“Sorpresa. Porque apenas fallecí mientras dormía, me desperté vivo, me bajé de la cama y ahora estoy aquí, en un garaje cercano a mi casa, en el Porsche rojo de unos amigos de mi hijo, y aquí llegué porque esta es la nueva residencia de mi gato Ely.” Así comienza la novela Sorpresa. Divertimento en el más allá de Achille Mauri (Adriana Hidalgo).  En ella se reencuentran o se encuentran por primera vez un grupo de almas que han abandonado sus cuerpos luego de la muerte y que comparten nada menos que la Eternidad. 

La tan arraigada costumbre de etiquetar para poder guardar los objetos literarios en el cajón correspondiente, choca en este caso con diversos inconvenientes. El primero de ellos es que esta novela quizá no sea en rigor una novela. Está escrita con la forma de una obra teatral reproduciendo con un guión de diálogo las intervenciones de cada de una de la almas que conversan entre sí. El segundo inconveniente que dificulta la clasificación es que no existe o un conflicto o una tensión, un argumento que se vaya desplegando en el transcurso de la lectura. El tercero es extraliterario: Achille Mauri llevó una vida tan rica o vivió tantas vidas dentro la suya, que sus datos biográficos pueden eclipsar su propia creación: fue amigo y primer editor de Umberto Eco. Su padre fue editor y su abuelo, productor teatral de Ionesco. Su hermano, Fabio Mauri, fue un gran artista que despertó el amor de Pier Paolo Pasolini. Valentino Bompiani, el fundador de la mítica editorial homónima, fue su tío. Y si todos estos datos no bastaran para dar cuenta de la singularidad de su vida, se agrega uno más: el propio Achille se encargó de organizar la boda del Sha de Persia con Farah Diba cuando se encontraban  Si, por un lado, esta situación es injusta porque se puede haber vivido una vida maravillosa sin que esto necesariamente produzca literatura, por otro, es imposible soslayar que, para decirlo con  un lugar común, Achille Mauri tuvo una vida “de novela”.

Quizá por esta razón, se incluye con su propio nombre y admite ser él mismo o, más precisamente, su alma, la que tiene un papel protagónico en este divertimento en el más allá. Es que esta novela escrita de manera teatral es también un libro de memorias, las memorias del propio Mauri contada a través de su alma y después de la muerte.

En un español con marcado acento italiano y sin el menor atisbo de solemnidad, él se encarga de explicar por qué eligió escribir sus memorias sin ningún tipo de ortodoxia literaria y con un increíble sentido del humor.

“Mi hermano mayor, artista, era muy religioso. Yo, ya de chico, no estaba de acuerdo con muchas cosas que planteaba la religión como el Paraíso y el Infierno. Recuerdo que una vez, volviendo en auto de Saint Moritz  le pregunté acerca de la frase “los últimos serán los primeros” que me parecía absurda. ¿Cómo  hacía yo para ser un último para poder así tener la posibilidad de ir al Paraíso? Soy bastante viejo y no creo en ningún cuento religioso ni católico, ni hebraico, ni musulmán. Pero sí creo en el alma. Creo que el alma es una biblioteca en la que está nuestra vida, nuestra experiencia. Como almas podemos cruzarnos. Por ejemplo, yo podría vivir su vida o parte de ella y a usted, seguramente, le gustaría vivir la mía o una parte de ella. Si en el más allá no tenemos el sexo entre las piernas que nos limita, si no tenemos clases sociales que nos limitan, si no tenemos economía que también nos limita, si sólo tenemos nuestra alma y estamos acompañados por el alma de los demás, estamos realmente en un biblioteca porque tenemos la posibilidad de vivir diversas vidas a través de las almas que nos acompañan, tanto el alma de una persona famosa como de una persona humilde. Creo que la única posibilidad que tenemos de no aburrirnos tremendamente en la eternidad es poder ser bibliotecas en las que haya pasado, presente y futuro. Una vez en un programa televisivo dije que era posible que nuestras almas se unieran en el más allá para que cada una pudiera vivir la vida de la otra como se lee un libro. El conductor hizo parar la transmisión porque no le pareció bien la idea de que su alma y la mía pudieran unirse en el más allá. Pero yo creo que en ese lugar, vamos ser libres para unirnos y tendremos el tiempo para hacerlo. En este mundo, en cambio, nadie tiene tiempo para nada más. El celular, la computadora, todos esas cosas fueron inventadas para quitarnos tiempo. El entertainment es el nuevo business del mundo. El progreso de un país depende de cuánto gaste en educación y en investigación. La incultura crea el retroceso político como sucede en Italia en este momento. Si el alma existe, es la memoria de cada uno de nosotros en la eternidad.”

