En el mes de febrero, en medio de una euforia generalizada, Juan Sasturain, designado director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) por el gobierno encabezado por Alberto Fernández, presentaba a su equipo de trabajo ante la prensa y daba algunos de los lineamientos que seguiría en su gestión.

En el mes de marzo Tiempo Argentino alcanzó a entrevistarlo exactamente un día antes de que se decretara el aislamiento social preventivo y obligatorio. Desde entonces, la BNMM está cerrada al público, sin embargo, la actividad prosigue con las limitaciones que impone la pandemia.

A través de una larga entrevista  que puede leerse en la página oficial del Ministerio de Cultura de la Nación, (https://www.cultura.gob.ar/juan-sasturain-9252/), Sasturain cuenta “más acerca de su nuevo rol en la emblemática institución, y los desafíos y metas en tiempos de pandemia.”

El encabezado de la mencionada nota informa: “A pocos meses de haber asumido, Sasturain no solo realizó un relevamiento general de las instalaciones y actividades culturales de la BBNM, sino que además comenzó una intensa labor -junto con un equipo de expertos de la institución-, para poner en marcha los servicios bibliotecarios y bibliotecológicos» a pesar de las restricciones que impone el coronavirus. 

Es el propio Sasturain quien da cuenta de la situación con la gracia que es un rasgo distintivo de su discurso: “Hubo un acto de presentación –dice- con todo el personal y otro público, con periodistas y todo. Lindísimo. A partir de ese momento, nuestra tarea “en vivo” duró casi justo un mes. Nada más ni menos. Durante esas pocas semanas, además de atender -en principio y por orden de prioridad- a la situación laboral, las condiciones de trabajo del personal, el mantenimiento edilicio y otras muchas y complejas cuestiones burocráticas y organizativas de orden interno, avanzamos en algunos temas que tienen que ver con la gestión “hacia afuera” de la Biblioteca. Sobre todo en el área cultural, alevosamente postergada durante la gestión inmediatamente anterior. Porque –cabe puntualizarlo– la BNMM se apoya no alternativa, sino simultáneamente en dos patas: la esencial y fundante, la función-tarea bibliotecológica; y la lógica e insoslayable, resultado de su quehacer en sociedad, la función-tarea cultural.”

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Entre las primeras tareas que se propuso, luego de la designación de la escritora y periodista María Moreno al frente de la institución, figura la recuperación del “maltratado edificio del Museo del Libro y de la Lengua , desactivado de sus funciones durante los últimos años.”

El 8 de marzo se realizó el acto oficial de reinauguración, aunque las palabras “acto” y “oficial” tienen cierta solemnidad que no tuvo el evento que se presentó como “la kermese del día después”.

Otra de las celebradas determinaciones que Sasturain pudo tomar “en vivo”, como se refiere a la situación anterior a la pandemia, figura la designación de Horacio González -quien hizo una gestión impecable al frente de la institución durante la gestión anterior al gobierno de Mauricio Macri- como director del área de publicaciones de la BNMM. La decisión del nuevo director tiene una justificación contundente: cuando González dirigió la institución, con Sebastián Scolnik al frente del sector, se editaron nada menos que 400 libros fundamentales de la cultura nacional. Se trató de un proyecto editorial que jamás hubiera podido llevar a cabo una editorial privada y que dejó a las claras el rol protagónico que debe tener el Estado a la hora de rescatar y preservar documentos icónicos de la identidad cultural de la Argentina.

Como lo hace cada vez que tiene oportunidad, Sasturain se refirió en esta entrevista a su equipo de colaboradores, entre los que se cuentan Elsa Rapetti (la subdirectora de la institución), Guillermo David, Estela Escalada, Roberto Arno, Damián Vives, Cecilia Calandria y Carlos Bernatek.

Otro de los anuncios que el nuevo director logró hacer “en vivo” fue el regreso a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de donde fue borrada durante los años del gobierno macrista. Además, anunció también la recuperación y consolidación institucional del Anexo Sur de la Biblioteca Nacional, el antiguo edificio de la calle México, que albergó el patrimonio de la institución hasta 1994 y donde se desempeñaron como directores nada menos que Jorge Luis Borges y Paul Groussac. Lamentablemente, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires este año tuvo solo un desarrollo virtual.

