“Carpa abierta –le explica a Tiempo Argentino Fernando Rosen, quien está al frente del proyecto- es un programa de circo social que funciona desde hace tres años en el partido de San Martín y en el Ecunhi, dentro del predio de ex Esma. Son talleres a los que concurren aproximadamente treinta chicos de los barrios Loyola e Independencia de ese partido. En los talleres, dos veces por semana reciben clases de distintas técnicas como acrobacias en tela y otras. Estas técnicas de circo son un poco la excusa que utilizamos para trabajar la inclusión social, la idea de igualdad, de empoderamiento del cuerpo por parte de los chicos, la posibilidad de imaginarse en otros lugares, de plantearse un objetivo y poder concretarlo.”

El programa contempla la participación de chicos de entre 6 y 15 años, pero la mayor parte de los que concurren tienen entre 6 y 12. Anualmente pasan por los talleres unos 60 chicos y participan de él profesionales de distintas áreas. “El año pasado –dice Rosen- se incorporó una psicóloga de forma voluntaria y le dio un encuadre maravilloso a trabajo. Nosotros veníamos trabajando de una manera bastante intuitiva en la forma de establecer legalidad en un contexto en que los chicos tienen una idea de legalidad muy vulnerada, con falencias graves. Decirle en una clase a un chico que no grite, por ejemplo, parece algo muy natural. Pero estos chicos tienen otros criterios. Fue muy interesante el trabajo de la psicóloga porque se trató de construir legalidad de otra manera, sin los ejemplos que se traen de la escuela o de un curso de circo de otro ámbito. El objetivo es que la legalidad surja a partir del propio grupo.”

Cuando se le pregunta a Rosen por qué considera que el circo es una herramienta eficaz para la inclusión social, contesta:  “Yo vengo de las artes circenses, me formé como acróbata y como actor y creo que el circo te da la posibilidad de llegar a los chicos de una manera muy lúdica, muy amplia. El circo pone siempre en juego el cuerpo de los chicos y les permite ver las cosas de otra manera. Siempre digo que el arte del circo es la manera de hacer posible lo imposible. Uno nunca imagina que puede caminar sobre una cuerda de diez milímetros o que se pueden subir cinco personas una arriba de la otra. La idea de lograr lo imposible es muy fuerte y en este caso concreto significa que chicos vulnerados en todos sus derechos puedan tener acceso a la cultura. El Ecunhi también tiene que ver con eso, por eso las Madres van guiándonos en este sentido. Era difícil creer que se hiciera justicia con el terrorismo de Estado, pero las Madres avanzaron, trabajaron mucho y lograron algo que también parecía imposible. No es casual que este proyecto se de en un lugar que tiene la historia que tiene. No es lo mismo para nosotros ir a dar clases a una escuela que el hecho de que los chicos vengan al predio de la ex Esma. Además, el circo es de fácil acceso para todos, atraviesa todas las clases sociales porque todos nos maravillamos con las destrezas circenses.”

Y agrega: “Discutimos mucho si teníamos que hacer un espectáculo, si la idea de hacerlo nacía de una necesidad del programa o de una necesidad de los chicos. De la discusión surgió que el espectáculo era una forma concreta de mostrar que es posible plantearse un objetivo y lograrlo. Además, el espectáculo es la posibilidad de que los chicos sean mirados y escuchados, de que se conviertan en el centro de la atención porque muchas veces no lo son.”

Ciudades de cartón es el primer espectáculo producido en el marco del programa Carpa Abierta y el resultado de tres años de trabajo. En este último se incorporó el reconocido dramaturgo, director y actor César Brie. “El año pasado –dice Rosen- nos cruzamos en el camino con César. Lo conocí a través de una amiga que trabajaba con él, nos encontramos en un espectáculo, charlamos, quedamos en reunirnos y se me ocurrió que podía ser la persona ideal para poder mostrar nuestro trabajo, para ponerlo en escena de una manera especial. Lo invité a trabajar y a él le encantó la idea. Trabajamos todo este año juntos y el producto de ese trabajo se va a ver hoy con 30 chicos en escena. Se trata de mostrar lo que hemos hecho. Casi todos han transitados los tres años que tiene el proyecto y algunos se fueron incorporando más tarde. El espectáculo consiste en la narración de un cuento breve ilustrado con acciones por los chicos.  En su transcurso, los pibes cuentan quiénes son, lo que les gusta y lo que no y juegan en escena. Para nosotros trabajar con chicos es invitarlos a jugar, propiciar un espacio de juego y no un espacio disciplinatorio. Si bien el circo tiene un rigor, lo abordamos siempre desde el juego porque creo que desde ahí podemos relacionarnos con los chicos y hacerlos crecer.”

