Si está apurado, no abra «El libro de las Siniguales y del único Sinigual» de María Rosa Lojo con imágenes de Leonor Beuter. Tampoco si se siente escéptico, enojado y renuente a dejarse llevar por cualquier deslumbramiento. Ni se le ocurra abrirlo si está sentado en una silla incómoda y sin posibilidades de tumbarse en un buen sillón o en la cama, recuerde que Ítalo Calvino afirmaba que la primera condición para entregarse a un libro es estar cómodos y con los pies en alto. Apague el televisor cuyas voces se han convertido en la banda sonora de nuestra vida cotidiana al punto que a veces ni siquiera lo percibimos, aunque cuando lo apagamos sentimos un alivio como el que que produce sacarse un par de zapatos apretados. Este libro, si es que admite alguna música de fondo, es solo la de Erik Satie, tan sutil y etérea que parece de otro mundo. Tan sutil y etérea como las Siniguales, esos personajes de hebras de lana tan livianos que pueden levitar, a los que les dio vida la artista plástica Leonor Beuter, hija de María Rosa. Por eso, tampoco conviene leerlo con la ventana abierta. A veces es bueno descansar un rato de la realidad y, además, los personajes son evanescentes como los sueños y podrían disolverse si una ráfaga de viento con hollín nos despertara del ensueño que producen. Seguramente fue un libro creado en puntas de pie para no hacer ruido y despertar a los durmientes de la casa y para que las propias autoras pudieran seguir soñando despiertas. 

–¿Cómo definirías «El libro de las Siniguales y el único Sinigual»? 

–Como una apuesta singular, diría que «sinigual» que se la debo a la editorial Mar Maior de Galicia, porque en la Argentina no hubiera podido hacerlo. Sí me ofrecieron publicar la obra con algunas fotos, pero creo que eso hubiera sido una traición a la forma en que surgió el libro. 

–¿Y cómo surgió? 

–Los muñequitos que aparecen fotografiados surgieron primero. Son miniesculturas que hizo mi hija, Leonor Beuter. Son pequeñas escenas, instalaciones en escenarios muy pequeños que luego se ampliaron con la cámara. Las Siniguales son criaturitas muy chiquitas de dos o tres centímetros. Están hechas de alambres, de telas, de tul. Mi hija comenzó a trabajar con la idea de hacer algo similar a los muñecos quitapenas de Centroamérica. En realidad fue un regalo que me hizo para mi cumpleaños. Como tengo una hija artista siempre recibo regalos artesanales muy especiales. Ese mundo de muñecos minúsculos, de pequeños seres comenzó a crecer y a poblarse de nuevas criaturas. Ninguna era igual a la otra, todas eran singulares y distintas. Así fue que se le ocurrió que estos seres podían tener una historia, que podían tener un cosmos y una mitología. Entonces me pidió que colaborara con ella en crear el mundo de las Siniguales. Al principio, como siempre estoy en mil cosas, me costó concentrarme, pero en un momento dado se hizo la luz y se me ocurrió cómo empezar, cómo concebir esta historia. Al mismo tiempo que yo escribía ella seguía produciendo nuevas imágenes, nuevas escenas que, a su vez, me estimulaban a mí. Lo que está publicado no es todo lo que hicimos. Lo que se ve es solo la punta del iceberg porque es muy extensa la especie de las Siniguales. El libro tiene un lenguaje específico, lírico pero que parodia los libros de biología y zoología. Esto está hecho de forma deliberada precisamente para culminar en un lenguaje lírico porque las Siniguales son seres inexplicables e inclasificables, son seres extraordinarios. Tenemos mucho más para publicar, pero no es un libro fácil de producir. Tiene costos altos y, además, la característica de no ser fácilmente etiquetable, lo que para nosotros es un mérito, pero desde el punto de vista mercantil lo vuelve una rara criatura. Es más difícil de vender que otro tipo de libro, pero creo que el texto va encontrando de a poco sus lectores. Es una apuesta fuerte de una editorial. Cuando lo publicó por primera vez en gallego lo pusieron en el rubro de «libros singulares y fuera de colección». 

–La editorial que lo publicó en castellano es Mar Maior. 

–Sí, es un sello del grupo Galaxia, que es gallego. Mar Maior es una editorial gallego-argentina que ya este año está instalada en Buenos Aires y comienza a distribuir sus libros en librerías argentinas. 

–¿El texto en gallego lo tradujiste vos? 

–Bueno, con ayuda. Yo hablo y entiendo el gallego, pero la lengua literaria requiere más sutilezas. Yo ya había sido traducida antes al gallego por Ramón Nicolás, que tradujo la novela Finisterre. Para la presentación que se hizo en Santiago de Compostela leí bastante el texto en gallego. Mi hija Leonor vive en Berlín, pero coincidimos en Santiago de Compostela para presentar esta obra. Se presentó en una librería muy singular que se llama Lila de Lilith que es la Lilith rebelde de la Biblia. Eso es todo un símbolo porque es una librería feminista. Fue mucha gente y resultó algo realmente muy lindo. 

