Se levantó y fue en busca de un pilón de hojas. Las repartió ante la sorpresa de cada uno de los asistentes a la presentación y les pidió que dibujaran al comisario Moyano, como cada uno se lo imaginara. Probablemente Dardo Dozo haya recibido una devolución muy diferente de su novela, certera, con profundidad, en detalle, con una mirada psicológica, inclusive con una interesante dosis de humor. El autor acababa de presentar en público El Comisario Moyano, en la propia sede de Editorial Dunken, rodeado de centenares de libros, flanqueado por Claudia Kricun y por Víctor Hugo Morales.

Con tan singular presentación, Dozo mostró que no solo es escritor sino también actor, docente, guionista, director y dramaturgo. Un hombre de teatro. Y la novela, entonces, se compone de una sucesión de guiones, con las infaltables didascalias. Probablemente allí se encuentre la clave central: la propuesta de provocar otra mirada del contexto de la trama, la lectura desde otro espacio. Una voz paralela para que el lector tenga otra dimensión, como si una cámara le estuviera sumando imágenes, colores, lugares, apariencias, movimientos.

¿Qué le aporta y qué le quita el formato de guión teatral? ¿Imagen, sorpresa?

–Lo que deseo es que quien lo lea disfrute, ingrese en ese mundo tan peculiar y tan intenso de Moyano; que se enamoren de él, de los personajes principales y de otros que nacen en las diferentes historias. La propuesta ha sido crear personajes queribles, plenos de humanidad, combinando el accionar dentro de cada investigación con momentos de hondas y vivas relaciones. Que quien lee, los desee acompañar. El libro ha nacido con ese formato de novela policial teatral: considero que todo es aporte. Leer teatro no es una tarea habitual. La propuesta, al novelar las acotaciones, es acercar la lectura a mayor cantidad de lectores y lectoras. Al sostener el suspenso en cada historia, lo no esperado se presenta dentro de la narrativa. Lo que deseo es que cada lector o lectora genere su propia película dentro de sí, su propia serie policial. Víctor Hugo dice que esencialmente es una historia de amor. Tiene mucho de eso

¿Qué te dejó la experiencia de que los lectores dibujasen al comisario? 

–Decidimos con Claudia Kricun hacer un juego que consistió en leer un fragmento de una escena donde aparece, por primera vez Moyano para que luego los invitados dibujaran lo que imaginaron. Una experiencia maravillosa. Resulta profundamente conmovedor ver el testimonio de lo que se provoca con las palabras, con los mundos que se intentan crear.

La trama de la obra consta de cuatro historias sucedidas en las cuatro estaciones del año. Como luego de escuchar a Vivaldi o a Piazzola. «El deseo de no ver« se desarrolla durante un verano; a otoño corresponde «Bajo el signo de la sangre»; luego llega «Romeo encadenado» que trascurre en invierno. La conclusión llega en la primavera con «Las razones del viento». Podrían ser cuatro libros, cuatro obras, cuatro memorias. Pero es uno solo. Aunque la perspectiva augura otras historias en un futuro cercano. Más voces que propongan nuevos diálogos con el lector.

–¿Por qué un policial? ¿Sentiste la influencia de alguno de los íconos del género como, por caso, Soriano, Padura, Chandler, Agatha Christie, Camilleri, entre otros?

–Escribir este tipo de género, me exige investigar ciertos temas que habitualmente no se conocen. Algunos que son hasta sumamente macabros. Pero que se deben investigar para poder, luego, ficcionar con herramientas verosímiles. Coincido absolutamente con quienes citás. Inspiran, provocan caminos literarios. Sumo a Mankell, Simenon, Giovani, Anne Perri, Poe, Doyle, Hammett, Highsmith, entre tantas autorías. Cada quien con su estilo, y la diversidad, en todos los sentidos, siempre enriquece. Me fascina buscar indicios para provocar en quien lee.

–A Moyano le gusta cocinar, leer, escuchar opera, es nostálgico. Los policías de los cuentos suelen tener esas características…

Sí, esa cierta melancolía que lo humaniza, que no lo estructura dentro de lo convencional. Cocina para sus amigos y amigas; lee y cita fragmentos de literatura dentro de los casos que investiga, se deleita con la música clásica, es enamoradizo. Y puede decir algunas cosas y necesita callar otras. Dentro de este libro, todavía no se devela algo que en el próximo será develado y que tiene que ver con algunos pasajes sobre un sueño que lo persigue. Y sobre un elemento que algunas veces es nombrado. Dejo aquí algunos indicios.

–¿Cuánto Mariano Moyano es Dardo Dozo?

–Siempre se crea desde un paraje existente para despegar hacia los mundos ficcionales.

–¿Por qué cuatro estaciones? ¿Vivaldi, Piazolla? 

–La novela tiene un andar musical. Como ese andar de los diversos momentos de la vida. Y este año que transcurre, acerca el momento del retiro de Moyano como comisario, el último año dentro de su profesión. Pero allí está Sabrina Morales quien tomará su puesto y también moviliza su historia.

–Resaltaste la figura de uno de los personajes, Librada.

–Es el único personaje real del libro. Librada es una señora que conocemos hace muchos años. Tiene una sabiduría increíble. Dentro de la obra he escrito algunas actitudes que son absolutamente de ella. Es alguien muy arraigada en la vida de Moyano como también se instala paso a paso en cada protagonista de la historia. Como sucede con la Librada verdadera. Esa mujer por momentos callada, reflexiva y que puede decir algo que sintetiza lo que otros diríamos con miles de palabras. Esa poética de síntesis que denota una gran sabiduría. Librada es una mujer que sabe ver más allá de lo visible.

–¿Va a continuar la saga?

–Ya estoy comenzando a trabajar en ello, elaborando la estructura, nuevos casos, nuevos lugares, para luego construir este nuevo mundo.  «