Es que, tal como lo afirma Sasturain en la entrevista realizada por el Ministerio de Cultura, “la pandemia atravesó todo. Plantó un panorama inédito, seamos obvios. Y en principio no podemos ni siquiera comparar con un antes, porque no tuvimos siquiera la experiencia de (empezar a) hacer funcionar a la Biblio en plenitud. De acuerdo con muchas de las ideas (y las personas) que rescatábamos de la anteúltima gestión, la que hizo historia -Vitale / González, para entendernos- y dejó un modelo a retomar en muchos aspectos, pensamos sumarle conceptos y modalidades de trabajo basadas en la participación cada vez más amplia de los usuarios, el uso y el acceso intensivo y extensivo del acervo, la circulación plena y libre de los libros, y la utilización productiva del capital humano e intelectual. Verificamos sin sorpresa que hay mucha gente valiosa y de experiencia en la Biblio que sólo necesita el permiso y el estímulo para generar (más) cosas.”

A pesar de la desnaturalización que produjo la pandemia en la función fundamental de una biblioteca que es reunir los libros con sus lectores, también “motivó a emprender, creativamente, una serie de actividades compensatorias de efecto residual (aquí estamos, pese a todo) que no pueden reemplazar sus funciones básicas en tanto biblioteca pública, sino que tratan de mantener –hacer señas, gestos- la llamita encendida del piloto, la luz automática del pasillo cuando llega el apagón generalizado.”

Entre las cosas que se llevan a cabo en la BNMM en tiempos de pandemia, su director mencionó: “el departamento de Comunicación de la Biblio se convirtió (se reconvirtió en realidad), por necesidad y por prepotencia de trabajo e ingenio de sus integrantes, con Ana Da Costa como coordinadora y el recién llegado Mariano Mucci a cargo del área audiovisual, en el (único) lugar de referencia, de servicios y de contacto regular con la comunidad. Es la llamita, quiero decir: la web (y la radio, por ahora) es lo que se asoma, lo que se puede ver, lo que gradual y alternadamente se expone y hace visible de tanto que hay y se ha hecho, más lo nuevo, más todas las invenciones de material audiovisual que se suben diariamente en diferentes secciones y formatos para abastecer en parte y con otro régimen cultural alimentario, las necesidades y los deseos del lector / consultor / investigador de la Biblioteca, confinado a la intemperie y a la distancia –como nosotros- y con ‘la ñata contra el vidrio’, discepolianamente. Así, limitados a la pantalla como único lugar virtual de contacto, los usuarios disponen del menú habitual de servicios estrictamente bibliotecológicos siempre actualizados para la consulta, y ahora también de una especie de ´bibliotecario a la carta´.”

Un bibliotecario a la carta es quien guía y asesora a los lectores en dos turnos distintos, “un invento auspicioso, ya que todo el personal de la Biblio  puede trabajar desde las compus de su casa, gracias a que el equipo de Sistemas lo ha posibilitado tras laboriosa gestión.”

“Comunicación –agregó- carga otros muchos materiales de interés, provenientes tanto del área bibliotecológica como de la actividad cultural. Y ahí se ha disparado la creatividad con los ciclos ‘Diario de la Peste’, en que ya son decenas los escritores que han testimoniado desde su casa, con fotos y palabras propias, la experiencia vital y literaria de la vida en pandemia; ‘Mientras tanto’, columnas semanales de María Moreno desde el Museo del Libro y de la Lengua, que produce también el ciclo Lenguas vivas.” De estas dos actividades informó oportunamente Tiempo Argentino.

Finalmente, Sasturain se refirió a la digitalización del material de la biblioteca. Señaló que el aporte del 7 millones de dólares provenientes del Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) permitirá “posicionar a la institución como modelo tecnológico en la región”.

Mientras se espera que la pandemia sea controlada y que una vacuna permita que todas las actividades vuelvan a ser “en vivo”, la BNMM sigue haciendo silenciosamente un trabajo fundamental.