Hace tiempo que la industria editorial viene sufriendo una enorme crisis: el alto nivel de costos del papel, la progresiva eliminación de la impresión y la disminución de la comercialización de libros hicieron que este sector cayera en una situación prácticamente irremontable.  A esto se suma cierto estado de abandono con respecto a políticas de protección tanto del libro como de los distintos sectores del circuito editorial. Por esta razón se hace imprescindible una ley del libro que revitalice el sector editorial.

Durante estos últimos años, las políticas públicas en lo que al ámbito del libro respecta han sido escasas, tendenciosas o nulas. El alto nivel de crisis se ve manifestado en el cierre de editoriales y librerías y en la pérdida de numerosos empleos altamente calificados, debido, no sólo a la flexibilización laboral, sino a una mayor concentración y extranjerización del sector editorial.

En este contexto, hace tiempo que se viene alentando/propagando la necesidad de un proyecto de ley que promueva la creación de un Instituto Nacional del libro entre otras importantes y necesarias medidas para la defensa de la lectura, el libro y las políticas editoriales. 

Por ello la Unión de Escritores y Escritoras de la República Argentina viene trabajando y fortaleciendo su accionar para dar cauce a estas necesidades.  Si bien es compleja la relación que va desde el autor hasta el lector, pues de ella participan múltiples actores que abarcan desde el editor y el imprentero hasta el traductor, el distribuidor y el vendedor, se trata también de reivindicar y visibilizar la importancia de quien escribe los libros, que, luego de ser editados, generan amplias ganancias dentro del mercado, y luchar por la profesionalización de la figura del escritor.  

Foto: Alma Rodríguez

El debate

Durante el encuentro en la Sala Adolfo Bioy Casares, y a sala llena, María Inés Krimer  comenzó realizando una revisión de los distintos proyectos de ley que fueron proponiéndose a lo largo de las últimas décadas comenzando por la ley 25446, Ley del fomento del libro y la lectura,  que data del año 2001 y que cuenta con un artículo en el que se menciona la exención de impuestos a la importación y exportación de libros s y otro en el que se alude que los derechos de autor deben estar exentos de ganancias. “Parece entonces que no estamos hablando de nada nuevo” dice Krimer y continúa el racconto por los posteriores y fracasados intentos de ley de los años 2011, 2019 y 2021.  Krimer se pregunta entonces ¿Por qué si existe un instituto del cine, del teatro y de la música no existe un instituto nacional del libro?

Foto: Alma Rodríguez

Por su parte,  Ecequiel Leder Kremer, reconocido librero y participante del ámbito de la industria editorial,  realizó una exposición detallada del panorama actual con respecto al sector del libro, sus déficits y sus fortalezas. “El sector del libro es un sector resistente, perdurable y eso tiene que ver con la educación pública, gratuita, laica y obligatoria. Esa matriz educativa produjo la explosión de un sistema de producción editorial, de escritura autoral muy importante.” Luego agregó: “En este contexto actual, para que un proyecto de ley tenga éxito debe atender a todas las partes. En este proyecto de la creación del Instituto Nacional del libro tenemos que estar incluidos los autores pero también los libreros, los editores, los distribuidores, los traductores”  mencionando la importancia de un proyecto de ley que contemple la exención del IVA:  “Un proyecto que ponga blanco sobre negro cuáles son los costos pagados en el impuesto valor agregado del sector en sus distintas instancias de producción y comercialización y que genere un mecanismo transparente y posible de ser llevado a la práctica para la reducción de esos IVA va a tener un consenso.” “Los números nos tienen que cerrar a todos”, culminó.

Gastó Levin, editor del Fondo Cultura Económica, se mostró un tanto más optimista y expresó: “yo creo que la creación del Instituto sería un gran paso, principalmente, porque ordenaría la conversación entre los distintos actores que participan dentro del sector, discusión que hoy se da segmentada. Si hubiera un organismo que organizara esa discusión podríamos estar todos dentro de un mismo lugar y aportar visiones parciales pero que a su vez ordenaran el espacio. Sin embargo, no son tan malas noticias y vemos editoriales nuevas, movimientos.”

También se refirió a que la ausencia de una política da en un punto clave que es el tema del papel: “El tema del papel es, me atrevería a decir, más central que nunca.” Y mencionó las dificultades que conlleva la impresión de libros en nuestro país y que, a su vez, implica la pérdida de la posibilidad de impresión hacia otros países de América Latina.

Para finalizar la mesa, la escritora y editora Paula Brecciaroli expresó: “Es un gran ecosistema en el que me toca estar en el lugar de escritora, editora, librera, diseñar las tapas” y consideró lo difícil que es entender las distintas partes dentro de un todo en el que ninguno de los sectores es verdaderamente beneficiado.  

Al abrir el debate al resto de los presentes, se mencionó con preocupación la llegada de la inteligencia artificial al mundo de la producción autoral, hecho que pone en peligro, entre otras cosas, tanto el trabajo de autores como de ilustradores.