Se entregó este lunes el Premio Cervantes oportunamente obtenido por el escritor Sergio Ramírez. Antes de comenzar el discurso de rigor en la ceremonia de premiación, el escritor se refirió a la conflictiva situación de Nicaragua. Su galardón fue dedicado «la memoria de los nicaragüenses que han sido asesinados por salir a la calle a reclamar justicia y democracia». 

Su discurso estableció una relación entre Cervantes y Rubén Darío. «La virtud de Rubén Darío- dijo en un pasaje de alocución- está en revolverlo todo, poner sátiros y bacantes al lado de santos ultrajados y vírgenes piadosas. Pero esa lengua nunca dejó de ser la lengua cervantina, otra vez, como en el Siglo de Oro, una lengua de novedades».

«Es esa lengua de ida y de vuelta la que hoy se reinventa de manera constante en el siglo veintiuno mientras se multiplica y se expande. Una lengua que no conoce el sosiego. Una lengua sin quietud porque está viva y reclama cada vez más espacios y no entiende de muros ni fronteras»

Y agregó poco después: «Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad».

El Premio Cervantes es el más prestigioso de la lengua española, está dotado de 125.000 euros y no se otorga por un libro en particular, sino por la totalidad de una obra. Se entrega el 23 de abril por ser el Día Internacional del Libro.