“Algoritmo: conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Método y notación de las distintas formas de cálculo”.  La definición de la correctísima RAE se queda corta en el presente. Un algoritmo también puede ser un narrador. Para muestra basta un botón, como Sniper, el contador algorítmico que, en estos tiempos de fronteras difusas entre los humanos y las máquinas, narra las booms y cracs del capitalismo financiero en el libro El reemplazante.

La obra fue publicada en estas pampas por la activa editorial Caja Negra. Su autor es Alexandre Laumonier: diseñador gráfico, director de la editorial Zones Sensibles y creador del libro 6/5, biblia sobre el trading de alta frecuencia, el mercadeo frenético e informatizado de acciones que reina en el siglo XXI.

Novela a secas, crónica obsesiva sobre el devenir de la arquitectura bursátil, alegoría del capitalismo presente, fresco irónico sobre la hegemonía maquinal en el mundo de las finanzas, manual de supervivencia en una época poshumana. Sobre todo, libro transgénero. Todo eso es El reemplazante. O quizá, mucho más.

¿Dónde hay un mango? No lo dude, viejo Gómez, en las bolsas de valores. Ojo que los tiempos cambian, querido e ingenuo inversor. Nueva York, Chicago, Londres, París fueron las sedes bursátiles de carne y hueso por varios siglos. El mundo financiero contemporáneo es digital, cableado, fantasmal, repleto de numeritos en pantallas, sin el teatro histérico de los traders ni los trajecitos lujosos de los cerebros salidos de Princeton.

No muy lejos de la universidad de New Jersey, en un hangar climatizado repleto de servers en Mahwah trabaja sin respiro -con qué sueña un algoritmo- Sniper, un “francotirador” capaz de resolver operaciones en nanosegundos y aniquilar a sus competidores. Así funciona la mano invisible del mercado:

“Mi creador original me había inventado para ganar 10 mil dólares dentro de un único mercado. Hoy paso largas horas observando a mis decenas de compañeros de piso, y cuando les disparo apenas gano una fracción de dólar. Soy sólo un predador sin inteligencia, es cierto, pero no es imposible, queridos humanos de la especie Homo algorithmus, que algún día termine parasitado este mundo de tiburones que son los mercados financieros, al punto de reducir todos los esfuerzos tecnológicos de ustedes a la nada y llevarlos entonces a la ruina”.  ¿Ganaste Skynet?

Algoritmo

En el libro de Laumonier desfilan la crema y nata del parnaso bursátil de los últimos 300 años. Desde Rothschild y las palomas mensajeras que le hicieron ganar fortuna post Waterloo hasta Josh Levine, un geek desfachatado que eliminó a la estirpe de traders trajeados al crear un teclado autónomo después del lunes negro de 1987, sin olvidar a Thomas Pereffy, un migrante húngaro en Nueva York que creo un ciborg de dedos artificiales que cambió Wall Street para siempre.

Atrás del fantasma algorítmico y sus guerras: Sniffer (esnifador), Shark (tiburón), Blast (explosión), apodos de combate que esconden a los bancos malos de siempre: Goldman Sachs, Morgan Stanley, Crédit Suisse y siguen las firmas. La gran estafa. No olvidemos la burbuja explotada en 2008 y nuestro crac de 2001, por citar dos atracos cercanos.

Para cerrar, unas palabras de Henry Ford, el pionero de la producción en serie en un capitalismo tan salvaje como el actual dominado por las finanzas: “Es bueno que el pueblo de esta nación no entienda nada del sistema bancario y monetario, porque si ese fuera el caso, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana”. ¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?