“El Alto de pie, nunca de rodillas”. Es el estribillo de batalla pesada que identifica a la plebeya ciudad altiplánica erecta a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. El canto sonó fuerte en 2003 en Bolivia, cuando se desató sangrienta la Guerra del Gas. Corría el segundo mandato de Gonzalo “Goni” Sánchez de Lozada, el agringado presidente –balbuceaba en spanglish– que quiso vender gas a precio vil a Estados Unidos y México vía los puertos de Chile. La maniobra terminó en tragedia. Los combativos alteños pusieron el cuerpo en las calles. Goni renunció y debió huir a Miami, donde sigue exiliado. Nunca respondió ante la Justicia por las decenas de muertes que dejó su gobierno.

El apellido Sánchez de Lozada es mala palabra en la capital aymara del planeta. El expresidente es un “q’ara”, blanco racista que quiso pisotear los valores y principios de la urbe popular. “Yo conocía a Goni por mi papá, ya que nos contaba también que, aparte de odiar a los pobres, odiaba todo aquello con lo que mi familia se identificaba: ‘¡Ustedes son hijos de campesinos, hijos de aymaras! ¡No pueden comportarse como hijos de ese q’ara!”, escribe Quya Reyna al comienzo de Los hijos de Goni, el fascinante libro de no-ficción en el que la joven escritora asume el desafío de narrar en primera persona la historia reciente de sus pagos. Las memorias de una familia, o de miles.

Publicado por la activa editorial Sobras Selectas hace pocos meses, Los hijos de Goni es un libro transgénero. Crónica, diario, memorias, manual de supervivencia. Una “mirada alteña”, alejada de la visión sociológica que suele abordar el día a día en la ciudad dormitorio que custodia desde las alturas a la hoyada de La Paz.

Desde la Guerra del Gas hasta el golpe de Estado contra el gobierno del MAS, sin olvidar a la vital Feria 16 de Julio, los mil y un mercados, el choque entre lo urbano y lo rural, las penurias y orgullos de un pueblo que nunca baja los brazos. Nueve crónicas de prosa delicada, íntima, amorosa, luminosa, vital, melancólica. Recuerdan, con otros tonos, las derivas de Víctor Hugo Viscarra, Jaime Sáenz y la Vicky Ayllón.

Quya Reyna, seudónimo literario de Reyna Maribel Suñagua Copa, es nacida y criada en El Alto. Y eso se nota en cada línea. Es parte del grupo indianista-katarista Jichha y del colectivo Las Martinas. Se gana la vida como comunicadora (egresada de la Universidad Mayor de San Andrés), ilustradora y diseñadora gráfica.

Reflexiona Reyna en una de sus crónicas: “Y quizás sí pues, eso es el alteño: un plato sin receta, uno que se construye desde lo que hay en casa, desde lo que se cosecha, dependiendo la temporada”. Cuánta razón. Un pueblo que está de pie, nunca de rodillas.