Como no podía ser de otro modo en un país que atraviesa una seria situación económica, la industria editorial en su conjunto, desde las editoriales a las librerías, afronta una situación crítica que no es nueva, dado que sus crisis fue profundizada por la pandemia, pero no generada por ella. El sector venía en caída sostenida en los últimos años.

«A nosotros la caída de la economía por efecto de la pandemia nos ha afectado mucho, tanto que los editores hemos dejado de hacer novedades, por lo que la bibliografía se vio restringida así como los ejemplares de venta», dijo a Télam el titular de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Martín Gremmelspacher, 
cuyo informe anual se acaba de dar a conocer. «Lamentablemente –agregó- la industria entró a la pandemia muy castigada porque venía de un descenso prolongado de los últimos años, con caídas constantes».  Pero también expresó su confianza en que durante 2021 una vez superados los momentos más difíciles de la pandemia.

Aunque las cifras de la caída son dramáticas, las estrategias de las editoriales y librerías para aumentar la producción y las ventas han sido muchas y si se las compara con el que fue quizá el momento más crítico del sector, abril de 2020, en el que no se publicó prácticamente nada, comienza a verse un leve repunte, aunque esta sensación puede estar determinada por el hecho de que en las editoriales hay una cantidad de originales que estaban pensados para publicar el año pasado y, debido a las condiciones del país, recién comienzan a salir ahora y son consecuencia de la necesaria alteración de los planes editoriales.

Según la CAL, “la producción editorial de 2020 vuelve a mostrar un retroceso respecto a 2019, afectada sobre todo por la situación de pandemia. La caída en la producción de ejemplares de novedades fue de un 30% respecto de 2019 acumulando un descenso de 60 puntos porcentuales respecto a 2016”.

El sector editorial comercial registra una caída que no solo afecta el lanzamiento de novedades, sino también la tirada de ejemplares. En el primer rubro la caída es de un 25% mientras que en el segundo es de un 35%. “La tirada promedio –dice la CAL- pasó de 2.700 ejemplares en 2016 a 1.600 en 2020. La mayoría de estas novedades salieron al mercado con una tirada de apenas 1.000 ejemplares, es decir, menos de un ejemplar por cada librería del país.” En la Argentina hay unas 1.200 librerías, por lo que es fácil calcular que 200 librerías estuvieron desbastecidas, con lo cual la posibilidades de venta en algunos casos fue nula ya que muchas no pudieron abastecer la ya de por sí escasa demanda por parte de los lectores. De estas 1.200 librerías 603 están ubicadas en la ciudad de Buenos Aires.

Los socios de la CAL, en su mayoría, son Pymes. La encuesta realizada por la institución a esas pequeñas editoriales arrojó que 8 de cada 10 debió ajustar su plan editorial y buscar nuevos canales de venta: venta digital y a través de redes sociales. El informe consigna también que recibieron distintos beneficios del Estado: para poder subsistir: el 65% pudo acceder al ATP y un 30% a créditos a tasas bonificadas.

La institución realizó una encuesta entre las empresas que reúne. Ante la pregunta de cuál creían que sería la situación en su propia empresa en 2021 y cuál sería la situación en el sector en ese mismo año, el 50 % de los encuestados  manifestó que creía que la situación sería igual para su empresa y el 48% estimó que sería igual para el sector.

El 83% por ciento de los encuestados manifestó que en 2020 sufrió una merma considerable tanto en la cantidad de unidades vendidas como en la facturación.

Cuando se les pidió que definieran en cinco palabras la situación del sector, la que apareció con mayor frecuencia fue “incertidumbre” seguida, entre otras,  de “temor”. “caída”, “cierre”, “reducción”, “desorganización”, “reorganización”, “adaptación”, “achicamiento”, “retroceso”, “adaptación.”

Paralelamente a la caída del libro tradicional de soporte papel, se dio un aceleramiento marcado de la digitalización, aunque los libros pensados expresamente para formato digital solo representó un 5%. El 35 % fueron reediciones digitales de libros que ya tenían una versión en papel.

La caída fue particularmente estrepitosa en la cantidad de publicación de ejemplares. Si en 2019 se imprimieron 12, 4 millones, en 2020 las cifras descendieron a 8 millones.  En 2020, la cantidad de novedades  (2579) fue levemente superior a las del 2019 (2559), apenas 20 ejemplares de diferencia, lo que es casi insignificante.

La industria editorial padeció durante la época del macrismo  las consecuencia de la devaluación del salario, lo que disminuyó significativamente todos los consumos culturales, el libro en primer lugar. Además, dejaron de hacerse las compras de grandes volúmenes destinados a escuelas. La crisis económica vuelve a darse a partir de 2020 tanto como arrastre de la herencia del gobierno anterior como de la pandemia. Las librerías permanecieron cerradas mucho tiempo y debieron implementar la venta online. Pero aún con las librerías abiertas, la crisis persistió. Aquellas ubicadas en áreas de gran flujo de personas o dentro de shoppings se vieron afectadas por la drástica merma de circulación.

Otro hecho decisivo en la crisis del sector editorial fue que la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no se realizó en 2020 y tampoco lo hará en 2021, por lo menos en la fecha en que se realiza habitualmente, fines de abril y principios de mayo.  La Feria es el gran acontecimiento cultural del año y constituye una gran oportunidad de venta para las editoriales. Pero la crisis del sector ya se había desatado antes.  La última edición de la Feria se produjo en 2019. Quien en ese momento era la presidenta de la Fundación El Libro, María Teresa Carbano, resumió las condiciones ya entonces alarmantes del sector. “De lo que vamos a hablar a continuación –dijo- es de números claramente comprobables. Son datos sin ningún sesgo interpretativo. A través de la Agencia Argentina del ISBN tenemos la información de lo producido. Es el registro de las novedades que las editoriales realizan. El resultado del año 2018 nos muestra que se produjeron 43.000.000 de ejemplares. En 2015 se había impreso 83.000.000. Desde entonces, venimos decreciendo. El primer trimestre de 2019 fue el peor en 5 años. Y si comparamos los índices de producción de este versus el primero de 2016, la caída prácticamente alcanza el 50%. Para ser más claros: se produce prácticamente un 50% menos. Respecto de las ventas, solamente en este primer trimestre de 2019 cayeron casi un 12% respecto al primer trimestre de 2018. Y lo dramático, lo que nos preocupa grandemente, es que la caída no se detiene.”

Como se puede apreciar, la pandemia intensificó una situación que ya era grave antes de ella. Los editores están poniendo a prueba su creatividad para atraer lectores y la publicación de novedades es una de las estrategias posibles para lograr ese fin. Por eso, si la cantidad de nuevos títulos se ha mantenido o incluso se ha incrementado levemente, esto no debe tomarse como una señal de repunte del r, sino más bien como una búsqueda de frenar la caída. Del mismo modo, la incrementación de la publicación digital no debería ser leída como la realización de la muerte anunciada del libro tradicional, sino como una búsqueda desesperada de compensar la falta de ventas. 

La situación general no parece dejar mucho lugar para el optimismo del sector.  Su reactivación depende en gran parte  de la reactivación del país, condición indispensable para aumentar los consumos culturales.  Depende también de que los números de los contagios bajen lo suficiente como para que las librerías, que en tiempos mejores constituyeron parte importante de la identidad  sobre todo de la ciudad de Buenos Aires, vuelvan a ser el canal principal de venta de libros y tienten a los lectores desde sus vidrieras y mesas de novedades.