De Norberto Gugliotella puede decirse que conoce muy bien los dos lados del mostrador. Desde hace 12 años trabaja en Corregidor, una editorial argentina que ha logrado sobrevivir a todos los vaivenes políticos y económicos y que ya ha cumplido 47. Él es el encargado de establecer el contacto entre los autores y los periodistas, de difundir las obras. Ahora, además, acaba de publicar su primer libro para chicos, Tanta felicidad. Es su debut como escritor, pero no como amante de la literatura. Vive entre libros y hace unos años hizo la carrera de Letras en la UBA. Su suegro, Manuel Pampín, es uno de los grandes editores argentinos. «La historia de Corregidor –dice– es la historia de Pampín. Colihue, De la Flor, Corregidor son editoriales emblemáticas de la Argentina. Otras como Emecé y Sudamericana fueron absorbidas por los grandes grupos editoriales.» ¿Cuál es el secreto para que una pyme, una empresa familiar como Corregidor, haya logrado mantenerse en el mercado por casi por medio siglo? «Nosotros –dice– nos manejamos mucho con las relaciones interpersonales. El autor entra a la editorial, que es una familia, y pasa a formar parte de ella porque intentamos darles a todos la atención que se merecen. Tenemos una distribución muy grande en toda América que se fue construyendo a través de muchos años. Pampín editó la primera novela de Soriano y por la editorial pasaron de Pizarnik a Conti. En el bar La Paz, Pampín se reunía con Piglia y con Laiseca, que sacó la primera edición de Su turno para morir por Corregidor.»

Ahora la editorial afronta el desafío de la apertura irrestricta de la importación que no solo la perjudica a ella sino también a las imprentas e incluso a los fleteros. En medio de esta crisis generalizada que golpea fuertemente a las pymes, Corregidor se mantiene firme en la ampliación de su catálogo y Gugliotella acepta el desafío personal de expresar su pasión por la literatura, esta vez como autor.

–¿Tanta felicidad es tu primer libro?

–Es el primer libro para chicos que publiqué, pero tengo otros libros escritos. Antes había publicado artículos en el marco académico, porque en la facultad trabajaba con un grupo de literatura latinoamericana. Los momentos de hacer los trabajos académicos eran de 12 a 3 de la mañana y a las 7 había que levantarse. Sentía que no estaba trabajando placenteramente, que me faltaba algo, aunque trabajar con el grupo me gustaba mucho. Cuando decidí estudiar Letras lo hice porque me gustaba escribir. El nacimiento de mis hijos me hizo entrar en el mundo de la literatura infantil. Cada noche a mi hija mayor, Julieta, tengo que contarle una historia porque si no, no se duerme. Fue así como la pasión que siempre sentí por la escritura se volvió a instalar en mí. Cuando estaba por nacer mi segundo hijo, vi que Julieta sentía un inmenso amor por la panza de su mamá que iba creciendo, pero también cierta inquietud porque no sabía si le iba a traer felicidad o algo irreparable. Hay muchos chicos que viven esta problemática. No saben si el hermano va a ser un compañero o un rival.  Entonces escribí una historia  que juega con las palabras, que tiene rimas internas. Me parecía que esa era la forma en que un chico puede meterse en un texto, porque era lo que me pasaba a mí de chico cuando me leían a María Elena Walsh .

–Y te decidiste a publicar.

–Le mostré la historia a mi mujer, que conmigo es una crítica implacable y que es editora de Corregidor. Le gustó la historia y se la mostró a la otra editora, que es su hermana, y a ella le pareció que era perfecta para la colección infantil, Puentes de papel. Me dejé llevar y así surgió ese libro que tiene unas ilustraciones maravillosas de Daniela López Casenave porque a las editoras que conocían el trabajo de Daniela les pareció que su estética iba perfecto con la historia. Creo que no se equivocaron. 

–¿Qué devoluciones tuviste de tu libro?

–Extraordinarias, tanto de parte de los chicos como de los padres. También recibí buenas críticas de escritores. Juan Guinot, por ejemplo, lo leyó en diversos lugares, lo llevó a todas partes. No puedo creer las cosas que está haciendo por el libro y le estoy muy agradecido. Es emocionante que mucha gente lo haya leído con sus hijos.

–¿Y qué pasó con Julieta, que es el personaje del libro?

–Se siente la protagonista del siglo. En el stand de la Feria había afiches con los dibujos y ella se hacía sacar fotos allí.

–¿Qué edad tenía cuando nació su hermano?

–Tenía 5 años. El libro es para lectores de 3 a 6 años. En esa etapa no saben leer o recién están empezando a hacerlo.  Pero lo han leído chicos más grandes y les ha gustado.

–Tenías ya la idea de publicarlo cuando lo escribiste.

–No. Simplemente sentí que por fin estaba haciendo lo que tenía ganas de hacer desde siempre. «