La declaraciones de la arquitecta Diana Saiegh, flamante directora del Fondo Nacional de las Artes (FNA), en el programa que Siete locos que conduce Cristina Mucci en la TV Pública, agudizó el descontento que ya había entre los poetas por el cambio en el concurso literario anual por parte de la escritora Mariana Enriquez, directora de Letras de la institución que se realiza con el acuerdo de las autoridades del FNA. Refiriéndose a ese descontente Saiegh dijo: “Los poetas se quejaron porque están acostumbrados a que el Fondo sea una especie de proveedor permanente.”

Los premios entregados por el FNA anualmente están divididos en cuatro categorías: novela, cuento, ensayo y poesía. La modificación planteada por Enriquez consistió en que el concurso se realice en forma conjunta para las cuatro categorías y que todas ellas se refieran a los géneros terror, ciencia ficción y fantástico.

El descontento se manifestó a través de dos cartas de la colectiva de poetas con más de 500 firmas dirigidas al ministro de Cultura de la Nación Tristán Bauer. “Algunos hechos puntuales –dice la primera de ellas- precipitaron en los últimos días la creación de esta colectiva de poetas: tanto la modalidad elegida para el Concurso de letras del FNA 2020 -que excluyó solapadamente al género poesía-, como la defensa de esta decisión acompañada por la descalificación proferida en la TV Pública por la presidenta de la entidad Diana Saiegh (“los poetas están acostumbrados a que el Estado sea un proveedor permanente”).”

“A través de una carta dirigida al Ministro de Cultura Tristán Bauer y apoyada por más de 500 firmantes, quienes conformamos esta colectiva expresamos nuestra disconformidad y exigimos rectificación del rumbo del certamen y un desagravio público por parte de la funcionaria. Como respuesta, el FNA se dirigió a uno de los firmantes, el escritor Guillermo Saccomanno para convocarlo a una reunión, quien dio una respuesta inclusiva: sólo participaría si se convocaba al resto de integrantes de la colectiva, como Alicia Genovese, Tamara Kamenszain, Jorge Aulicino, Anahí Mallol, Claudia Masin, Alejandra Correa, Fernando Caniza, Guillermo Saavedra y Paula Jiménez España. Y puso una condición: barajar la posibilidad de retroceder con el recorte temático del concurso para que los y las poetas recuperáramos una de nuestras escasas posibilidades de ser beneficiarios con la distribución de los recursos asignados a Cultura.”

La voz de los firmantes

Guillermo Saccomanno le dijo a Tiempo Argentino: “Hay que dejar en claro dos cosas. Por un lado, que el 70 por ciento del presupuesto del que dispone el FNA proviene de los derechos de escritores muertos, de derechos vencidos, es decir, de dinero que viene de la literatura. Por otro, quiero recalcar especialmente que este reclamo no es contra Mariana Enriquez y/o su literatura. Esto quiero dejarlo bien en claro. En lo personal yo valoro y celebro su literatura. No me parece bien que el concurso se haya circunscrito a un género. Hay poetas que están preparando durante todo el año su libro de poemas para mandarlo al Fondo. Pero con la modificación que se hizo en el concurso, si ese libro de poemas no encaja ni en el terror, ni en la ciencia ficción ni en lo fantástico, se queda afuera. Me parece que eso es un poco descabellado», detalló el escritor. «Yo firmé junto con 500 poetas y escritores un petitorio para que se modificaran las bases del concurso porque, circunscribiéndolo a esos géneros, quedaba fuera mucha gente. Las categorías del concurso fueron novela, cuento, ensayo y poesía, pero si todos esos género ahora tienen que coincidir con el terror, la ciencia ficción y lo fantástico, muchos quedan excluidos. Por eso se redactó un documento y se firmó.”

