El pintor Carlos Gorriarena, el ilustrador Max Cachimba, el fotógrafo Facundo de Zuviría, el dibujante Lux Linder, el historietista Miguel Rep y la pintora Marcia Schvartz son algunos de los artistas plásticos que han llevado sus producciones a lugares no convencionales como las salas de espera de los hospitales Vélez Sársfield, Tornú, Clínicas, Argerich, Rivadavia y Muñiz, donde circula un público heterogéneo que no es el habitual de los espacios de arte.

Este proyecto independiente y autogestionado, sin ningún tipo de subvención estatal, nació en 2005 de la mano del escultor Omar Estela, quien reunió un colectivo de artistas entre quienes se cuentan Margarita Rocha, Alfonso Piantini, Cecilia Benítez, Soledad Sobrino, Adrián Unger, Daniel Sbarra, Rosana Dillon, Gustavo Goldfarb y Marcela Oliva.

«El objetivo es llevar las artes visuales a espacios no habituales de exposición -contó a Télam la artista y curadora Marcela Oliva-. Al principio toda vitrina servía para el proyecto: una casa de servicios gráficos, un edificio en venta con vidriera en la planta baja… hasta que hace unos años surgió la posibilidad en los hospitales públicos de la Ciudad».

«Es una idea que perfora membranas sociales -asegura Oliva-. Llevar el arte a los hospitales es llevarlo a un lugar muy policlasista, a un universo social muy amplio.»

En estos días el público se encontrará con monocopias de la Fábrica de Estampas en el Vélez Sarsfield, con las esculturas de Mariana Debaz en el Tornú y las obras realizadas con marihuana de Fernando Brizuela en el Clínicas.

Hasta el 30 de septiembre, en el Clínicas, se podrá ver su exposición titulada «Monstruo», obras realizadas con marihuana, un material que incorporó a sus esculturas y que aprendió a moldear, como trasfondo de una conmovedora y movilizante historia familiar.

«El Hospital de Clínicas es el lugar donde falleció mi hermano mayor hace unos años. Y mi relación con la marihuana tiene que ver con la figura de él. La marihuana no te cura mágicamente pero te permite tener una vida ‘normal’, te mejora el apetito y te proporciona cierta calma en cuadros de enfermedades terminales, como el caso de mi hermano. Por eso la vitrina que exhibe mi obra hace un link entre marihuana y usos medicinales», cuenta Brizuela a Télam.

Hay una doble transformación en este proceso: no sólo el dolor en creación, sino también la utilización de una sustancia ilegal en materia prima, y su colocación ante la vista de todo el público. La vitrina incluye también acuarelas, un estudio naturalista de una semilla y dos esculturas, todas alusivas a la misma planta. Hasta el 30 de septiembre en el Hospital de Clínicas, en la avenida Córdoba 2351 de la Ciudad de Buenos Aires.

Para conocer más acerca de la iniciativa y de las otras muestras, se puede visitar el sitio de Museo Urbano (www.museourbano.org).