El 19 de enero de 1923 nacía en Buenos Aires quien sería un gran humorista, Juan Carlos Colombres. Un año antes, más precisamente el 19 de enero de 1922, moría guillotinado Henri en Francia Désiré Landru, apodado ”El Barba Azul francés”, por ser responsable de la estafa de unas 300 mujeres de las cuales asesinó a 11. Entre ambos hechos no hay ninguna coincidencia, excepto que el humorista adoptó el nombre del asesino para firmar sus dibujos y quedaría en la historia del humor gráfico argentino con ese seudónimo. «Mis primeros dibujos los firmaba Colombres, -cuenta en una nota firmada por Norah Cooke que puede leerse en la página web de la Fundación Landrú- pero mi hermano es pintor y se enojaba cuando salían (mis dibujos) en la revista Don Fulgencio y Cascabel, porque le preguntaban cómo siendo tan buen pintor hacía esos dibujos. Ahora él dice: `Soy el hermano de Landrú`, antes le parecía que lo que yo hacía era de poca importancia. También pensé que era mejor firmar con seudónimo, pues en 1945 trabajaba en Aeronáutica, y como hacía chistes políticos en Cascabel, era mejor que no me individualizaran.”

Foto: Ministerio Cultura

Quizá se posible marcar otra coincidencia: la línea del dibujante era tan filosa como el cuchillo del asesino.  Así se lo podrá comprobar en la muestra Breve historia universal de Landrú que se expondrá en el Museo Municipal de Arte “Juan Carlos Castagnino” en la que podrá verse un resumen casi 70 años de trabajo  del humorista. En ese resumen figuran también piezas inéditas. Organizada por la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”, Breve historia universal de Landrú es una muestra itinerante que este verano se detiene por más de un mes en la gran ciudad de la costa atlántica.

Según sus organizadores, un hecho destacable de la exposición es su origen, “que comienza con el Génesis Novísimo, la primera obra conceptual de Landrú. En 1939, un joven Juan Carlos Colombres de 17 años y que aún cursaba estudios secundarios escribió y dibujó en un cuaderno espiralado marca Avon su visión sobre el origen del universo y la humanidad.”

Por su parte, José María Gutiérrez, curador de la muestra, afirma: “A partir de esto, vamos a mostrar toda la trayectoria de Landrú, con originales inéditos y material de las distintas colecciones de la Biblioteca Nacional, sumados al aporte de Fundación  Landrú. Se trata de material inédito de uno de los pilares del humor gráfico y del periodismo argentino.”

La muestra tiene por objetivo llevar el arte de Landrú a distintos puntos del país, por eso es itinerante. Se inauguró originalmente en marzo de 2018 en la Biblioteca Nacional y hasta el momento en que irrumpió la pandemia ya había recorrido los museos Tello (Viedma, Río Negro) y el de Arte y Memoria MAM, en La Plata.

Don Fulgencio, la publicación que dirigiera el creador del personaje del mismo nombre, Lino Palacio, fue la primera que albergó en sus páginas un dibujo de Landrú en el 1945.

Antes de fundar su propia revista en 1957, la histórica Tía Vicenta, Landrú había colaborado ya en los medios más importantes: Clarín, La Nación, Rico Tipo y El Hogar. Más tarde, en 1968, fundaría Tío Landrú.

El mismo año en que creó Tía Vicenta, comenzó a escribir para Tato Bores y se convirtió poco a poco en su guionista principal.

Tía Vicenta fue desde su nacimiento un gran éxito editorial. Vendía 50.000, una cantidad enorme de ejemplares.

Según Juan Sasturain fue la revista que ”mejor  interpretó o contribuyó a crear el espíritu humorístico de los años 60 y marcó una época. Apareció cuando ya dejaba de sorprender el humor costumbrista que Divito proponía en Rico Tipo, habían perdido todo impacto los arquetipos que Dante Quinterno imponía en Patoruzú y también los personajes de un solo rasgo creados por Lino Palacio en la La Razón. Tía Vicenta fue una auténtica revolución. Conjugaba la vieja tradición argentina del humor político inaugurada a fines del siglo XIX con El Mosquito y Caras y Caretas con grandes dosis de absurdo, un elemento prácticamente desconocido en la gráfica de entonces.”

La dictadura de Onganía puso fin a la publicación, pero reapareció con otro nombre, María Belén, como parte de un suplemento del diario El Mundo. Más tarde, 1971 reapareció fugazmente con su propio nombre, pero no se sostuvo.

Pero ni la política ni el asalto de su casa durante el que fue baleado en una mano y que supuso varias operaciones lograron que personajes  su creación como María Belén y Alejandra trascendieran y que algunas de las palabras y expresiones pasaran a formar parte de nuestro lenguaje coloquial. Tal es el caso de  “piruja”, “me pa que”, “GCU” (gente como uno).

Por otra parte, la viñeta de su gatito sonriente pasó a ser una marca de identidad que irrumpía en sus dibujos sin que existiera una razón específica, sencillamente, porque los lectores lo reclamaban. Según él mismo declaraba, el gato era como su firma. No son muchos los humoristas cuyos personajes alcanzan esa trascendencia. La irrupción inmotivada del gato, era también una marca del absurdo al que se refiere Sasturain. Su aparición se justificaba a sí misma, no necesitaba excusas. La muestra montada en Mar del Plata permitirá el reencuentro con su humor para quienes tienen la edad suficiente como para haber conocido sus trabajos y un encuentro seguramente sorprendente para los más jóvenes.

Breve Historia Universal de Landrú podrá visitarse en el Museo Municipal de Arte “Juan Carlos Castagnino” a partir del 7 de enero hasta el 27 de febrero de 17 a 21 con entrada libre y gratuita.

Breve Historia Universal de Landrú se puede visitar en el Museo Municipal de Arte «Juan Carlos Castagnino» desde el 7 de enero hasta el 27 de febrero de lunes a domingo de 17 a 21 , con entrada libre y gratuita.