“Para escribir sobre fútbol escriba siempre las palabras sueño, emoción, llanto, alegría, milagro, ilusión, tristeza, sensaciones, corazón, alma, alma y vida, lágrimas, pasión, el mundo River, el pueblo Boca, héroe, heroico, hazaña, villano, orgullo. Cuanto más hiperbólico, mejor. Que no falte la mística, que los aplausos sean ovaciones y que los silbidos sean estruendosos.” Con este texto irónico el periodista  Alejandro Wall, de Tiempo Argentino, ejemplifica cuáles son los lugares comunes que hay que combatir en el campo del periodismo deportivo. El taller que dará en el CCK el viernes 2 de noviembre a las 10 de la mañana en el marco del festival Basado en hechos reales está referido precisamente a la forma en que un hecho deportivo puede transformarse en un hecho de escritura que no sólo eluda los lugares comunes, sino que ponga en juego todos los recursos disponibles para lograr una buena narración capaz de emocionar “sin recurrir a la palabra emoción”.

En esta nota, Wall adelanta cuáles serán los criterios del taller y habla de las particularidades de la crónica deportiva y de las formas de encararla.

-Qué características tendrá el taller que vas a dar en el CCK en el marco de Basado en hechos reales.

-Será un taller en el que a través de crónicas, perfiles y ensayos vamos a abordar el deporte. Es un taller de crónica deportiva al que llamamos Crónicas transpiradas. Si bien los recursos y las herramientas también son válidos para otro tipo de crónica como la policial o la política, la crónica deportiva tiene la particularidad de jugar mucho con la emoción, con la pasión, con los sentimientos que cruzan al propio cronista en relación con la temática sobre la que escribe. Concretamente a lo que nos vamos a dedicar es a ver cómo se puede transmitir pasión sin utilizar la palabra pasión que está tan bastardeada. Durante las tres horas que tendrá el taller vamos a repasar grandes crónicas, vamos a trabajar sobre perfiles y a revisar la cuestión del lugar común que es tan visitado en el periodismo en general y en la crónica deportiva. En el campo del deporte el lugar común alcanza niveles de exceso. A veces pongo en Google una de esas frases hechas que se utilizan  para ver cuántas veces aparece y compruebo que hay miles de apariciones. Una de las cosas que hago en algunos talleres es basarme en una vieja crónica sobre temas de África. Hace tiempo salió una nota en el diario El País acerca de cómo escribir sobre África que lo que hacía era reproducir todos los estigmas que hay alrededor de ese continente como mostrar la imagen de un chico pobre, no distinguir países como si África fuera un solo país. En relación con esto yo juego bastante cuando hablo de cómo escribir sobre fútbol. Por eso con Andrés Burgo armamos un texto irónico que marca los lugares comunes de las que están plagados la mayoría de las narraciones deportivas. En el deporte todo es heroico, todo es histórico y nosotros tratamos de bajar todo esto a la tierra.

-Cuando hablás de crónica te referís a una vertiente del periodismo que en general no tiene mucha cabida en los diarios o a la crónica cotidiana.

-A las dos cosas. Me refiero tanto a lo que en algunos países llaman gran reportaje, que son textos más largos y trabajados, una narrativa que incluye al cronista y a quien escribe y produce la nota en el lugar del hecho y también a la cotidianidad de cubrir un partido. La prensa deportiva tiene la gran tradición de la crónica del partido, del evento deportivo. Trato de abarcar las dos cuestiones: cómo resolver textos de largo aliento y cómo trabajar los textos que se escriben de forma mucho más rápida en los que hay que cerrar contrarreloj. Este segundo tipo de crónica me interesa mucho porque es algo que se produce permanentemente y es, no sé si llamarlo género, pero sí una variante del periodismo muy bastardeada. Creo que lo que sucede hoy es que en el periodismo deportivo, más que contar lo que se hace es criticar. El periodista dice “esto está bien” o “esto está mal”. Se ha dejado de contar, pero tanto en un partido de fútbol como en el tenis, como en una pileta de natación hay muchas historias para contar. La idea es rescatar eso que se puede narrar.

-El relato de un partido es uno de los pocos rituales narrativos públicos que nos quedan. Además, sigue existiendo la transmisión radial, que es curiosa porque lo que  describe es algo visual.

-Sí, como dice Juan Villoro, el fútbol como cualquier otro deporte siempre sucede en dos veces. Sucede en la cancha y también sucede, sobre todo, en la radio. El otro día iba en el auto con mis hijos y me pidieron que pusiera en la radio el partido que jugaban Real Madrid-Barcelona. Les tuve que explicar que ese partido no lo transmitía por radio. Hay pibes como los míos que no tienen una relación cotidiana con la radio porque ven YouTube, porque tienen otro tipo de consumos, que sin embargo siguen localizando al fútbol en un lugar y ese lugar es la radio. El texto también tiene que ver con eso, con la posibilidad de contar. Lo que pasa es que con mucha frecuencia se contabilizan jugadas, se trabaja sobre el minuto a minuto y no sobre conceptos. A veces un partido de fútbol puede resultar un buen ensayo breve. También me gusta trabajar sobre eso.

-¿Para qué público está pensado el taller?

-Pienso en estudiantes de periodismo, en periodistas que estén trabajando y quieran focalizar sus recursos desde otro lugar y para aquel al que le gusta escribir. A veces se confunde bastante la literatura deportiva, la ficción en la tradición de Fontanarrosa o Soriano con la no ficción. Yo con la ficción no me meto, me gusta y me dedico a la no ficción. Lo que tienen de bueno los talleres es la posibilidad de alimentarse mutuamente, de que los asistentes vayan encontrando otros giros. Remarco mucho la idea de copiar. Suelo citar a Guardiola quien dice que hay que copiar, ver qué hacen los mejores, qué recursos utilizan para poder utilizarlos también nosotros. En este sentido yo pongo como meta el Paraíso, lo que parece inalcanzable, pero hacia donde tenemos que ir: las crónicas de Gay Talese que para mí es el gran cronista de deporte. Cuando uno lo lee parece imposible llegar a escribir así, pero lo que trato de hacer en un el taller es ir armando un caminito.