Tras una semana agitada, durante el feriado del 1° de mayo Luis Puenzo, presidente del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), dio a conocer una carta pública. Con ella buscó aclarar una serie de malos entendidos, generados por la interpretación torcida que desde distintos medios de comunicación hicieron sobre el anuncio de incluir a los servicios de streaming, como Netflix, dentro de las actividades alcanzadas por el Impuesto al Cine con el que se nutre el Fondo de Fomento destinado a financiar la industria cinematográfica local.

Esta iniciativa ya le había sido reclamada al organismo con insistencia desde distintos sectores de la comunidad audiovisual, incluyendo a productores, directores y técnicos de cine. La respuesta llegó con el informe de gestión que el Incaa publicó el 18 de abril con la firma de Puenzo y, en el que, entre otras cosas, coincidía con quienes sugerían incluir a las plataformas de video on demand entre las tributarias al Fondo de Fomento. Sin embargo el presidente del Incaa también sostenía que esta coyuntura, en referencia a la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la covid-19, no era la indicada para ponerla en marcha.

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Sin embargo días más tarde pareció corregir esa decisión, cuando a partir de declaraciones realizadas en diversas entrevistas dio a entender que el Instituto ya se encontraba preparando la implementación de lo que algunos periodistas denominaron, de forma incorrecta, el «Nuevo Impuesto a Netflix». A partir de ahí fueron varios los medios que se dedicaron a sacarle punta a la indignación generalizada, asentando la idea de que el Gobierno planeaba gravar a los servicios de streaming, que por otra parte es una de las actividades que más se ha beneficiado por la suspensión de los espectáculos cinematográficos y las medidas de cuarentena y aislamiento en todo el mundo.

Ante el aumento de informaciones incorrectas que, de forma deliberada o no, contribuyeron a establecer un mal clima en medio de una situación que en sí misma genera en la población motivos de intranquilidad genuinos, Puenzo decidió responder con una carta por fuera de la esfera del Incaa y de su cargo. Tal vez en ese carácter personal y no oficial, y en la mención directa de algunos periodistas, a quienes a través de la inclusión sus apellidos se les da una innecesaria entidad, se encuentre las únicas objeciones que se le pueden hacer a la carta.

El resto es una necesaria aclaración que, entre otras cosas, pasa en limpio cuál es el carácter, el fin y el alcance de la Ley del Cine; en qué consiste el impuesto que desde 1950 todos los espectadores pagan cada vez que compran una entrada para ver una película; y desde 1994, cada vez que ven cine por televisión, ya sea abierta o por cable, o cada vez que alquilaban una película en un videoclub. Actividad que, por el devenir de la propia tecnología, hoy realizan los servicios de streaming y, por lo tanto, también deben tributar.

A continuación, algunos extractos de la carta de abierta de Luis Puenzo, que permitirán entender de qué forma se está trabajando para adecuar la ley ya existente al contexto del siglo XXI:

“La administración del espectro radioeléctrico argentino es función del Estado. Además de regular la transmisión de datos, esto implica preservar la soberanía nacional, proteger la identidad cultural de nuestro pueblo y garantizar el federalismo y el derecho de acceso a la comunicación. Lo que incluye a las llamadas OTT (Over The Top), las plataformas. La tecnología es funcional a los contenidos y no al revés.”

“Desde los años ´50 contamos con un Fondo de Fomento nutrido con el 10% que los espectadores pagamos al comprar entradas de cine. Pero en la fenomenal crisis de comienzos de los ´90 el cine argentino tocó fondo, en términos de producción y exhibición. En esa instancia, a partir del ´92 luchamos en el Congreso por lo que después se llamó la «Ley del Cine», promulgada en 1994. Esta reforma consistió en extender el 10% del impuesto a las «tecnologías de punta», a las nuevas pantallas: el VHS, los videoclubes, la televisión y el cable.”

“Los fondos así generados sirven al país y a sus habitantes, y los mismos son para el cine y no para quienes lo hacemos. Toda nación soberana necesita producir sus propios contenidos.”

“Conviene aclarar una confusión. Habrán escuchado que el 10% sobre el precio de las entradas ‘sale del IVA’. Esto no es así. Ocurre que este porcentaje sumado al IVA adicionaba un 31% al precio básico de las entradas. Y ante ciertos reclamos la DGI de entonces decidió reducir su percepción de IVA al 11%, para así dejar espacio al 10% destinado al cine. De este modo, la suma conjunta de ambos impuestos vuelve a ser el 21%, lo que suele provocar confusiones.”

“Aplicando este mismo concepto, se nos ocurrió que el 21% de IVA que ya pagan los abonados a las plataformas, también podría reducirse al 11% como ocurre con las entradas de cine. Así destinar el 10% restante al Fondo de Fomento del INCAA.”

“Esta es la idea que le transmitimos a Netflix. Los abonados ya pagan y las tarjetas de crédito son agentes de retención del 21% que recibe Afip. En caso de prosperar esta idea se dividiría en dos impuestos: el 11% de IVA y un 10% destinado a la producción audiovisual.”

“El sentido de nuestra propuesta es generar fondos genuinos para un Fondo de Fomento Audiovisual que triplicaría al actual, para reactivar la industria después de la pandemia.”

“Estos impuestos se están debatiendo en todo el mundo y han cobrado relevancia a partir del aislamiento, con el incremento de abonados a las plataformas. Pero creemos que el camino que podríamos tomar en Argentina es mejor que otros que se están intentando (en otros países).”

“Argentina es un territorio ideal para producir series argentinas con el apoyo del Instituto, pero también para que las PyMes productoras brinden servicios a las series extranjeras. Esto debería ser natural. Por la reconocida capacidad de nuestros técnicos, la calidad de los elencos, el equipamiento y las espléndidas locaciones con infraestructura que el país ofrece, necesitadas de recuperarse en cuanto sea posible de los estragos que la pandemia ha causado al turismo. México está produciendo 35 series anuales, España el doble, Colombia más de 15 y en Argentina no pasan de cinco o seis en el año.”

“Netflix ha demostrado su voluntad de producir en Argentina, ya empezó a hacerlo antes de la emergencia y anunció nuevas producciones en el país, al igual que varias otras plataformas. Estamos en un momento que no hay que dejar pasar.”