El sector editorial no constituye una isla. También se hacen sentir en él los cimbronazos de una política económica que apunta a la importación más que al libro nacional,  lo que no sólo afecta a las editoriales, sino también a la industria gráfica.

Según lo informa la Cámara Argentina del Libro (CAL)que brindó un informe ante la prensa, el primer semestre de 2016 la importación de libros en la Argentina aumentó un 50 por ciento en relación al mismo período del 2015, mientras que se registró una baja del 6 por ciento en las exportaciones, a la vez que la producción de libros en todo el país disminuyó un 12, 82 por ciento.

Diana Segovia, gerente de la CAL, indicó que el crecimiento de la importación «era un aumento esperable» con la apertura de la economía, «porque hasta el año pasado el tema del comercio estaba administrado de manera más cerrada».

Por su parte, el vicepresidente de la entidad, Luis Quevedo, atribuye al levantamiento del cepo el comportamiento exterior en el circuito de libros. Y advirtió: «Hay que pensar que siempre es mas fácil importar que exportar, porque volver a lograr mercados afuera no es fácil».»Nuestro país –explicó-está en condiciones de desventaja por los precios, en comparación con los mercados colombiano, mexicano y español que, por ejemplo, no cobran IVA al papel. Eso nos dificulta el mercado internacional».

Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación del Libro, aseguró que la crisis del sector afecta a toda América Latina pero que en  Argentina influyen de manera directa la devaluación y los aumentos de precios, lo que resta competitividad.

En 2015 se importaron 31 millones de dólares y en 2016, hasta ahora, ya suman unos 47 millones de dólares. Y, al revés, «el año pasado, entre enero y agosto de 2015 se exportaron 18 millones de dólares en libros y este año, de enero a agosto 2016, 17 millones de dólares en libros», explicó Segovia

Entre enero y julio de este año se publicaron 41.711.467 ejemplares, mientras que el año pasado habían sido 47.848.085, lo que supone una caída de 12,82 por ciento.»La caída de la producción de ejemplares –reflexionó Quevedo- puede ser porque se venda menos, entonces las tiradas son menores; y también a que hay editoriales que imprimen afuera y dejaron de hacer acá parte de su producción». A diferencia de otros años, además,  el Ministerio de Educación de la Nación  no hizo compras de libros sino que decidió trabajar en la capacitación de docentes en lectura y escritura.

La crisis del sector editorial  también arrástra la industria gráfica y a las librerías. En lo que va del año ya han cerrado ocho. El cierre de El Vitral fue la que alcanzó mayor repercusión en los medios porque en los días previos al cierre definitivo liquidó su stock a precios irrisorios produciendo largas colas de compradores. Pero la mayor parte de la librería pequeñas y medianas se ven afectadas tanto por la baja de las ventas como por el aumento de los servicios.