“La literatura no sirve para nada que no sea ofrecer el placer que produce”, aseguró el escritor argentino César Aira ayer en el discurso inaugural del Festival de Literatura de Berlín. Es evidente que al él le produce un gran placer, dado que su obra está compuesta por más de 70 novelas y es famoso no sólo por su proyecto literario detrás del que se vislumbra un concepto propio y muy elaborado de la literatura, sino también por ser quizá el más prolífico de los autores argentinos.

Según lo afirma la agencia Efe, habló también de su gusto por los misterios y los enigmas que nació en la infancia. «De niño –dijo- yo atesoraba lo que no entendía (…) me gustaba perseguir misterios que no tenían nada de trascendentes». El gusto por los enigmas, en tanto, es el que lo llevó a los libros y a que la lectura sea su ocupación favorita, al punto de convertirse en «ese personaje banal que es el hombre culto, el hombre de las respuestas», a la vez que lo ayudó a encontrar «nuevas perplejidades».

La mayoría de los escritores, según una tesis que produjo sonrisas de desconcierto en el auditorio, escribe irremediablemente bien -sólo unos cuantos «cisnes negros» logran escribir mal, dijo-, tras lo cual preguntó, «por qué nos empeñamos en escribir mejor y nos conformamos con escribir bien». «Tanto va empeorando la vida -se respondió- que tenemos que hacer más y más para redimirla en la obra (…) Lo mejor no alcanza nunca lo peor como en la carrera de Aquiles y la tortuga», agregó.

Reciente ganador del premio chileno de narrativa Manuel Rojas, dotado de 60 mil dólares, publicó, entre muchísimas otras obras, Ema, la cautiva, Embalse, Cumpleaños, Parménides, El mármol y La guerra de los gimnasios.

El Festival de Literatura de Berlín se realiza todos los años en la primera quincena de septiembre y reúne autores de diferntes paises para que comparten sus textos con el público, expresar sus opiniones literarias y hablan sobre temas de actualiad.