Decididamente Enrique Vila-Matas tendrá que sacar de la lista de los “escritores del NO” -es decir de escritores que produjeron una obra memorable y luego se llamaron a silencio – al autor de El guardián en el centeno (o El cazador oculto, como se  conoció la novela en la publicación en español de Fabril Editora), J.D.Salinger. 

Matt, segundo hijo de su segundo matrimonio, afirma que su padre siguió escribiendo siempre aunque dejó de publicar y que el será el encargado, junto con su viuda, de hacer que esa obra se edite y se haga pública. Así lo aseguró en una entrevista concedida a The Guardian,

Según se aclara en la nota, Matt es actor, productor de cine y teatro y protagonizó al Capitán América en la película de 1990.

Es posible que ni los más íntimos conozcan en profundidad las razones por las que Salinger padre, autor de uno de los libros más leídos del mundo, se autocondenó al destierro y llevó una vida solitaria. Su condición de sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial de la que participó como soldado, podría ser una explicación posible. Si bien salvó su vida, quedaron en él marcas psicológicas indelebles. Muchos de sus compañeros lo recuerdan escabulléndose entre las bombas para poder sentarse a escribir. En 1943 se convirtió en agente de contraespionaje del ejército de Estados Unidos.

Lo cierto es que, lejos de promover el olvido en sus lectores, su actitud lo convirtió en un mito en vida. Su deseo de soledad, según se cuenta, tenía un costado violento: era capaz de amenazar con un arma a cualquier curioso que se acercara a su casa con el fin de conocerlo. De esta forma construyó de manera inconsciente, su propia  leyenda. Recluido  en Cornish, New Hampshire, publicó luego de su libro consagratorio: Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961), Levantad, carpinteros, la viga maestra y Seymour: una introducción (1963).

Se dice que luego se dedicó a la práctica del budismo zen, a mirar películas por televisión, se hizo vegetariano, confió en la medicina homeopática y pasó brevemente por la Iglesia de la Cienciología. Pero acerca de la vida de J.D. Salinger todas son conjeturas y se lo ha retratado de las formas más contrapuestas.

Su viuda y su hijo dedican hoy la mayor parte de su tiempo a ordenar su obra, cosa que no resulta fácil, ya que Salinger tipió desordenadamente en sus máquinas de escribir  Underwood  y Royal y dejó, además, muchísimas notas en papeles pequeños, hojas cortadas en ocho partes a las que llamaba sus “fragmentos” o “bocetos”. 

«Cuando su viuda y yo –dice Matt a The Guardian– evaluamos por primera vez lo que había que hacer después de su muerte, supe que no produciría ninguna película u obra de teatro por un tiempo y supe también que solo actuaría lo suficiente como para mantener a mi familia». Los escritos de Salinger le exigen una gran entrega y un trabajo de tiempo completo. Es su deseo trabajar a conciencia y ser fiel al legado ético de su padre. “Nunca nos dedicaremos al merchandising –dice- nunca habrá un vodka que se llame Salinger”.

Kenneth Slawenski es el autor de una enorme biografía del Salinger, Una vida oculta. En ella cuenta que en su juventud, el autor de El guardián en el centeno dudaba entre ser actor o escritor y que, lejos del ostracismo al que se entregaría luego, se dedicaba a frecuentar fiestas de moda de la mano de Oona O´Neill, la hija del famoso dramaturgo, que fue su gran amor. El romance entre ambos terminó cuando Oona decidió casarse con Charles Chaplin. Por ese entonces, Salinger no era un autor consagrado y las revistas, tanto The New Yorker como otras similares, se dedicaban a rechazar sus escritos. Pero la vida da muchas vueltas y las cosas cambian. Así Salinger pasó del rechazo a la admiración muchas veces fanática de sus lectores.

La escritora Joyce Maynard mantuvo una relación amorosa con Salinger que tenía 35 años más que ella en el momento del romance. De esa relación apasionada nació un libro de Maynard que no hace quedar muy bien parado al escritor. Dice que es un hombre de mal carácter, obsesionado por la comida sana y que «es idealizado por la gente gracias a su supuesta condición de iluminado espiritual». Cuando se inició la relación ella tenía 18 años. Salinger había leído un artículo de ella en el que aparecía su foto y quiso conocerla de inmediato. El final de la pareja no fue, como suele suceder, tan glamoroso como el principio

De Salinger se han hecho los retratos más contradictorios. Su silencio alentó en parte las opiniones extremas. Pero más allá de ellas está su obra, la ya conocida y la que se conocerá en el futuro aunque desde 2010 el controvertido escritor haya entrado en el silencio definitivo y ya no necesite de armas y amenazas para defender su soledad.