Daniel González y Alfredo Alonso lanzaron “La Comunicación en los Territorios: experiencias en la construcción colectiva del conocimiento”, libro en el que oficiaron de compiladores e incluye textos de ellos dos y de Mario Lozano y Adriana Díaz. El libro refleja la extraordinaria experiencia que hizo la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) en las últimas dos décadas en el partido de Quilmes, uno de los territorios con mayor cantidad de asentamientos, la original forma de resolver el problema del hábitat al que fueron sometidos desde 1976 los sectores populares a fin de vencer su resistencia al proyecto de reconfiguración social y cultural de la dictadura que comandaron las Fuerzas Armadas.

“La UNQ se encuentra geográficamente en un territorio con fuerte presencia de asentamientos -señala Alonso-. Un sector importante de su población vive en villas y asentamientos. De allí que ha sido emblemática la experiencia en territorios que desarrollamos desde hace casi 20 años. Hemos encontrado en esta experiencia que los ciudadanos, de generación en generación, tienen como referencia cultural al asentamiento; el legado de padres a hijos es enseñar a asentarse, buscar nuevos territorios para tener su propio hábitat. A diferencia de la cultura tradicional del resto del país, donde tenemos esa referencia del trabajo como ordenador de la familia.”

“Nos interesa pensar al territorio no como una simple localización geográfica, sino también como un espacio de encuentro: de deseos, culturas, organizaciones”, completa González este enfoque tan particular sobre el territorio, en especial desde el punto de vista académico. “Allí nos parece que parece que se construye una dimensión de la participación cultural más amplia y superadora. Decimos esto porque nos tocó pensar una experiencia de llegada al desarrollo desde Quilmes, comprendiendo que en los distintos lugares del conurbano sur gran parte de la definición del territorio estaba dada por la construcción colectiva de organizaciones de cada sociedad, que tenían como objetivo llegar a lograr su lugar de hábitat. Y desde esa perspectiva transmitir intergeneracionalmente a sus hijos, a sus nietos, etcétera, esa experiencia; forma parte de la cultura identitaria del lugar. Desde esa perspectiva lo más importante no es pensar el territorio como una localización sino como un lugar en el que se circunscriben y encuentran saberes.”

Pero esa variable del territorio es, al menos desde el lugar de la UNQ, según su relación con la comunicación. “El libro por un lado hace una historización de la vinculación de la universidad y su comunidad a partir de distintas estrategias a lo largo de la historia -explica González-. Y son muchos los territorios de la comunicación los que permiten incluir herramientas del campo disciplinar para trabajar los distintos aspectos de la vinculación entre la universidad y la sociedad. Vemos que hay una fuerte relación entre lo que se denomina comunicación y medios, o comunicación y lenguajes mediáticos, que implica trabajar la producción de contenidos comunicacionales, que pueden ser en los distintos lenguajes: audiovisuales, radiofónicos, gráficos o multimediales. Y en este sentido para nosotros es muy importante generar condiciones para que los sujetos activos de esos contenidos sean los propios sujetos de los distintos barrios. Uno de esos casos es el proyecto cronistas barriales en el cual jóvenes de distintos barrios producen información audiovisual acerca de sus barrios contando acerca de temas de interés que los propios jóvenes tienen: algunas veces son peticiones hacia la política pública sobre necesidades de asfaltado, dragado, necesidades específicas, y otras veces poner en visibilidad proyectos o expresiones que se dan en el seno del barrio y que nunca son noticia en otros medios.”

“La comunicación es clave para poder entender la posibilidad de intervención social para transformar los escenarios del territorial -define Alonso-. Primero porque como dice Paulo Freire, la extensión es comunicación. Entonces la posibilidad transformar el mundo, de comunicarlo, es sentir, también, que el sector que patrimonialmente ocupa el lugar del conocimiento en la sociedad, que es la universidad, se contacta con ellos, se forma junto con ellos; crece, interpreta y comprende cada vez más las problemáticas, las características y complejidades de ese territorio. Eso de algún modo también sirve para transformar ese territorio, darle otra sentido, otra perspectiva, otro horizonte de vida.”