La escritora Ángela Pradelli es voluntaria para probar la vacuna contra el coronavirus y ya se aplicó la primera dosis

Por: Mónica López Ocón

Le preocupó el tema del virus antes que al resto de los argentinos, porque cuando comenzaron los primeros casos en China, estaba por viajar a ese país. Desde entonces, nunca dudó de que quería participar en las pruebas. La convocatoria que hizo el equipo del doctor Fernando Polak fue la oportunidad para cumplir su deseo.

El 17 de septiembre de 2019, en la edición web de Tiempo Argentino se publicaba la noticia de que la escritora Ángela Pradelli había ganado “el premio otorgado por la editorial People´s Literature Press al Mejor libro en español publicado en 2018 que otorga la Asociación de Escritores Chinos en Shangai por La violenta respiración del mundo que habla de los niños apropiados durante la última dictadura militar argentina y en la que aparece Rodolfo Walsh como personaje.”

El viaje que realizaría a ese país no se produjo porque su fecha coincidió con los primeros brotes de coronavirus en ese país. A casi un año de ese hecho, Pradelli es voluntaria en el programa que está probando la vacuna en seres humanos. Ese viaje que finalmente no pudo realizar fue el comienzo de su interés por un problema que para los argentinos en ese momento resultaba muy lejano.

-¿Cómo se te ocurrió la idea de ofrecerte para probar una de las vacunas contra el coronavirus que están fase de experimentación en seres humanos?

-Justo en el momento en que comenzó a haber casos de coronavirus en China yo estaba por viajar a ese país. Por eso, cuando el tema todavía no era una preocupación aquí, yo ya había empezado a leer mucho sobre el virus y sobre lo que estaba pasando en China. Yo no podía viajar porque los chinos iban a cerrar la frontera, no por nosotros. Luego, rápidamente, el virus se extendió como se extendió. En los primeros tiempos estuve tan dedicada a leer sobre el tema que no pude leer ni escribir ficción. Por supuesto, yo no soy especialista, pero leía artículos de difusión, todo lo que caía en mis manos. Además, me escribían amigos que tengo en China y también mi familia de Italia. Mi familia italiana en un momento comenzó a contarme que andaban con barbijo y que para ir a hacer las compras la gente esperaba en la calle guardando por lo menos un metro de distancia. Pensé que eso jamás podría aplicarse en un país como la Argentina. Estuve prácticamente un mes sin poder leer nada que no fuera sobre ese tema. Me importaba el virus y lo que estaba provocando en lo laboral y en el comportamiento social. Ahora, por suerte, estoy escribiendo tres libros en paralelo. Una vez leí que era posible que la vacuna se pudiera probar aquí, en Argentina, pero hasta ese momento no parecía más que un rumor. Eso me impactó mucho porque yo sabía que si la vacuna se probaba acá, yo quería anotarme en el ensayo. Fui siguiendo la información que aparecía en notas muy cortitas que decían que aún eso no estaba confirmado. Pero un domingo por la mañana me encontré con la noticia que confirmaba esta información. Esperé unas horas, pensé, volví a leer algunas notas que había guardado que me parecían interesantes. En la nota que confirmaba la noticia había una dirección a la que había que escribir si uno quería formar parte de la prueba de la vacuna y escribí.

-¿Quién convocaba para hacer estas pruebas?

-El equipo del doctor Fernando Polak.  Es la vacuna de los Estados Unidos. Luego de ciertas evaluaciones que son específicas de un laboratorio y que no sé cuáles son, Estados unidos es el que evalúa. Y mandé mi solicitud muy convencida de que me iban a llamar. Luego me enteré de que había como 15.000 personas anotadas y que llamaron solo a 5000, pero cuando yo me enteré de eso ya me habían llamado. En realidad, me llamaron muy rápidamente.

-¿Hay algún tipo de selección? ¿Hay alguna razón específica por la que te llamaron?

-No lo sé, pero no creo que haya una razón específica, porque lo que te preguntan es tu nombre y tu DNI, tu edad y el lugar donde vivís porque la prueba se estaba haciendo con gente de CABA y del Conurbano. Me considero una persona afortunada porque la verdad es que deseaba mucho participar.

