Hoy, 22 de noviembre, se celebra el Día de la Música en honor de la patrona de los músicos, Santa Cecilia, que murió un 22 de noviembre del año 230 (d.C). En 1584 el Papa Gregorio XIII la declaró Patrona de la música y de los músicos. Pero ¿cuál es la asociación de esta mártir romana en particular con la música? El hecho más probable para que se la relacione con la música es porque desde muy joven y de acuerdo con las costumbres y tradiciones de las familias patricias romanas, Cecilia debió iniciarse y tocar algún instrumento musical, probablemente la lira, la cítara o algún tipo de arpa de las utilizadas por las damas de la sociedad romana. También se la relaciona porque se dice que cuando se casó por deseo de su padre (a pesar de haber decidido ofrecerse al Señor), mientras los músicos tocaban, la santa cantaba a Dios en su corazón. Cecilia había sido una virgen de una ilustre noble familia romana, quien se había convertido al cristianismo desde su infancia, y cuyas prácticas y devociones eran muy fervorosas. Sus padres, que no compartían sus pensamientos, la dieron en matrimonio a un noble joven pagano, de nombre Valeriano. Según parece, la música siempre se relacionó con los santos, incluso con los santos populares que no son designados tales por la Iglesia. En Argentina, los músicos tienen su propio santo protector, San Pugliese, cuyo rezo dice: “Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos deje en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”. Según la escritora y periodista Ivana Romero, en un artículo publicado originalmente en el número 1 de la revista 32 pies, «por internet circula el relato de una prueba de sonido que venía en picada, antes de un recital de Charly García, hasta que alguien puso un disco de Pugliese y los equipos empezaron a sonar como los dioses. Rodolfo García –baterista de Almendra primero y de Aquelarre, después; uno de los iniciadores del rock local– no sabe si eso es cierto o no. Pero sí le consta que desde fines de los setenta, en algún rincón de los escenarios aparecían fotitos del músico. O su nombre, escrito como un grafiti un poco clandestino. Con el tiempo, la palabra “Pugliese” se convirtió en una especie de rezo de extensión mínima para alejar la mufa. Actualmente, San Pugliese tiene estampita, oración, página web propia (www.sanpugliese.com.ar) y 48 mil devotos en Facebook que le dejan pedidos crípticos como “tirame un centro, hermano”, “mandame la llama violeta” e inclusive “ayudame con la tarea de matemáticas”. Para los creyentes o los que no lo son, la música es ese espacio intangible, matemática audible o moléculas de aire que vibran con el sonido, como lo describió alguna vez el Maestro Ernesto Epstein, que se transforma en un universo en el que con solo doce notas (en la notación occidental) creadores como Mozart, Beethoven, Bach, Satie, Evans, Ellington, Gardel, Beatles, Spinetta, Yupanqui, Salgán y tantísimos otros, sigue conmoviendo a la humanidad. Como sentenció Frank Zappa, “Recuerda que la información no es conocimiento. El conocimiento no es sabiduría. La sabiduría no es verdad. La verdad no es la belleza. La belleza no es el amor. El amor no es la música. La música … la música es lo mejor.»