“Nada más esencial para una sociedad que la clasificación de sus lenguajes, Cambiar esa clasificación, desplazar la palabra es hacer una revolución” dice Roland Barthes.  

La lengua constituye una parte esencial de cada uno de nosotros a la vez que representa uno de los fenómenos sociales más importantes para la humanidad por ser intrínseco a la naturaleza humana y esencial tanto por su capacidad de organizar los pensamientos como de hacer posible la transmisión de ideas. Sin la lengua no somos nada, sin la lengua no hay nada.

La lengua es también esa zona donde se articulan formas de poder, se juegan tensiones, se  dirimen territorios y por eso constituye el mejor reflejo de nuestra ideología: por medio de ella pensamos, decimos, sentimos y conocemos la realidad que nos rodea. La lengua puede ser liberadora y al mismo tiempo actuar como una herramienta de dominación: todos los discursos que circulan en la sociedad, en su mayoría, creados y transmitidos por los distintos medios hegemónicos y las instituciones construyen e imponen una visión de la realidad lista para ser consumida sin cuestionar.

En un momento histórico, cultural y social como este en el que la lengua expresa de manera tan tangible los cambios que se viven dentro de una comunidad, en el que el llamado “lenguaje inclusivo” así como el lenguaje que nombra a las nuevas tecnologías nos hace cuestionarnos la opacidad del lenguaje, la norma y su uso, hay quienes como María teresa Andruetto nos ayudan a pensar.

María Teresa Andruetto es una de las escritoras argentinas más reconocidas actualmente a nivel nacional e internacional. Su enorme producción abarca una extensa obra literaria destinada al público adulto, adolescente e infantil pero también incluye una vasta producción ensayística.

Autora de textos como Hacia una literatura sin adjetivos y La lectura, otra revolución, cada reflexión suya nos confirma que “escuchar/leer a Tere Andruetto es siempre una invitación. Con su palabra acompaña, expande, tensa, extiende, anuda, comparte, renueva, invita, responde, dialoga con la palabra de otras y otros.” Eso se ve reflejado en su último libro, Ecos de la lengua, publicado por Ediciones de la Terraza, una editorial independiente con sede en la ciudad de Córdoba.

El libro está conformado por una recopilación de textos: la ponencia de cierre durante el Congreso Internacional de la Lengua Española de 2019, una entrevista realizada durante 2019 en Cabana (Córdoba)  y un desglosario conformado por una selección de términos utilizados por Andruetto, redefinidos a partir de alguna alusión a otros textos recomendados en cada una de las entradas. Tanto el desglosario, como las notas al pie o las distintas ilustraciones constituyen una guía orientadora para su lectura. Todo este material va acompañado por las originales ilustraciones de El esperpento, reconocido ilustrador santafesino criado en Córdoba.

Con motivo de su nueva publicación dialogó con Tiempo Argentino

Ecos de la lengua es un libro particular porque en él juega un rol decisivo tu participación, pero también su modo de edición, la manera en que están recopilados los artículos y la ilustración. ¿Cómo surgió esta obra? ¿Cómo fue la propuesta desde sus génesis?

-Exactamente así, como decís, Alma. Fueron sus editores, los tan especiales editores de La Terraza, quienes me convocaron para este libro. La concepción general fue de ellos que, a su vez son militantes de cultura libre y financiamientos editoriales colectivos. Me propusieron editar el discurso de cierre del último Congreso de la Lengua tal cual estaba y a eso agregar una extensa entrevista, largas conversaciones en torno a la lengua que tuvimos aquí en casa, y que editamos en rico intercambio ambas partes y luego un desglosario y derivas a la web que es un trabajo de ellos, los editores, que me fueron enviando varias veces, siempre con mucho cuidado y cariño hasta ajustar todo. Después está el arte de tapa y las ilustraciones de El esperpento que, siento, se hermanan completamente con los textos. Estoy muy contenta con esos Ecos que representan una manera distinta, nueva, para mí de publicar y también otra manera de circular.  

Aparecen, por ejemplo, palabras subrayadas y muchas notas al pie que completan u orientan la lectura. ¿Cómo fue la decisión acerca de ese subrayado y la incorporación de esa información desde los márgenes?