-Es decir que la información había despertado tu interés por el tema.

-Vuelvo a aclarar que mi conocimiento no era específico. Yo soy escritora, no profesional de la medicina. Por otra parte, había informaciones cruzadas, cosa que es lógica porque es un virus nuevo del que se conoce poco, hay mucha gente estudiándolo y aparecen datos nuevos. Incluso fue cambiando desde febrero a hoy. Al principio se decía que no teníamos que andar con barbijos, que el virus era más débil cuando hacía calor como todavía hacía en nuestro país. Luego me mandaron un artículo desde China que decía que el comportamiento del virus no tenía que ver con el clima, sino con el comportamiento social. En invierno uno sale menos de su casa y el virus tiene mucha menos circulación comunitaria. Esto fue en abril, pero parece que fue hace un siglo.

-¿Y cómo fue el proceso desde que te llamaron hasta hoy?

-Me llamó una persona muy amable, Marta, que me dijo que era del equipo del doctor Polak. Algo que me pareció gracioso es que su cargo era ser “reclutadora” que supongo que es una traducción aproximada del inglés. Yo la cargo y le digo que en ese equipo necesitan una escritora. Marta es una persona muy contenedora. Hablamos mucho sobre todas mis dudas. En realidad no tenía tantas porque había leído mucho sobre el tema. Me dijo: “vos podés pensarlo, no tenés que contestarlo ya, si querés podés tomarte unos días sin ningún problema». Yo le contesté inmediatamente que sí. El equipo está muy bien organizado en sectores: el personal médico, las enfermeras que te sacan sangre, el personal que se ocupa de los estudios, Desde la recepción hasta el personal que te atiende todo funciona muy bien. Trabajan de una manera tan coordinada que ni siquiera te das cuenta cuándo termina un sector y comienza el otro. Es algo realmente para resaltar porque, más allá de que es gente amorosa,hay todo un esfuerzo empleado en lograr que sean tan eficientes y cordiales. 

-¿Y ya te diste la primea dosis?

-Sí, me la di el jueves pasado luego de una serie de chequeos como hisopados, extracción de sangre y varias cosas más. Son dos dosis las que me van a aplicar. La segunda me la van a dar el 17 de septiembre.

-¿Qué pasa una vez que te aplican la primera dosis? ¿Hay un seguimiento?

-Sí, hay un seguimiento diario. Luego hay que hacer un reporte semanal al equipo.

-¿Y en qué consiste el seguimiento diario?

-En tomarte la fiebre varias veces, porque no tenés fiebre a las 3, pero puede levantar a las 4. Me regalaron un termómetro (risas). Además hay una guardia disponible las 24 horas. Siempre hay un médico o una médica disponible que te va a atender si te sube la fiebre o tenés cualquier otro síntoma como dolor de cabeza o de garganta, carraspera, dolor de pecho, en fin, cualquier cosa que sientas. Una vez por semana hay que volcar los datos en una aplicación que bajás en tu teléfono. A los que no quieren bajar la aplicación por algún motivo, les dan un dispositivo que les enseñan a manejar. En mi caso, bajé la aplicación. El próximo jueves tengo que volcar los datos. El equipo te hace controles durante más de dos años, es decir, 26 meses.

-Supongo que antes de ingresar a la prueba también habrá alguna preparación.

-Sí, el primer día tuve una larga charla con una médica. Esa charla dura todo el tiempo que el voluntario o la voluntaria quieran. Cada voluntario o voluntaria tiene un profesional médico asignado.  Leemos también un largo documento mediante el que uno se compromete a formar parte del ensayo iniciado por lo que se te informa qué va a pasar con lo que vos aportas, por ejemplo, con tu sangre, si se va a usar también para otro tipo de investigación, cuáles son tus derechos y cuáles no. Eso está muy detallado. Vos podés dejar el programa antes de que se cumplan los 26 meses y en el momento de retirarte podés pedir también que no se use nunca más la sangre que aportaste o por el contrario, podés irte pero permitir que tu sangre se utilice para otras investigaciones. Por supuesto, esto es anónimo. Todo está muy bien planificado. Fue difícil leer el documento con barbijo porque es muy largo, pero lo hice. Luego te hacen una serie de análisis de sangre, de orina. También se chequea si una mujer está embarazada. No en mi caso porque tengo más de 60. Es un proceso largo. Estuve más de cuatro horas allí hasta que finalmente llegó la enfermera con las bandejas de la vacuna y de los placebos. Uno no sabe con qué lo van a inyectar.