Y agrega: “Entre las firmas estaban las de Tamara Kamenszain, Arturo Carrera, Noé Jitrik , Jorge Aulicino, Paula Jiménez España, Claudia Masin, Anahí Mallol, Alicia Genovese. Los narradores que firmamos el petitorio éramos pocos, Fernanda García Lao que es narradora y poeta, Ángela Pradelli que también escribe ficción y poesía y Mariana Docampo. Recibí un llamado de una asistente de Diana Saiegh que me convocaba a una reunión con ella junto a Gabriela Massuh. Contesté que de ninguna manera asistiría a la reunión porque no soy el representante de la colectiva. Una reunión debería incluir a personas que tienen realmente la calidad y la trayectoria como para cuestionar esto como Jitrik, Kamenszain, Genovese… Por otro lado, si el concurso no se revé, no tiene sentido asistir a una reunión. Parece que esto sonó muy radicalizado. El Fondo reaccionó diciéndonos que tenía una propuesta para mandarnos. Es decir que evitan el diálogo. Redactamos y firmamos entonces un documento y nos quedamos esperando la respuesta. Como no la hubo, generamos un segundo documento. En el medio de todo esto Saiegh pidió disculpas diciendo que de ninguna manera había querido ofender a los poetas y que cuando las circunstancias lo permitan el Fondo volverá a la normalidad.  Más allá de lo anecdótico creo que la discusión de base es sobre fondos públicos y políticas culturales. No por casualidad Saiegh dijo que los poetas están muy acostumbrados a recibir la ayuda del Fondo poniéndolos en una situación poco menos que de mendigos. Creo que hay una tozudez de no querer discutir el tema porque de lo que se trata es de un tema de políticas culturales, de ideología literaria. Yo no me opongo a que gane una novela de terror, me opongo a que se limite como única posibilidad el género terror. ¿Qué hacés si tenés una novela metafísica, psicológica o realista para presentar? ¿Y en cuanto a la poesía que haces, si tenés que presentar poesía con un alien? Me parece una injusticia.”

Mientras tanto, Saiegh se disculpó ante la colectiva de poetas por lo que consideró un malentendido. “De ninguna manera quise ofender a los poetas” dijo y el FNA reiteró y “reforzó” estas disculpas. “Queremos reforzar el pedido de disculpas –dijo- referido a los dichos enunciados durante el programa de TV Los 7 locos, emitido el último sábado (el 8 de agosto). Entendemos que fue una expresión incorrecta. Reiteramos nuestras más sinceras disculpas especialmente dirigidas al colectivo de las y los poetas”

Por el momento, según afirma Saccomanno, la colectiva de poetas se mantiene en estado de alerta y espera que se produzca un diálogo.

“Yo firmé ambas cartas –dice por su parte Noé Jitrik – porque me pareció que la convocatoria era muy restringida y estaba muy dirigida. El efecto de esto era excluir a la gente que tiene una práctica de la literatura que no encuadra con los géneros determinados. Los escritores escriben lo que sienten, lo que quieren, lo que tienen en la mente, en la imaginación y no necesariamente pensando en categorías que son marcadas como novela de terror o de ciencia ficción. De esa escritura resulta lo que resulta. En este sentido, por ejemplo, a una persona como yo lo excluirían tanto en narrativa, como en poesía, como en ensayo. Y no es que yo pensara en presentarme ni tuviera ninguna otra intención. Simplemente me pareció que el modo de la convocatoria era equivocado, que iba a dejar afuera a mucha gente y además, muy resentida, pensando que la exclusión era deliberada. Quiero señalar que esto no es una toma de distancia del gobierno que, en lo personal, yo apoyo. Creo se trata de un error como cualquier otro. Todos los seres humanos cometemos errores. Pero es necesario frenar el alcance que pueda tener un error y no obstinarse en eso.”

