¡Por fin Piglia llegó a China!, dice Mónica Lou Yu. Ella, en cambio, hizo el trayecto inverso: viajó de China a Buenos Aires para visitar a Piglia cuya primera novela, Respiración artificial, está traduciendo al chino. Profesora de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, secretaria general de la Asociación China de Estudios de Literatura española, portuguesa y latinoamericana y cofundadora de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA), Lu Yu fue rebautizada como Mónica por su profesor de español que consideró que llamar a sus alumnos con un nombre occidental facilitaría la identificación y el aprendizaje. Ella es la responsable de introducir al escritor argentino en su país, donde, hasta su intervención, no había sido publicado.

Quizás impulsada por su interés por la cultura argentina, eligió como lugar de encuentro con Tiempo Argentino una parrilla. Con un entusiasmo desbordante y contagioso y en un español fluido con un leve acento castizo que aprendió en su país –siguió la carrera de Filología Española, hizo una maestría en Literatura Hispánica y se doctoró con una tesis referida a Respiración artificial- habló sobre las motivaciones que la llevaron a especializarse en el escritor argentino y a traducirlo al chino. “El año pasado –cuenta– terminé mi tesis doctoral sobre Piglia. En el mes de mayo de ese mismo año me enteré de su enfermedad y decidí hacer algo para él. Así comencé a buscar editoriales chinas para introducir sus obras en mi país. En agosto, me llamó una editorial para darme una buena noticia: habían aprobado mi propuesta. Compraron los derechos de El camino de Ida, su última novela, y Respiración artificial, que es la primera.

El camino de Ida se publicó en China en marzo. Como yo no podía trabajar con dos obras, la traducción no la hice yo, sino el catedrático Zhao Deming, gran traductor, el número uno de mi país. Ha traducido más de cien obras de las letras hispánicas. Tradujo, por ejemplo, a Vargas Llosa, a Alfonso Reyes, a Tomás Eloy Martínez. La traducción de El camino de Ida se hizo en mayo y el contrato se había firmado en noviembre, de modo que fue muy rápido. Mientras tanto, yo sigo trabajando en Respiración Artificial que no es muy fácil de traducir. Creo que en China soy la persona ideal para hacerlo, porque soy la única investigadora sobre Piglia.

Sin embargo, la relación entre Mónica y Respiración artificial no fue un amor a primera vista, sino un trabajoso proceso de aprendizaje. “Hace diez años –cuenta– cuando estaba haciendo una investigación sobre Manuel Puig, encontré un artículo crítico de Piglia, La Argentina en pedazos. Para mí, antes que novelista y cuentista es un crítico literario. En 2012 estuve en el Colegio de México, quería trabajar sobre un escritor argentino y mi orientadora me recomendó a Piglia o a Saer. Yo había leído los cuentos de Piglia, pero en ese momento leí Respiración artificial y no me gustó. Pasé muchas horas leyendo las conversaciones de Renzi, el polaco… Mi tutora me dijo que la leyera de nuevo teniendo en cuenta el año en que la escribió y el entorno sociocultural argentino. La segunda vez, siguiendo esas pistas, la lectura me encantó. Sentí que Piglia me ayudó a formarme como lector-detective. Hay una tradición que comienza con Macedonio Fernández y luego pasa a Borges, a Cortázar y también a él y otros escritores. Además, nací en el mismo año en que se publicó Respiración artificial y me pareció una coincidencia interesante. Así comencé a releerla, a estudiarla. No me resultó fácil, no tanto por la dificultad de la lengua, sino porque no soy argentina y no he vivido nada de la historia de ustedes. Por eso tuve que informarme mucho. Por suerte, Piglia no utiliza mucho el lenguaje de la calle en esa novela, pero tengo que hacer muchas notas sobre los personajes y los hechos históricos argentinos que el lector chino desconoce. Aún no he publicado mi tesis y me gustaría hacerlo al mismo tiempo que aparezca la traducción de Respiración Artificial porque creo que la tesis también puede ser una guía para los lectores. Otra dificultad es que en China usamos frases cortas. Siempre trato de lograr un equilibrio entre el respeto por el estilo de la lengua original y el logro de un texto que el lector chino pueda entender. Hay días en que traduzco mucho y otros en que estoy todo un día con una frase.”

Su viaje a la Argentina tuvo un doble propósito: conocer a Piglia y traerle El camino de Ida traducido al chino porque el que le mandó por correo desde China nunca llegó a destino. Comenzó a comunicarse por mail con el escritor cuando su tesis sobre Respiración Artificial ganó un premio. “Se la envié –dice– porque era el primer estudio sobre su obra en mi país. Se ríe al decir que lamentablemente él no la pudo leer porque estaba en chino, pero que sí leyó un resumen en castellano y que la felicitó y le dijo que había hecho un buen trabajo. Sobre su encuentro personal con Piglia, cuenta: “En realidad no le pregunté muchas cosas porque ya le había hecho varias preguntas a través del correo. Además, él tiene que descansar para poner la energía en sus propios proyectos. Por otra parte, Piglia nunca da respuestas fijas, eso forma parte de sus creencias. Cada uno tiene que descubrir las cosas por sí mismo, hacer un acercamiento progresivo a la verdad, aunque la verdad no exista. Se puso muy contento por ser traducido a la lengua de mi país. En el año ’73 él estuvo en China dos meses. Por entonces era maoísta. Es decir que él había tenido un acercamiento a mi país.” Dice que lo que más la impresionó de su encuentro fue, precisamente, la alegría de Piglia al ver El camino de Ida traducido al chino. “Se lo había enviado antes por correo, pero quedó en la aduana. Entonces yo fui como una especie de mensajera de libros. Cuando lo vio puso cara como de ¡Guau! También me impresionó ver en su biblioteca la traducción de su obra a lenguas muy extrañas para mí como el coreano, el rumano, el árabe y alguna otra que ni siquiera pude descifrar.” «