es blanco. Anhelaba la pureza. Sólo soñaba en blanco.”

La vida de Hergé tiene un punto en común con la de Emilio Salgari. Ambos sitúan sus aventuras en lugares lejanos, pero no fueron viajeros, sino más bien empedernidos sedentarios que se documentaban lo suficiente como para que sus personajes se pasearan de manera verosímil por el mundo. Entre 1952 y 1953, Hergé depositó a Tintin en la Luna, aunque el hombre llegaría a ella recién en 1969.

En 2007, cuando se cumplieron 100 años de la muerte de Hergé, Maitena publicó una nota en Página 12. En un párrafo decía: “Siempre me sorprendió cómo Hergé lograba que sus personajes fueran tan expresivos con sólo dos puntitos negros como ojos. Y cómo dibujaba la ropa, y la gracia con la que todos caminan o hablan por teléfono. Pero de todas las virtudes de su dibujo, la que más me conmueve es la ternura, la delicadeza con la que apoya a un héroe como Tintín sobre unos tobillitos finitos como dos chorritos de soda. Y cómo le otorga a un perrito blanco al que dan ganas de comérselo —qué lindo es Milú— la personalidad del perfecto compañero de ruta.”

Aunque la figura de Hergé es controvertida, dado que entre otras cosas se lo ha acusado de colaboracionista durante la Segunda Guerra Mundial, Tintin y su perro parecen haberse independizado de su creador como los hijos, al crecer, se independizan de los padres. Por eso, cuando su creador ya se ha marchado, él sigue dando vueltas por el mundo acompañado por su perro blanco.