Las almas de Sorpresa, “viven” en un garaje dentro de diversos autos, a veces se cuelan en los sobre de las cartas y, en ocasiones, logran viajar a través de un mail.

Entre ellas está el alma de Umberto Eco, quien fuera muy amigo de Achille desde la juventud de ambos. “Eco era un genio –dice Mauri. Juntos hemos hecho la revista de semiología Versus, donde escribió él, Noam Chomsky y otros… Con Umberto teníamos un pacto. A todo lo que yo le pidiera él iba a decir que sí y viceversa ya se tratara de una enciclopedia literaria, una conferencia o lo que fuera. Eso fue fantástico porque tenerlo a Eco a mi disposición fue algo increíble. Es que éramos grandes amigos. Él vivía contando chistes. No le interesaba mucho lo que el otro pensara, sino sus libros, sus búsquedas, sus cosas. De todos los chistes que me contó, que fueron miles, recuerdo uno solo que se refiere a una cigüeña que volaba y volaba y llevaba dentro del pañal en vez de un niño, un viejo flaco. En un determinado momento, cansada, la cigüeña dice: ´creo que nos perdimos´.

Su próximo libro, anuncia Mauri, será sobre congresos. Uno de ellos estará referido a la vejez, otro a la inmigración y un tercero, al amor.

En ese más allá que describe Mauri en Sorpresa, también los animales tienen su propio espacio. “Los animales tienen alma como nosotros –afirma-. Sabemos muy poco de ellos pero sí que los perros y los chanchos son muy inteligentes. Los insectos son extraordinarios. Las hormigas se disponen en una espera para poder cruzar el agua y sobrevivir. Como de esa forma flotan, siempre toman aire. Cuando encuentran un tronco se suben a él para llegar a tierra. Los hormigueros tienen dos aberturas, una para salir y otra para entrar. De modo que las hormigas que llevan comida hacen un camino hacen un camino y las que salen a buscarla, hacen otro. Nosotros tenemos todo que aprender de ellas.”

Cuando se le pregunta si el gato Ely que está incluido en su libro realmente existió o existe, muestra su foto en el celular y cuenta que se fue de su casa a vivir a un garaje porque se peleó con un perro y escapó. “Ahora vive con tres hombres en el garaje y todos lo quieren. Como él no desea volver a casa, soy yo el que va a verlo. Es un gato magnífico, pero no quiere volver y yo no puedo hacer nada al respecto.” Y para confirmar su teoría sobre la existencia del alma animal se remite a su experiencia en Persia, donde trabajó en Fiat. “Conviví –dice- con cuatro ejemplares de lo que aquí se llama carpincho. Son unos roedores enormes con dientes muy grandes. Me despertaban por la mañana acariciándome la cara. Los cazadores habían matado a su madre y yo me los llevé a mi casa.”

En su vida como editor no sólo publicó a Umberto Eco, sino que se dedicó a los libros de arte y publicó la obra  Fontana, de Castellani, de Le Parc. Fue, además, el productor de grandes enciclopedias. Hoy preside el holding editorial Messaggerie Italiane, de la Escuela para Libreros Umberto y Elisabetta Mauri de la Asociazione Fabio Mauri per l´Arte L´Experimento del Mondo. Dice, sin embargo, que no se siente editor, sino distribuidor, una tarea que considera muy importante, lo mismo que la escuela de libreros donde se producen charlas en las que cada librero cuenta sus experiencias, lo que ve, lo que le falta, lo que piensa, aquello que falla en la venta.”

