Fundada por Manuel Pampín, desde 1970, es decir desde hace casi medio siglo, la editorial Corregidor no sólo publica libros fundamentales, sino que, además, ha logrado afrontar las múltiples crisis económicas argentinas sin bajar los brazos, sin hacer concesiones a los tiránicos dictados del mercado en su catálogo y sin integrarse y disolverse en alguno de los grandes grupos editoriales como una forma de garantizar su subsistencia. 

Ubicada en el Pabellón Verde de la Feria del Libro, más precisamente en el stand 1108, es una cita obligada para quienes quieran adquirir libros que no deberían faltar en ninguna biblioteca que no se consiguen en ninguna otra editorial. Las obras completas de Macedonio Fernández es sólo uno de los múltiples ejemplos de lo que ofrece en materia de literatura argentina. 

Es Norberto Gugliotella, del área de prensa de Corregidor y, como todos los integrantes de la editorial, una suerte de “hombre orquesta” que se ocupa de muchas cosas a la vez, quien habla de cómo se conforma el catálogo de esta editorial argentina de pequeña estructura y grandes publicaciones. “En cuanto al personal –dice Gugliotella al respecto- somos una editorial chica. Sólo trabajamos seis personas. En cuanto a la cantidad de novedades y producción somos una empresa mediana, una pyme familiar argentina.” 

 -¿Cómo se conforma el catálogo de Corregidor y qué es lo que el lector puede conseguir en el stand de la Feria del Libro que no va a conseguir en otro lugar? Por citar sólo un ejemplo, un autor tan increíble como el puertorriqueño Eduardo Lalo. 

– Eduardo Lalo es un escritor exclusivo de Corregidor. Tenemos la posibilidad de publicar todos sus libros, incluso su  última novela  Historia de Yuké, que va a salir en junio. Con nuestras colecciones literarias como Archipiélago Caribe lo que intentamos es establecer redes entre Latinoamérica para que desde aquí podamos conocernos entre nosotros y no depender de factores externos. No queremos que vengan de afuera a indicarnos qué puertorriqueño es bueno, qué cubano es bueno. Si hay un autor puertorriqueño, un cubano o un venezolano bueno, queremos darlo a conocer desde América y no esperar a que España como faro cultural nos imponga lo que tenemos que leer. Por eso, en el 99 la editorial comenzó una colección que se llama Vereda Brasil que se transformó poco a poco en la colección más grande de literatura brasileña fuera de Brasil. Publicamos ocho libros de Clarice Lispector y en el transcurso de este año publicaremos cinco libros más. Vamos a tener la producción más importante de esta autora en Vereda Brasil, que para nosotros es algo extraordinario porque es la autora más representativa del siglo XX brasileño. Dentro de esa colección publicamos autores como Silviano Santiago que ganó múltiples premios en toda América: en Brasil, el Machado de Asís; en Chile, el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso; la última novela suya publicada por Corregidor ganó el Premio Océanos. Es alguien muy importante, quien introdujo a Derrida en Latinoamérica y tiene una obra fantástica. 

-¿Qué más publicaron en esa colección?

-Publicamos a Ferreira Gullar, un poeta extraordinario que murió hace un año. Editamos su libro más famoso, Poema sucio, que es genial. También publicamos a Ferréz, un autor de la favela que inició el movimiento de literatura marginal. Hay que destacar que en la colección todos los prologuistas y traductores de todos los libros son los especialistas en cada tema. Por ejemplo, la traductora de Ferréz es especialista en literatura marginal brasileña. No cualquier traductor puede hacerlo por el nivel de oralidad que tiene su obra que no es el mismo de las grandes ciudades. Eso es muy importante. Son traducciones hechas desde América. Siempre les recomiendo a los lectores que compren libros con traducciones hechas en América, que hablen en nuestro registro porque creo que no debemos depender de las traducciones españolas, ya que muchas palabras usadas en España no significan lo mismo en América. 

-¿Y qué pasa con la literatura argentina, por ejemplo con un autor fundamental como Macedonio Fernández? 

-Publicamos la obra de Macedonio desde hace más de 45 años. Fuimos renovando la estética de la colección varias veces, la última hace un par de años. Su obra tiene un gran peso propio, pero el buen diseño es un plus que atrae a los lectores. El año pasado el Museo de la novela de la Eterna cumplió 50 años de su publicación. Sin duda, Macedonio es uno de los padres de la literatura argentina del siglo XX. Es un prócer que fue un maestro para Borges, Piglia y otros autores muy importantes. 

-También han publicado la obra de Felisberto Hernández. 

-Sí, hay una colección que se llama Al Sur del Río Bravo en la que publicamos grandes autores latinoamericanos como Felisberto Hernández, Juan Carlos Onetti, Oliverio Girondo, Enrique Molina y también Macedonio Fernández está en esa colección. 

-¿Sus obras completas sólo la tiene Corregidor? 

-Sí, somos los únicos que publicamos a Macedeonio. Emecé sacó la historia de la literatura argentina que dirige Noé Jitrik y que está ordenada por períodos y tiene sólo dos autores, uno del siglo XIX y XX, al que le dedicó un tomo entero: Sarmiento para el siglo XIX y Macedonio para el XX. Esta es una de las pruebas de la trascendencia de Macedonio para la literatura del siglo XX.

 -Volvamos a Archipiélago Caribe.

