Por un lado, Corea del Norte acelera su carrera armamentística y hace caso omiso de las advertencias de Donald Trump, el Pentágono, la Unión Europea y hasta las más suaves sugerencias de Rusia y China, con los que limita, en el Este asiático, luego de que Tokio llamara a Moscú y Beijing a aumentar la presión sobre Pyongyang. La respuesta fue el lanzamiento, por segunda vez, de un misil intercontinental que, en esta ocasión, impactó en aguas del Mar de Japón. El cohete tuvo una trayectoria de unos 1000 kilómetros, con 45 minutos de vuelo, antes de hundirse en el mar.

Por el otro, fuerzas conjuntas de EE UU y Corea del Sur realizaron a las pocas horas, cuando las luces del sábado no habían despuntado en la península coreana, lanzamientos de entrenamiento de misiles balísticos, en respuesta a la nueva prueba misilística norcoreana, según reconoció el Estado Mayor Conjunto surcoreano: «En los ejercicios se emplearon el misil Hyunmoo 2 de las FFAA de la República de Corea y el misil balístico de clase tierra-tierra ATACMS del 8° Ejército de EEUU».

Los juegos de guerra en la zona no son nuevos. Pero a principios de mes, el 4 de julio, Pyongyang admitió que había logrado lanzar por primera vez, con éxito, un misil intercontinental que, según expertos, podría tener capacidad de impactar en Alaska, a unos 5500 kilómetros. Entonces, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, reunió de urgencia a su Gabinete y a la cúpula militar. Lo mismo hizo Corea del Sur. El presidente de EE UU, Donald Trump, amenazó con represalias militares Pyongyang y el Pentágono avisó: “Nuestro compromiso con la defensa de nuestros aliados, incluida Corea del Sur y Japón, frente a estas amenazas se mantiene intacto”.

Hace pocas horas, eufórico, el primer ministro norcoreano Kim Jong-Un, se despachó: «La última prueba demostró la fiabilidad de nuestro misil intercontinental y nuestra capacidad para lanzarlo de modo sorpresivo desde cualquier lugar y en cualquier momento».

Con esta prueba, se eleva a 11 el número total de ensayos de lanzamientos de misiles balísticos que Corea del Norte realizó desde enero. Durante el 2016, Pyongyang llevó a cabo más de 20 maniobras similares, además de la cuarta y la quinta pruebas nucleares, desoyendo expresas prohibiciones del Consejo de Seguridad de la ONU. «