“Poco antes de que naciéramos  mi prima Ginevra Bompiani y yo –cuenta refiriéndose a su historia familiar- las familias Bompiani y la familia Mauri habían hecho un pacto. Si mi madre tenía un varón, sería entregado a la familia Bompiani para que lo criara como a un hijo. Si la madre de mi prima, tenía una niña, sería entregado a los Mauri para que la criaran. El día en que yo nací, comenzó la guerra y el cambio no se produjo por esta razón. Pasaron tres meses y deciden hacer el cambio, pero mi nodriza (ciociara en italiano), que me dio su leche y  abandonada por haber sido violada por los turcos,  les dijo que se iba porque estaba indignada por ese cambio, que no se podía dar así un hijo. Me padre y mi madre creo que se dieron cuenta de que tenía razón y el cambio no se produjo. Alberto Moravia cuenta en su novela La Ciociara, precisamente la historia de mi nodriza. Cada vez que mi abuela cumplía años, la familia recordaba esta historia. Éramos muy chicos cuando mi prima Ginevra y yo nos escapamos de nuestras casas. Llevábamos un pollo para cocinar, leche, chocolate y pan. Para cocinar el pollo prendimos fuego a un árbol de mora Llegaron los bomberos y nos escapamos sin que nos vieran  y prometimos no fumar más, porque en esa época ya fumábamos. La aventura duró unas pocas horas. La única que se dio cuenta de lo que había pasado fue la cocinera porque le faltaba un pollo en la heladera. Nos fuimos porque estábamos ofendidos. Que quisieran intercambiarnos nos parecía tremendo. Cada vez que nos mandaban  de vacaciones a las casas de nuestro tíos, temíamos no regresar a las nuestras. Nuestras familias eran muy cultas, pero hoy esto es un hecho incomprensible.”

Pier Paolo Pasolini fue un personaje importante en la familia Mauri. En 1942 fundó con Fabio Mauri, hermano de Achille, una revista cultural, El cedazo. De ella participaron, entre otros, el poeta  Leonetti y el director de cine Gilo Pontecorvo. “El mentor de esa revista –dice Achille- era Roberto Longhi, quien fue quien redescubrió al Caravaggio. El Caravaggio pone en primer plano el sufrimiento, los pobres, los delitos sociales, muy en concordancia con la visión de Pasolini y de mi hermano. Pasolini estaba enamorado de mi hermano y mi hermana, a su vez, estaba muy enamorada de Pasolini. Cuando Pasolini se fue a Roma le escribió una carta a mi hermana diciéndole que era feliz de ser homosexual y comunista. El mantenía relaciones muy profundas con las personas, incluida mi madre. Con él las relaciones eran intensas o no eran. Mi hermano no correspondió al amor de Pasolini. Tenía su novia y no le gustaban los hombres, pero fueron muy grandes amigos. Cuando a Pasolini  lo acusaron de haber abusado de un chico de 14 años, mi hermana, que estaba tan enamorada de él, declaró que ella había tenido relaciones con Pasolini, que él no era homosexual. Cuando los periodistas le preguntaron si era posible que ella hubiera tenido relaciones con él ,mi hermanol contestó: “Imposible. Mi hermana es virgen”. Ella se enojó muchísimo y dejó de hablarle por varios meses.”

Al concluir la entrevista, Mauri toma unos marcadores que tiene sobre el escritorio y a modo de dedicatoria a la entrevistadora, hace un dibujo en la primera página. Sorpresas, está ilustrado por él. Dice que escribió el libro para poder ilustrarlo, que vive dibujando porque el dibujo es otra de sus grandes pasiones y que sus memorias las escribió en sólo tres semanas trabajando día y noche, porque ya hacía tiempo que las llevaba dentro.