-La decisión acerca de qué subrayar y desde dónde hacer las derivas (porque no se trata de notas al pie, ni de respuestas directas a los subrayados, sino pequeños viajes hacia esas u otras cuestiones) fue de los editores. A ellos pertenece la búsqueda de aportes que enriquecieran el texto principal y la entrevista, aunque me enviaron todas y cada una de las entradas y consensuamos todo en un intercambio muy rico y cuidadoso.

En tu obra literaria y teórica es posible reconocer un estilo de escritura propio, una forma de escribir que tiene que ver con la creación de ciertos personajes, ciertas atmósferas y ciertas historias, en el caso del discurso literario, y el abordaje de ciertas temáticas dentro de la producción teórica. En Ecos de la lengua, hay una reflexión netamente metalingüística. ¿Cómo te sentiste dentro de ese campo de producción y pensamiento? y ¿qué diferencias notaste al momento de escribir y reflexionar con respecto a la escritura literaria?

-Los puntos de partida y de llegada de las conferencias y de los materiales teóricos son siempre muy distintos a los de la poesía y de la ficción, el pensamiento y  las emociones circulan en mí de manera diferente en uno y otro caso, en las ficciones y en la poesía la emoción, la corporalidad, es la brújula; en este caso de los textos teórico, es el pensamiento, es la reflexión lo que me va guiando. De igual modo, yo tengo experiencia en escritura ensayística, he participado con conferencias en diversos espacios y algunas de ellas han sido reunidas en La lectura, otra revolución y en Hacia una literatura sin adjetivos y entonces con respecto a esos textos -más allá de lo especificono encuentro demasiadas diferencias entre el discurso sobre la lengua y otros textos teóricos que escribí sobre otras cuestiones, siempre en torno a memoria, ficciones, literatura, lectura, escuela. El derrotero en los ensayos va, como digo, en busca de ciertas ideas y convicciones y a ciertas relaciones entre ellas, aunque una vez plantadas o encontradas, trabajo mucho la escritura porque me interesa cómo suena y se condensa -para que, en lo posible se abra en el lector-eso que pienso en torno a determinadas cuestiones. Se trata de la búsqueda de un modo de decir más (más con menos, quizás) y mejor y también una idea previa de que lo bien dicho, en el sentido de dicho con cierta riqueza de lengua, llega más hondamente al otro, como quien intenta ofrecer a sus comensales una comida bien hecha, no un mejunje de ideas.

El libro está planteado principalmente como un “libro que acompañe a docentes, escritores, editores, cuentacuentos, mediadores, trabajadores de la lengua y la palabra”. ¿Qué lugar creés que tiene la reflexión acerca de la lengua como zona territorio de conflicto en el resto de los sectores de la sociedad? ¿Cómo advertís la relación entre norma, uso y tensión en los medios de comunicación y en las escuelas?

-Me parece muy importante reflexionar sobre la dimensión política de la lengua, entender que una lengua no es algo dado ni natural sino una construcción social que está en permanente transformación, por eso decimos que la lengua no tiene dueño, que es de todos sus hablantes. La dimensión potica de la lengua está por supuesto en el uso del lenguaje inclusivo que los feminismos pusieron sobre la mesa para visibilizar lo que no se veía, para nombrar lo que no tenía nombre o para nombrar de otra manera lo ya nombrado, pero habita también en otros usos, regionales o de clase o de edad de sus hablantes. Me gusta recordar que la lengua es al mismo tiempo privada y pública, que es mía (y en tanto eso, tengo la libertad de apropiármela a mi manera) pero no es solo mía (en tanto la uso para comunicarme con otros) y entonces no se trata de imposiciones de determinadas formas antiguas o nuevas sino de tensiones entre diversos usos que coexisten desde distintos espacios e incluso coexisten al interior de nosotros mismos en nuestras diversas situaciones de habla. A mí lo que más me interesa de una lengua, aquello donde veo su mayor potencia es en la pluralidad y singularidad de hablas que contiene, que pujan por hacerse un lugar en ella, y que son reflejo de esa diversidad humana que sale de nuestras bocas. Claro que la escuela debe enseñar un uso más o menos estándar de la lengua, un uso más general que es el que necesitamos para ciertas cuestiones o espacios formales como buscar ciertos trabajos o escribir notas de reclamo y entonces (porque quien sabe lo mas también sabe lo menos) eso se agregaal uso singular de la lengua en cada uno de nosotros, a esa lengua madre que cada uno de nosotros encuentra dentro de la lengua construida entre todos.