–Se trata de un libro-álbum, cosa que es original también porque la mayoría de este tipo de libros en que la imagen tiene un valor preponderante no son para adultos, sino para chicos. 

–Sí, yo creo que en este caso la relación entre la imagen y el texto está bastante equilibrada. 

–Pero surgió de la imagen y no al revés. 

–Sí, pero a su vez los textos alimentaron la fantasía de la artista plástica, por lo que te diría que fue un diálogo continuo. En la medida en que a mí se me iba desplegando la cosmogonía posible de las Siniguales, también se iban desplegando nuevas escenas. Está concebido como un objeto de arte y la idea es que tiene más de una lectura. El hecho de que resulte inetiquetable tiene que ver precisamente con los diferentes planos de lectura que ofrece. Seguramente los adultos van a captar cosas que los niños no van a ver, pero también los niños pueden disrutarlo con los adultos. 

–Justamente iba a preguntarte qué lector imaginás para ese libro. Seguramente un lector al que le gusta la poesía y puede salirse de los cánones establecidos por las clasificaciones. 

–Sí, creo que tiene que ser un lector flexible y, preferentemente, con sensibilidad poética y, sin duda, con una apertura hacia la fantasía. 

–¿Cómo se te ocurrió el tema de las Siniguales? 

–El nombre se lo puso Leonor y me pareció un verdadero hallazgo porque el libro es una historia de la singularidad, que es un poco la singularidad del artista y de todos los seres humanos. No somos iguales unos a otros, todos somos singulares. Es una especie de plurificación de lo singular. Cada individuo es una maravilla, una obra única. No es que el libro tenga un mensaje previsto y explícito. Pero sí se puede leer en él un juego: mientras que en la estructura cultural predominante que viene del universo patriarcal la feminidad es lo diferente, el ser fallado, el ser incompleto; aquí el raro es el varón, el masculino. Mientras la estructura patriarcal implica la subalternidad de las mujeres, aquí no hay subalternidad. Son formas de belleza que no están vinculadas por la reproducción, ni el placer, ni el poder. No hay una inversión de las reglas de juego a las que estamos acostumbrados, sino que hay reglas diferentes, hay otros matices. En nuestro mundo hay relaciones de poder y la reproducción ha sido controlada ancestralmente por los varones que se convierten en dueños de las mujeres y dueños también de lo que las mujeres producen, que son los hijos, por lo menos en las culturas predominantes. 

–La sutileza de las instalaciones y de la escritura, el carácter poético, casi etéreo de ambas, también invita a un modo de lectura diferente del que practicamos de forma cotidiana. 

–Sí, hay una frase de Ana María Shua que le hizo al libro una crítica muy linda y que me acompañó en su presentación en la Feria. Ella dice que es «el triunfo de la sutileza”» Yo le estoy muy agradecida por eso, porque justamente las Siniguales representan la música secreta del universo, la que está más allá de los ruidos, de la estridencia, de lo visible, de lo aparente y, sin embargo, está ahí, como una tela finísima, sosteniendo el mundo. Las Siniguales son las que resisten a todo, se van regenerando, se van reproduciendo a pesar de las crueldades, de las masacres que produce nuestra especie. 

–Por eso llama a ser leído de otra manera, con la misma sutileza y cuidado con que fue hecho. 

–Bueno, ojalá la gente pueda ver la realidad desde otra perspectiva a través del libro. Creo que vivimos en una época especialmente sombría en la que se sobreactúa la destrucción. Pero también hay en los seres humanos una resiliencia y una capacidad creativa enormes. De no ser así, el mundo habría acabado y no acaba. De alguna forma esa resiliencia silenciosa, persistente, perseverante, sutil, es la que caracteriza a las Siniguales. 

–¿Es la primera vez que hacés un libro con tu hija? 

–En forma completa sí, pero ella ha estado presente en Bosque de ojos. 

–Justamente te iba a decir que las Siniguales me recordó a «Bosque de ojos». 

–Sí, porque es una estructura similar al poema en prosa. En Bosque de ojos hay una acuarela de ella que es preexistente al libro pero los dibujos en tinta que separan cada parte fueron hechos para él. También participó en otro libro mío, Cuerpos resplandecientes, haciendo para cada cuento una ilustración en tinta. Para la traducción al inglés de Bosque de ojos también utilizamos una acuarela de ella para la tapa. Hay un diálogo bastante recurrente entre nosotras. 

–Supongo que debe ser una satisfacción muy grande crear algo con un hijo. 

–Es un verdadero regalo de la vida. Hemos tenido nuestros conflictos madre-hija, pero esta es una experiencia muy especial. «

Acerca del libro

«El libro de las Siniguales y el único Sinigual» es un bestiario fantástico, un álbum ilustrado para adultos (una corriente relativamente nueva en el mercado literario actual )que también puede ser leído por niños y jóvenes. Mar Maior es una editorial de origen gallego que se instala en 2016 en la Argentina, y distribuye sus libros en el país desde 2017.