Por su parte, Paula Jiménez España expresó: “Viví la modificación del concurso no como un cambio positivo o un desafío, sino como una restricción injusta porque en todos los años que hace que leo y escribo poesía rara vez he leído poemas que pudieran identificarse con las tres nuevas temáticas establecidas. Pero aun en el caso en que un poema hable de un mundo fantástico o plantee una situación de terror o de ciencia ficción, nunca podría decir que se trata de un poema de terror, de ciencia ficción o fantástico porque la poesía pasa por otro lugar, no por esa división temática, con lo cual esto restringe mucho la participación de los poetas porque serían poquísimos los que podrían sentir que su obra encaja dentro de algunas de esas categorías. Por otra parte, luego me enteré de que en el jurado del concurso no iba a haber poetas, con lo cual los poetas corren con una desventaja. El jurado seguramente tiene conocimiento de la literatura, pero que no haya un jurado específico del género me parece que va a hacer que gane la narrativa. Sentí que es un ajuste económico el que se está llevando a cabo y que ese ajuste va cargado en las espaldas de la poesía.”

Cuando se le preguntó en qué incidiría el tema económico en el nuevo formato del concurso, contestó: “Ahora un solo concurso abarcaría todas las categoría anteriores. Además, habrá menos premiados y menos jurados. De la manera en que está planteado el concurso los que tienen menos posibilidades de participar son los poetas. Hay muy pocos concursos de poesía y este era una de las posibilidades para los poetas y además era un concurso muy prestigioso. Yo lo gané en 2008 y no tenía pensado participar en 2020, pero siento que con la poesía se comete una injusticia económica. En el campo editorial, tenemos que pagar nuestras propias ediciones, los integrantes de las editoriales de poesía tiene que tener otro trabajo para poder financiar las ediciones de los poetas si no es el propio poeta el que paga. La narrativa tiene otras posibilidades. Alrededor de ella se mueven grandes editoriales con grandes tiradas y mucha visibilidad en las librerías, mientras nuestros libros están en los estantes o escondidos debajo de la mesa principal. Hay un título de poesía cada 30 o 40 de narrativa. Nuestras posibilidades son mínimas. Creo que lo que sucedió con el concurso es que nos permitió ver lo relegado que está el género y lo relegadas que estamos las personas que escribimos poesía.”

Y agrega: “Luego de que fue anunciado el concurso, nos dirigimos a través de una carta al gobierno justamente porque este es un gobierno popular, por eso nos sorprendió cuando Saiegh salió a decir, aunque con otras palabras, que nosotros somos parásitos estatales. Esperábamos otra cosa, porque nosotros lo último que hacemos es vivir del Estado. A diferencia de cualquier funcionario, no cobramos un peso del Estado. Contadas veces hemos recibido un premio o una beca porque somos muchos y las posibilidades que nos ofrece el Estado son bastante escasas. Lamentablemente, por lo que vengo viendo en las redes, hay un desprecio por el género que no sé a qué se debe.”

Concluyó: “Espero que esto nos ayude a tomar conciencia del valor de lo que hacemos, de la autoridad que tenemos sobre nuestra producción y sobre nuestras regalías, si alguna vez las hubiera. También espero que las personas que no conocen el género, que no tienen una buena opinión sobre él, puedan revisar de dónde sale ese pensamiento. En un momento en que existen problemas sanitarios y económicos a mucha gente puede parecerle que pelear por la poesía es una frivolidad, pero esta es una pelea por los fondos públicos, contra el ajuste. No creemos que la poesía tenga que ser el arte que pague los platos rotos.”

En diversos medios, Enriquez aclaró que se trataba de un concurso extraordinario dentro de una situación que también lo es. Por su parte, Saiegh, además de las pedir disculpas, adelantó una serie de planes pensados en beneficio de la comunidad literaria y otras ramas del arte. Sin embargo, ninguna de estas aclaraciones le parecen suficientes a la colectiva de poetas que ve en esto más que un planteo coyuntural, una discusión que debería darse acerca de la distribución de los fondos públicos.