-¿Cuál es la función del placebo en este caso?

-No siempre lo que siente una persona es objetivo. Hay personas a las que las inyectan y de inmediato comienzan a tener todos los síntomas que escucharon de un médico o que leyeron en una revista que podía despertar la vacuna o todos los síntomas que se sienten cuando uno se aplica la vacuna de la gripe, por ejemplo. Ellos tienen que tomar en cuenta esta información que procesan de acuerdo a determinados criterios que desconozco. Creo que todos los voluntarios queríamos que nos aplicaran la vacuna aunque son tan importante los que las recibieron como los que fueron inyectados con un placebo. Me siento más dentro del programa si pienso que me aplicaron la vacuna. Y yo siento que me aplicaron la vacuna, pero quizá sea más el deseo que otra cosa.

-Vos no sabés, entonces, si te aplicaron una dosis de vacuna o un placebo.

-No, no lo sé, pero tengo una intuición y es que me aplicaron la vacuna

-¿Nunca tuviste miedo?

-No, no tuve miedo nunca, ni siquiera cuando alguna gente me decía “cómo vas a hacer una cosa así, no seas loca”.  Y no es no sienta miedo porque soy valiente, es que jamás sentí que corría ningún riego. Les tengo mucha confianza en los científicos argentinos. Admiro a los científicos de todo el mundo, pero especialmente a los de nuestro país porque trabajan en las condiciones en que todos sabemos que trabajan, porque hacen un trabajo que parte de la sociedad ignora, desvaloriza y hasta los cree vagos.  Y ni hablar de lo que creen algunos presidentes, les quitan presupuesto, los mandan a lavar los platos. Admiro mucho ese tesón, esa vocación, esa pasión por lo que hacen. Trabajan años y a veces no llegan a ningún lado y tienen que recomenzar, seguir nuevas pistas. Por eso despiertan toda mi admiración y mi confianza. No es que voy a ciegas a un lugar sin saber con qué me voy a encontrar. Sé cuál es su calidad de profesionales.

-¿Te informaron si estas pruebas pueden entrañar algún peligro?

– Hasta el momento no hay registro de ningún peligro. Todo está dispuesto para que no lo haya.

-¿Y tu círculo más íntimo, tus seres queridos qué opinan de tu decisión?

-Una vez que contesté a la convocatoria les di a leer una nota y les dije que tenía ganas de participar de la prueba. Por la noche me llamaron y me hablaron con mucha delicadeza. Me dijeron que a lo mejor era mejor esperar un poco. Yo les contesté que ya era tarde, que ya había mandado mi solicitud y lo entendieron. Creo que todo el mundo tiene como cierto cosquilleo en relación con estos temas. Y lo medios no ayudan. Me contaron que en un programa supuestamente cómico pasaron unos monstruos y que cuando alguien preguntó quiénes eran, le contestaron que era los que habían probado en Argentina la vacuna que se está haciendo contra el covid. Seguro que la gente que habla así va a ser la primera que se va a aplicar la vacuna cuando esté lista.

-¿Y cuál fue la reacción de tus colegas?

-Hay mucha gente, sobre todo en las redes, gente que no conozco, que me pregunta “por qué te anotaste”. Me recuerda a la pregunta “por qué escribís sobre los hijos de los desaparecidos o sobre sus nietos y nietas”. Tendría muchas respuestas a mano. Pero mi pregunta es otra: está muriendo gente, está colapsando el servicio de salud. Los médicos y las médicas no dan más y entonces la pregunta para mí no es” por qué”, sino “cómo no”, como no vamos a colaborar con una vacuna que puede ser una solución en dos o tres meses.

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