Es necesario aclarar que hay una confusión con el 25 de Mayo que vamos a festejar en estos días, que a veces da lugar a que los alumnos más perspicaces le pregunten a la maestra o al profesor si la patria nació dos veces. Porque se suele decir que la patria nació tanto el 25 de mayo como el 9 de julio de 1816. En realidad, esta confusión se debe a una interpretación que creo es errónea de la historia mitrista.

Lo que se produce el 25 de mayo es una revolución democrática, en la que se reemplaza al virrey por una Junta Popular.

Lo que se produce el 9 de julio de 1816 ya es una declaración separatista.

Entonces, no podría decirse que la patria nació el 25 de mayo, sino que esa fecha constituye el gran antecedente de lo que va a ocurrir después.

Aclarado este punto, ¿qué ocurrió el 25 de mayo?

Lo que pasó no podemos interpretarlo sin referirnos a lo que estaba ocurriendo en España. Hay que recordar que después de la Revolución Francesa aparecen los derechos del hombre, la división de poderes y la democracia. Cuando Francia invadió España, el 2 de mayo de 1808 se produjo un levantamiento popular que inicialmente fue contra la invasión, pero después se dirigió inmediatamente a cuestionar el sistema reaccionario, monárquico, feudal y antipopular que regía en España. Y entonces aparecieron las Juntas.

A veces hemos creído, nos han enseñado, que las Juntas fueron un invento de la Primera Junta del Río de la Plata. Pero surgieron en España. Fueron un movimiento revolucionario, democrático y liberal en el buen sentido, no en el que hoy le damos a la palabra liberal cuando aparecen figuras como Javier Milei.

Es liberal y los hombres de la revolución española entienden – especialmente Flores Estrada, uno de sus principales teóricos – que como liberales no pueden oprimir a otros pueblos.

Por eso, en enero de 1809 la Junta Central de Sevilla emite un comunicado dirigido a las tierras de América diciendo que no eran más colonias y pasaban a ser provincias de España, con los mismos derechos y atributos que tenían Aragón, Galicia, Castilla, o cualquiera de los departamentos en que se dividía la nación española.

La Junta de Cádiz también envía un comunicado planteando que las tierras de América deberían reemplazar a los virreyes por gobiernos populares.

¿Y entonces qué ocurre?

Cuando el 20 de mayo de 1810 llega en un barco la noticia de que la Junta Central de Sevilla ha sido disuelta y reemplazada por el Consejo de Regencia, los revolucionarios de aquí comprenden que los están colocando una situación bastante difícil, porque parecía diluirse el empuje de transformaciones importantes que venía de España.

Entonces, al día 21 empiezan a producirse manifestaciones en las que aparecen, como siempre, hombres que en medio de la crisis se transforman en figuras importantes y caudillos populares. Hoy les diríamos piqueteros, en aquel tiempo les decían manolos, la Legión de los Infernales. Ahí aparece un tipo como French, que era un cartero y se convierte en un hombre que acaudilla los sectores populares, reclamando nada menos que un Cabildo Abierto.

El Cabildo «normal» estaba integrado por 12 personas, que eran las más acaudaladas y de mayor prestigio de la sociedad.

El Cabildo Abierto, en cambio, tenía una participación mucho más amplia, pero no totalmente popular.

Ante la furia que estaban tomando los acontecimientos, el virrey es aconsejado por el síndico Leiva y acepta hacer un Cabildo Abierto el 22 de mayo, para el cual se hacen invitaciones.

Donado, uno de los hombres de la revolución, es un trabajador gráfico que está a cargo de la imprenta de los Niños Expósitos y se encarga de emitir las invitaciones. Son más invitaciones de las que corresponden, por lo cual al Cabildo Abierto entran gentes ignotas, chusma, como dice el virrey en un comunicado. Esa gente, que según las autoridades no tenía nada que hacer, es el pueblo.

Entonces, ese día se produce una discusión sobre lo que estaba pasando en España, en qué situación estaban en el Río de La Plata y, sobre todo, qué actitud debían tomar.

Allí aparece el discurso de Juan José Castelli, diciendo que la soberanía recae en el pueblo. Aparece la actitud de Manuel Belgrano, que desde un costado del Cabildo está esperando una señal para profundizar el movimiento y llevar a la gente a una actitud más decisiva contra el virrey y el pasado.

Finalmente se vota: 156 votos a favor de que el virrey se vaya y 69 votos, que son la derecha, de que el virrey se quede.

En esa acción están los activistas French, Beruti, Donado, Arzak, y otros que han sido ignorados por la historia oficial. Entre estos nombres invisibilizados está el hermano de Beruti, que se encarga de hacer un diario de todo lo que pasaba, un registro que estuvo desconocido e ignorado durante mucho tiempo, y que después se revisó detenidamente y del cual surgieron novedades con respecto a lo que pasaba.

En España, la Junta Central de Sevilla había tomado el poder en nombre de la revolución, pero también en nombre de Fernando VII, quien era el hijo de Carlos IV, que había sido detenido por Napoleón.

Fernando VII había evolucionado hacia posiciones democráticas, casi revolucionarias. Esto es algo coyuntural, porque después volverá a ser el mismo, pero que se expresa, por ejemplo, en el Motín de Aranjuez que lleva a cabo contra su propio padre.

Entonces, los revolucionarios tienen a Fernando VII como una figura muy importante, al punto que French y Beruti repartían estampas con su efigie en la Plaza de Mayo, lo cual hace descartar que el movimiento fuera contra España. ¿Qué es lo que cuenta al respecto la historia de Mitre? Que el movimiento era anti hispánico y pro británico y por el comercio libre. Es el comienzo de toda la historia falsa que nos enseñaron.

El día 23 se decide que el virrey debe renunciar. El síndico Leiva hace unas trampitas y conforma una nueva Junta de cinco miembros: dos del sector patriótico digamos, dos de la derecha y un quinto que desempataría las discusiones. Vuelven a nombrar al virrey y esta Junta falsa y tramposa llega a ser jurada el día 24. Pero en cuanto se conoce que se ha trampeado la voluntad popular, vuelven a producirse manifestaciones y se profundizan las exigencias de los sectores populares. Hasta que esa noche, Castelli y Saavedra, que eran los dos representantes del sector popular, deben renunciar frente a la protestas por el engaño.

La definición del 22 de mayo fue decisiva a favor de un cambio rotundo en el poder.