 -Bueno, allí, como dije, publicamos a Eduardo Lalo. Su novela Simone es un resumen de la novela moderna: es erótica, filosófica, marginal, urbana, fragmentaria…Es decir, tiene todo lo que tiene que tener una novela de hoy. En 2013 esa novela ganó el Rómulo Gallegos. Fue el primer libro que publicamos en esta colección y ese premio hizo que muchos grandes autores se acercaran a la editorial, entre ellos un autor cubano como Marcial Gala que es extraordinario. De él publicamos dos novelas, La catedral de los negros y Sentada en su verde limón que se centra en el “Período especial” que es cuando cae el muro y es el momento de mayor carencia dentro de la isla. Es una novela de los excesos: exceso de amor, de droga, de alcohol, de sexo, de desamor, de música. Sale música por toda la novela, los personajes vibran en el cuerpo del lector. A partir de Lalo y Gala se acercó un autor venezolano. En casi 50 años de la editorial no habíamos publicado a ningún autor de esa nacionalidad y lo terminamos publicando en diciembre del año pasado. Se llama Gabriel Payares y es un joven de 35 años. Su volumen de cuentos se llama Lo irreparable. Está integrado por ocho relatos diferentes, siete narrados en primera persona y uno en tercera persona. Este último es desgarrador y el resto tienen una particularidad: el autor se va metiendo en pieles diferentes y puede trabajar muy bien con una narradora mujer, con un narrador militar, uno anciano, uno travesti. Payares tiene una enorme capacidad camaleónica. Es un libro muy recomendable que acercó a la editorial Horacio Convertini. Nos dijo “este autor es para ustedes” y cuando lo leímos comprobamos que era así. Publicamos también Emoticons, de la dominicana Aurora Arias y así vamos armando una gran colección de literatura caribeña. El libro de Payares está publicado también en  Narrativas al Sur del Río Bravo. Allí publicamos cuatro libros, uno es el de Payares, dos son de Débora Mundani y uno de Ariel Urquiza, No hay risas en el cielo, que ganó el Premio Casa de las Américas en 2016. En sus libros confluyen voces de uruguayos, peruanos, mexicanos, argentinos, cada uno logrado con un nivel de lengua increíble. Hay mucha violencia en sus textos, pero siempre aparece velada, todas las muertes son en tiempo pasado. Se destacan las relaciones humanas: madre-hijo, padre-hijo, compañeros. Narra el mundo de machos del narcotráfico de una manera extraordinaria. 

-¿Y los libros de Débora Mundani? 

-El primero que sacamos fue El río que fue segundo premio Casa de las Américas 2015, una novela exquisita. Es la historia de un hombre que debe cumplir una promesa hecha a su madre. Arranca en el Delta y atraviesa el Paraná en medio de una sudestada. El río le trae historias del pasado que van a completar su identidad. Narra y describe en la misma oración, algo muy poco frecuente. La otra novela de Débora acaba de salir ahora para la Feria y se llama La convención. Se ubica en el mundo de los bancos, en las grandes esferas de Recursos Humanos. En El río todas las descripciones son pequeñas y los personajes son hoscos, huraño. En La convención describe los personajes a partir de la ropa porque está en el mundo de la imagen. Va cambiando la manera de narrar de acuerdo con el mundo narrado para encontrar el tono de cada mundo y eso es sorprendente. Algo similar pasa con las dos novelas Marcial Gala y ésa es una versatilidad que celebramos. 

-¿Qué pasa con la literatura infantil? 

-Comenzamos una colección hace dos años. Los dos primeros que publicamos uno fue de Ferréz, Amanecer esmeralda y otro libro de Claudio Valente que es el hijo de Clarice Lispector. También sacamos uno de Márgara Averbach que se llama Mirar de cerca. Recientemente publicamos uno de Mariana Baggio que es una de las cantantes infantiles más importantes del momento y el libro viene con realidad aumentada por lo que se puede ver el videoclip que tiene que ver con el cuento que se llama Pajarito. Para adolescentes publicamos un libro de Juan Ginot que se llama Misión Kenobi, ilustrado por Lea Caballero. Es una historia que transcurre en tierras de provincia y está atravesada por personajes de Star Wars. 

-¿Tienen otras colecciones?

-Sí, una muy importante de deportes y una también muy importante de teatro argentino. Además, una de libros de tango y de Buenos Aires que nos viene acompañando desde el principio de nuestra historia. Fuimos los primeros en publicar a Osvaldo Soriano (Triste solitario y final). Pampín también publicó a Alberto Laiseca (Su turno para morir). Pasaron y siguen pasando muchísimos escritores por la editorial. 

-¿Los autores latinoamericanos se conocen menos en su propio continente que los de Europa o Estados Unidos? 

-Sí, un grupo de editoriales independientes estamos tratando de revertir eso, pero la máquina publicitaria de los grandes grupos editoriales es muy grande. Es difícil competir en librerías, mesas, difusión. Igual hay que intentarlo. Ahora a Marcial Gala lo van a traducir al italiano, al inglés, al alemán. Nosotros estamos dando a conocer al autor internacionalmente. Lalo ya está traducido al inglés, al griego, al serbio…Darlos a conocer es un proceso que a una editorial pequeña le lleva mucho más tiempo sin un aparato publicitarios como el que tienen los grandes grupos, pero se está produciendo muy buena literatura en América Latina y nosotros somos los encargados de difundirla. 

-¿Cuál es el secreto de una editorial independiente para sobrevivir? 

-No lo sé, pero trabajamos con mucha pasión. Tanto Pampín como sus tres hijos, Paula, Fernanda y Juan le ponen toda la pasión a lo que hacen, lo mismo que Federico que es un gran promotor. Laburamos en conjunto y tiramos todos para el mismo lado. Quizá el secreto sea ése.