Brie es una figura clave de la escena actual. Se exilió en Italia en 1975 y luego residió en Bolivia, donde trabajó desde el teatro con chicos de la calle. También ha realizado trabajos en cárceles.

“Fernando –cuenta Brie- me pidió ayuda con su hermosísimo proyecto de trabajo. Ellos son un grupo de gente que tiene que ver con el teatro, pero sobre todo con los aspectos físicos como la acrobacia.  Necesitaba hacer una especie de obra final y dije que podía ayudarlos. Inicialmente comenzó siendo una vez por semana, luego dos y después tres.”

Respecto de la forma en que trabajó con ciudades de cartón dice: “Empecé a observar el trabajo y luego me reunía con algunos pequeños grupos de chicos para hacerles hacer ejercicios de improvisación. Obviamente, el objetivo del trabajo no era llevarlos a hacer teatro, creo que eso era algo que no querían ni los chicos ni los grandes, pero necesitaban mostrar un resultado del proyecto. Les hice una serie de preguntas, los fuimos grabando. Luego esas preguntas fueron hechas de nuevo por un fotógrafo profesional que los filmó con el sonido y la cámara adecuada. Más tarde hicimos jornadas en las que trabajamos pintando y ahí se nos ocurrió usar cajas de cartón que también pintamos. Comenzamos a y trabajar con ellas uniéndolas a los ejercicios acrobáticos. Finalmente escribí el texto en base a lo que habían hecho los chicos. Salió así una especie de fábula sobre un grupo de niños que tiene sólo cajas de cartón. En esas cajas de cartón viven, primero solos y después en grupo, luego construyen una ciudad y la pintan y después llega una inundación que les lleva todo. Se salvan de la inundación saltando de caja en caja y mirando el horizonte para encontrar un lugar alto a donde ir. Finalmente encuentran un muro, lo saltan, lo derriban y vuelven a levantar una ciudad de cartón.  Así se construyó una gran metáfora y que surgió sin querer. Ese es el trabajo que vamos a presentar.”

Y concluye: “Fue un trabajo muy interesante en el que el objetivo no era hacer una obra de teatro, sino crear ese mundo con los chicos. El público va a ver a una serie de personas que no quieren ser actores, que nunca soñaron con serlo, pero que están actuando en una obra que es una metáfora de sus propias vidas. En la obra incorporan sus habilidades circenses en diferentes niveles. Son chicos con distintas dificultades y edades, que además no estaban obligados a concurrir, por lo que rotaban mucho, pero creo que la experiencia fue maravillosa, muy bella, tanto para ellos como para nosotros. Creo que se aburrieron un poco en la parte del montaje pero terminaron con unas enormes ganas de hacerla. Se pusieron todos las pilas para terminar haciendo lo que estamos haciendo. He trabajado varias veces con chicos. Pero esta experiencia ha sido particularmente bella, sobre todo porque los maestros son personas maravillosas y trabajar con pedagogos cuyo objetivo es que los chicos se vayan abriendo, liberándose y sintiéndose mejor es como trabajar con grupo de ángeles que, además, vuelan ya que son acróbatas.”

Las funciones en el Ecunhi, con entrada libre y gratuita, se realizarán los viernes 19 y 26 de octubre y 2 de noviembre a las 19 en Avenida Del Libertador 8151. Habrá buffet, parrilla y un espacio abierto de intercambio para compartir el proceso de esta experiencia con sus protagonistas.