Suele repetirse con frecuencia que la lengua es un organismo vivo. Y es cierto. Por lo tanto, también las palabras cumplen el ciclo de la vida: nacen, crecen, ¿se reproducen? y mueren. Claro que en ellas la muerte no es inexorable y además, a diferencia de los seres humanos, tienen un promedio de vida muy variable y también la posibilidad de resucitar.

Así lo plantea la joven artista multidisciplinaria de Zaragoza Marta P. Campos (1990) quien expone hasta el 29 de septiembre 1914-2014 en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid. La muestra fue organizada por dicho organismo en colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC).

Se trata de un proyecto que recoge las casi 2800 palabras que murieron en el transcurso de los 100 años  que se especifican en el título de la exposición. ¿De qué modo determinó la artista que esas palabras estaban muertas? Sencillamente, comparó las entradas del diccionario de la Real Academia Española (RAE) que había en 1914 que ya no figuraban allí en la edición de 2014.

Pero el proyecto no concluye aquí. Campos también invita detectar palabras muertas y a reciclarlas para que vuelvan a tener aunque sea una vida efímera. Según lo informan los organizadores, la muestra se estructura sobre tres ejes:

. El libro de artista titulado 1914-2014: diccionario cementerio del español que consta de dos voluminosos tomos en los que se consignan las palabras que han muerto y fue editado por el MUSAC y la editorial Entrascuas. “Además –explican los organizadores- se han colocado en la Caja de las Letras 24 láminas con palabras en desuso, un escritorio y nueve ficheros. Cada lámina deja ver las letras iniciales y finales de numerosas palabras superpuestas, representa una letra del abecedario y contiene todos los vocablos que se han eliminado de esa letra. Hay tres huecos entre las imágenes, que corresponden a las tres letras que aún conservan todas sus palabras: la K, la Ñ y la W.” El escritorio y los ficheros interpelan al visitante de la muestra para que cree nuevas acepciones para las palabras muertas y deje comentarios. Para eso tiene un amplio espacio: 2000 fichas.

. Un foro para reciclar palabras muertas (http://19142014.es/foro/. Su función es recuperar palabras en desuso y experimentar con ellas para darles nueva vida. Desde una computadora ubicada en la antesala de la muestra, los visitantes pueden determinar en línea si las palabras que se les presentan ordenadas alfabéticamente están realmente muertas y establecer posibles acepciones nuevas. En el foro se anuncia: “Con este foro se pretende habilitar un espacio en la red en el que se puedan encontrar fácilmente todas las palabras del castellano que pese a haber sido eliminadas del diccionario han pertenecido a nuestro vocabulario en el pasado y no merecen ser completamente olvidadas.”

.Tres talleres para diferentes públicos. El primero, que tendrá lugar durante el mes de julio se llama Visibilización y reciclaje de palabras muertas y está destinado a estudiantes de español. El segundo se llevará a cabo en septiembre bajo el nombre La palabra….no está en el diccionario y está dirigido a chicos de 5 a 12 años. El tercero, que se realizará en el mismo mes, estará destinado a la familia.

¿Por qué mueren las palabras? Por falta de uso. Igual que los músculos, cuando no se ejercitan, se atrofian. Además, desaparecieron muchos nombres de oficios porque esos oficios dejaron de ejercerse. Los cambios sociales también son un factor importante en la desaparición de las vocablos. Algunos mantienen su acepción, pero ha cambiado la forma en que se escriben.

Las mayores pérdidas se produjeron en la letra “A” de la que han desaparecido 642 palabras, mientras que las que se registran bajo las letras “K”, “Ñ” y “W” permanecen invictas.

Entre las palabras desaparecidas más curiosas de las casi 2800 que se consigan figuran «cuñadez», que podría resucitar porque, por lo menos en España, es común hablar del «cuñadismo», aunque Campos asegura que es difícil que una palabra resucite. También ha desparecido «cocodriz”, femenino de cocodrilo, “durandaima” que pertenecía a una jerga carcelaria que se hablaba en el este de Valencia en el siglo XV y «camasquince», adjetivo que calificaba a una persona como entrometida.” Fuera del diccionario quedaron también “lianza», «leción», «lugarejo», «bajotraer» que designa a una forma de abatimiento y «sagrativamente» que significa hablar con misterio.

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, dijo que la exposición estimula la reflexión «no solo sobre el valor de lo que se conquista sino también del riesgo de lo que se puede perder».