Laura Sbdar tiene 27 años y debutó como dramaturga y directora a los 22 con Susana y Gloria y algo más tarde fue el turno de El movimiento. Este viernes a las 20.30, en la sala Raúl González Tuñón (Primer Piso) del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), Avda. Corrientes 1543,  esta joven teatrista presenta Vigilante, una obra de la que, una vez más, es autora y directora. 

La presentación tiene lugar en el marco de la V edición del Festival de Novísima Dramaturgia Argentina, que reúne a dramaturgos menores de 35 años. La curaduría de este festival es de Ricardo Dubatti –también él sub 35- y la producción ejecutiva es de Alejandra De Luna. Los dos viernes anteriores pudieron verse respectivamente Enamorarse es hablar corto y enredado, con dramaturgia y dirección de Leandro Airaldo, y Mamífera, con dramaturgia de Sol Bonelli y Alejandra D’Agostino y dirección y actuación de Alejandra D´Agostino. 

Vigilante, según lo define la propia Sdbar, “es una obra centrada en el personaje de una guardia de seguridad privada y aborda una noche de esta mujer en su espacio de trabajo». «La obra surge en mí -agrega- a partir de la imagen de las garitas de seguridad que están en todas partes en la ciudad,  un elemento que naturalizamos aunque es  muy extraño. Había algo de esa imagen que me impactaba mucho: la forma en que ese espacio de trabajo se va transformando en un hogar, algo muy representativo de la enajenación del trabajo. Me interesaba pensar esa espacialidad en la ciudad en relación con el lugar de control y de vigilancia y pensar también quién vigilia a quién en ese espacio panóptico desde el que la vigilante nos está observando pero, a la vez, está siendo vigilada por los patrones. Hay una puesta en abismo de la mirada que juega todo el tiempo en la obra y que me parecía interesante pensarla dentro del teatro, ver desde allí cómo la mirada se multiplica en este juego. Además, también aparece el límite entre lo público y lo privado, porque la vigilante trabaja en la calle, en una pequeña casa dentro del espacio público pero adentro tiene de todo, desde las fotitos de las hijas hasta las revistas que lee porque, además, tiene otro trabajo, es revendedora de cosméticos. Si nos acercamos y miramos por la ventana, toda la privacidad que hay contenida dentro de ese espacio se abre a la mirada de todos los transeúntes que pasan por allí, a una multitud de gente que puede ver ese mundo privado en lo público. “

-Entiendo que Vigilante es una obra ya estrenada. ¿Es así?
-Sí, la obra se estrenó en noviembre de 2017 en La Materia Espacio Cultural en Villa Crespo, donde continuaremos presentándola luego de la función del Festival de este viernes a las 20.30.

-¿Crees que entre la gente de tu generación, es decir, menor de 35, hay una estética común o algún otro criterio compartido?
-No, no asocio la estética a la generación, a la edad. En la gente cercana a mí por su fecha de nacimiento hay estéticas muy distintas. En todo caso, lo que tenemos en común es un contexto, unas condiciones de producción. A la vez, no sé si esas condiciones son diferentes en gente un poco más grande o más chica. Es común el contexto social en que vivimos, pero luego hay que ver cómo cada uno incluye en su horizonte la subjetividad de la época.

-Nada resulta fácil a ninguna edad, pero quizá entrar al mundo del teatro como directora y dramaturga siendo tan joven represente una dificultad adicional. ¿Cómo fue esa experiencia para vos?
-Fue muy linda porque me da mucho placer hacer lo que hago. Por suerte siempre encontré grupos de gente con muchas ganas de trabajar. Hay mucha gente que hace lo mismo que yo y creo que el contexto de producción de la ciudad de Buenos Aires tiene algo mágico que es “la prepotencia de trabajo” de la gente de teatro. Podemos hacer lo que hacemos por esa prepotencia, por juntarnos a ensayar cuando no hay un mango, por perder plata haciendo teatro, y por tener la voluntad de trabajar por algo que no reproduce mercancías, por trabajar por lo improductivo, por ponerle el cuerpo a la improductividad. Eso, me parece, es en parte lo sagrado del teatro. 

-¿Cómo fue tu formación?
-Comencé haciendo talleres de actuación y paralelamente hice la licenciatura en Artes Combinadas en la UBA, una carrera teórica. Empezando a actuar me puse a escribir escenas para poder actuarlas y me di cuenta de que me gustaba mucho escribir. Comencé a dirigir y cuando estaba terminando la licenciatura en Artes entré a la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) a estudiar dramaturgia. Ahí tuve la suerte, suertísima de tenerlo a Mauricio Kartun como docente. También estaban Ignacio Polo y Luis Cano. La formación en la EMAD es espectacular. Tuve compañeros atentos y trabajadores por lo que me formé mucho en grupos. Luego hice talleres de dramaturgia, pero te diría que mi formación como dramaturga fue en la EMAD y como teórica, en la UBA.

  -El Festival Novísima Dramaturgia Argentina culmina con la publicación de una antología con los textos de las obras presentadas. ¿Es la primera vez que van a publicar una obra tuya? ¿Cuál crees que es la importancia de la publicación de un texto teatral ya que éste ha sido pensado según las épocas como literatura autónoma o como boceto de una puesta?
-Es la primera vez que van a publicar un texto mío y creo que lo que tiene de interesante es justamente la posibilidad de poder pensar la autonomía del texto teatral. Me gusta pensar el texto teatral como literatura. Me parece que es interesante la posibilidad de leer un texto más allá de la puesta y la representación. Permite hacer circular un texto que por las condiciones de producción a veces es difícil de articular en el teatro. Es caro y hay que tener todas las condiciones para poder acerlo. El texto tiene posibilidades de vuelo más altas en el sentido de las distancias. Además, esta publicación en particular tiene algo que para mí es muy interesante y que es que está curada por Ricardo Dubatti que se encargó de hacer un cruce que para mí está buenísimo entre lo que es la producción teatral, la obra y la crítica. Cada texto está acompañado por un estudio crítico. Es muy bueno el diálogo que Ricardo se encargó de entablar entre el texto y la crítica porque eso no está muy desarrollado y menos en autores jóvenes.

-¿Qué devoluciones recibiste de esta obra?
-En general, la gente sale de verla muy tensionada. Es una obra que exige mucha atención. Es un texto complejo porque, además de tener cierto vuelo poético que complica la escucha y que se desprende a veces de la oralidad cotidiana.  Es un monólogo que, sin embargo, tiene muchos interlocutores. La vigilante habla con mucha gente y eso en la puesta está marcado de una forma bastante sutil, lo que hace que el espectador tenga que estar muy despierto. Además, es una puesta violenta, una obra que versa sobre una temática por momentos dolorosa. Por otro lado, me comentan de qué forma el texto es llevado de manera hipnótica por Mariana de la Mata, una actriz que me sigue hipnotizando cada vez que la veo ponerle el cuerpo a este texto. No sé si otra persona podría hacerlo como lo hace ella. También me marcan que en la obra hay una conjunción entre la violencia y la ternura. Todo el tiempo se mueve entre esos dos estados, la violencia que genera el trabajo en la calle, la presencia en una mujer en un lugar de hombres, de machos, el encuentro con situaciones como la violación, con la violencia física y, a la vez, su ternura de madre soltera que cuida a sus hijas, que tiene un vínculo de mucho cuidado con ellas, un vínculo fantasioso que genera otro espacio de ternura.