El licenciado en Antropología por la Universidad Nacional de La Plata Fernando Pepe coordinaba el Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanas del INAI desde 2015. Bajo su coordinación se llevaron a cabo diversas restituciones de restos humanos indígenas a sus comunidades de origen. Esos restos se encontraban fundamentalmente en museos donde habían sido expuestos luego la llamada Campaña del Desierto, responsable del genocidio de los pueblos originarios. Recientemente ha sido designado al frente de la nueva área que se integra al programa y que implica salir a ejercer la protección de los sitios sagrados de las diferentes comunidades originarias que se encuentran en territorio argentino y que sufren distinto tipo de profanaciones.

-¿Cuáles son los objetivos de la nueva área creada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) de la que vas a estar al frente?

-Es un paso más en la defensa de los derechos de los pueblos   reglamentada por la ley 25.517 de Restitución de Restos Humanos que se había  promulgado en 2001, pero que no había sido reglamentada. Su reglamentación o insumió cuatro años hasta que fue llevada a cabo bajo el gobierno de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el marco del Bicentenario. En ese momento nos convocan al colectivo Guias al INAI para trabajar en este programa. Allí trabajamos con las comunidades el Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas que fue creado por el Ministerio de Desarrollo Social, del que dependía el INAI en ese momento, a partir de la resolución 360. Trabajamos todo 2011, hicimos consultas a distintas comunidades del país, a los Consejeros de Participación Indígena (CPI). Yo pasé a coordinar el programa en 2015. Desde ese programa fuimos realizando distintas acciones de defensa de las diversas comunidades como restituciones y protección de algunos sitios sagrados.  El miércoles pasado, la presidenta del INAI, Magdalena Odarda  firmó la Resolución de la creación de esta nueva área. Entonces agregamos al Programa Nacional de Identificación y Restitución la protección de sitios sagrados cubriendo legalmente algo que de hecho ya estábamos haciendo, porque ya habíamos tomado intervenciones judiciales en algunos de esos sitios. La creación de esta nueva área potencia el programa de Identificación y Restitución y ahora empezamos a defender en el territorio los cementerios y tumbas que son sagrados para todos los pueblos originarios.  Es decir que salimos del museo para defender lo que está pasando en el territorio, lo que es muy importante para las comunidades originarias.

¿Además de los cementerios qué otros sitios sagrados existen?

– Las comunidades originarias tienen una variedad de lugares sagrados que se corresponde con la variedad que también encontramos en los pueblos originarios. Tenemos más de 33 pueblos diferentes en nuestro territorio argentino, con distintas cosmovisiones. Por ejemplo, los pueblos Aymaras- Quechuas tienen los volcanes como sitios sagrados en las máximas alturas como el Aconcagua, el Llullaillaco, el cerro de Chuscha. Allí tienen altares sagrados a más de 5000 o 6000 metros de altura con ofrendas que han hecho durante muchísimo tiempo. Allí se encuentras los Apus que son las entidades sagradas de estos pueblos. Las comunidades tienen un lazo especial con esos lugares en altura. También el volcán Lanín es sagrado para las comunidades mapuches y allí encontramos una continuidad en la cosmovisión del pueblo quechua-aymara con el pueblo mapuche. Los pueblos guaraníes tienen las Casas de los muertos, el opi, que es el recinto sagrado donde se realizan las ceremonias ancestrales. Más allá de las diferencias, todos los pueblos originarios tienen los cementerios como sitios sagrados de sus ancestros, eso es lo que une las diferentes cosmovisiones.

-Hace un tiempo leí que se había corrido una carrera automovilística en un cementerio indígena, por lo que resulta clara una de las formas en que se los profana. ¿Pero de qué modo se profanan los sitios sagrados a 5000 o 6000 metros de altura?  

-Nosotros ya comenzamos con restituciones de altura. Hicimos una restitución a la comunidad Colla  Atacameña de Catamarca, del volcán Antofalla de una momia que se encontraba en el Museo de San Fernando del Valle de Catamarca. Los sitios sagrados de altura pueden ser profanados por andinistas o, tiempo atrás, por algún que otro buscador de tesoros. Más recientemente las comunidades han denunciado la profanación realizada por arqueólogos de altura como fue el caso de Los niños de Llullaillaco que están expuestos en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.

-¿De qué forma se ejerce la protección de estos sitios sagrados?

– Sumar el área de Protección de Sitios Sagrados es una propuesta de la doctora Magdalena Odarda, directora del INAI, quien ha presentado una ley en el Senado de la Nación de protección de estos sitios, donde se instituye una penalidad a quien los destruya. Hay distintas formas de protegerlos. Nosotros entendemos que desde nuestro rol de antropólogos debemos promover la visibilización y concientización masiva sobre estos temas a través de las currículas escolares, de los medios masivos de comunicación, por medios como Tiempo Argentino. Esto significa educar a las personas para que no junten puntas de flecha, para que no profanen las tumbas de los pueblos originarios para llevarse un cráneo como trofeo –es terrible, pero estas cosas pasan- y que hagan una denuncia si saben de hechos de este tipo. La protección también abarca ciertos emprendimientos económicos que van a modificar un territorio en el que puede haber un cementerio del que nadie sabía y que se encuentra a partir de ese emprendimiento. Para esto existen leyes nacionales de protección y las leyes de impacto ambiental, pero siempre es bueno reforzarlas desde el INAI porque en estos casos existe  una participación directa de los pueblos originarios. De ese modo sumamos la mirada y el saber indígena a las leyes ya existentes y eso me parece fundamental.

Es decir que el INAI apunta a que los criterios que se apliquen en esos casos sean los que provienen de los pueblos indígenas y no de quienes no pertenecen a ellos.

-Exactamente. Todos sabemos que cuando se llevó a cabo el genocidio de los pueblos originarios fueron corridos de su territorio, esclavizados como lo decía Osvaldo Bayer, se ubicaron en las fronteras con Chile, Bolivia y Paraguay y los cementerios antiguos de las comunidades quedaron desprotegidos. Por eso durante mucho tiempo los viajeros que pasaban por los lugares de los que los pueblos originarios habían sido desplazados profanaban esos cementerios. Eso sigue hasta la actualidad porque muchos de esos cementerios quedaron en lugares privados o en los lugares públicos donde cualquiera puede profanarlos, si no hay una protección realizada con cercos, con cartelería. Hay muchos modos de protección que implementamos a lo largo y lo ancho del país. En algunos casos hemos tenido que presentar denuncias en la justicia y tenemos amparos funcionando para proteger algunos sitios sagrados. En otros, hemos llegado a acuerdos para que se los proteja de acuerdo con leyes ya existentes  y se los ha protegido. En algunos, todavía seguimos luchando.

-¿Cómo vivís desde lo personal haber sido nombrado en este nuevo cargo?

-Como un gran reconocimiento del INAI, ya que el programa está por cumplir 10 años y hace 10 años que estoy en el INAI.  También lo vivo como un reconocimiento de parte de Magdalena Odarda a tantos años de trabajo en el tema.