Con La niña de sus ojos (Seix Barral), una novela de publicación muy reciente, Vicente Muleiro se refiere a una parte fundamental de la historia argentina en clave de ficción. Fiel a las fechas y a ciertos hechos, trabaja los personajes alejándose de la perspectiva realista para poner a trabajar su imaginación de escritor. Con una  prosa ágil que denota un profundo estudio previo, recorre dos hechos que a través de los años fueron adquiriendo ribetes míticos y que forman parte indisoluble de nuestra identidad nacional.

-¿Qué te llevó a escribir sobre la historia de Perón con Nelly Rivas, que hoy sería considerado un inadmisible caso de pedofilia?

-Soy consciente de esa situación. En el momento en que Perón tiene la historia con Nelly Rivas, lo que se consideraba y se sigue considerando estupro era un delito de acción privada y, al no haber denuncia, antes no había delito. Tengo entendido que ahora es distinto. Pero, curiosamente, el disparador de la novela no fue Nelly, sino otra anécdota que también está en la novela que está relacionada con el loro que le regalan a Perón. Me entero de esta historia porque me la cuenta Pepe Quintana, el famoso periodista del diario Crítica.

-Tehuelche, el loro que cantaba la marcha peronista.

-Sí, Tehuelche es un nombre de fantasía porque no conseguí el nombre del loro. Esto tiene que ver con las operaciones que hago con el material histórico que es respetar los datos del contexto y luego, obviamente, dejar trabajar a la imaginación. Ya en otras novelas mías se cruza la historia del país con la ficción. Lo que hago es estudiar mucho y después olvidarlo todo. Por supuesto que si pongo una dirección o un año, tienen que ser correctos, pero lo demás, lo que tiene que ver con las vidas de los personajes, es producto de mi imaginación, es decir, es lo que mi imaginación hace con esos datos. Después del 55, el loro que canta la marcha peronista se convierte en un problema.

-¿Realmente el loro fue fusilado por los milicos de la llamada Revolución Libertadora por cantar la marchita?

– Según el relato de Pepe Quintana, es aproximadamente como la cuento. No es una historia tan conocida y consta también en un libro de Luis Longhi, Yo conocí a Perón, en una versión muy reducida. Yo la novelé. Pero los dos tenemos la misma fuente porque a él se la había contado Pepe Quintana. Más allá de que sea cierta o no, a mí la historia me interesó mucho para condensar la tragedia popular  en la que hay un paso de comedia. 

-La historia del fusilamiento de un loro por cantar la marcha peronista resume muy bien lo que fue la llamada Revolución Libertadora.

-Sí, el decreto 4161, que comienza a regir a partir del 5 de marzo de 1956, prohibía nombrarlo a Perón, por lo que un loro cantando la marcha peronista en el barrio de Lanús era realmente algo que los incomodaba mucho. Desde lo novelístico hay un cierto paralelismo en esa historia con lo que fue la resistencia a la Libertadora, un fenómeno realmente  popular que no fue dirigido ni por punteros políticos,  ni elites políticas o dirigentes barriales. Había, incluso, resistentes solitarios. En este sentido, la historia del loro me pareció muy potente.

-Habla de la estupidez de ciertas consignas como la de la prohibición de nombrar a Perón y aludir a él como “el tirano prófugo” o “el tirano depuesto”. Por distintas razones, también en este momento hay ciertas cosas que no se pueden decir. Cada ideología parecería tener su lista negra de palabras a callar. Lo cierto es que la prohibición no funcionó. En 2021 tenemos un gobierno peronista.

-Sí, es interesante eso, porque hay ciertas prohibiciones tácitas que a veces vienen envueltas en un disfraz de corrección política. El decreto 4161 es terrible en lo que significa para la sociedad no poder decir un nombre, no poder tener una imagen o cantar una marcha.  Eso tiene que ver con un deseo que está vigente y que se lo puede leer en los diarios todos los días: el imposible deseo de que el peronismo no exista. Y te digo más: algunas notas marcan una imposibilidad metafísica: el deseo de que no hubiera existido nunca. Hay una negación para que desaparezca de la Historia, cosa que es una misión imposible.

-A veces se piensa que eliminando ciertas cosas del vocabulario se pueden eliminar las cosas mismas. Pero eso no sucede nunca.

-Sí, imaginate los años que pasaron del 56 a hoy y el peronismo sigue vigente. Lo que pasa es que el lenguaje es una de las pocas cosas en el mundo que no tiene propiedad privada. El lenguaje es un bien social y, en este sentido, el intento de controlarlo, de manipularlo, nunca es definitivo, siempre deja resquicios. El franquismo quiso eliminar las lenguas regionales y resucitaron todas y con más fuerza. Para los hombres de mi edad, hoy hay una serie de palabras que te hacen caminar como pisando huevos. Además, en el lenguaje hay una espontaneidad violenta. Uno no debe considerar nunca que el lenguaje que usa no esté trabajado por el poder. Puede ser que en la poesía, en la literatura en general, en el discurso político haya un esfuerzo o una tensión liberadora. Pero es imposible creer, por ejemplo, que uno está libre del  lenguaje del cristianismo de la infancia. Hay figuras retóricas relacionadas con la bondad que vienen de ahí.

-Es que se puede legislar sobre las palabras.

-Para matar al lenguaje de la rebeldía hay que matar a los cuerpos de la rebeldía. Y en la presencia de la Libertadora en mi novela, supongo, eso aparece.

-Sí, el hecho de matar a un loro porque canta la marcha peronista es un ejemplo paradigmático de lo que decís.

-Me interesó la anécdota y también la época, porque es la de mi primera infancia, porque nací en el 51. Yo no fui testigo de esto, pero se decía que había muchos loros a los que les enseñaban la marcha peronista porque era imposible criminalizarlos. En esa época también cantaban La cucaracha. Esa canción si la oí cantar por loros a los que ponían en la puerta de las casas, donde estaban los medidores de luz. La historia del loro que canta la marcha peronista es un mito popular. Salir a hacer un registro sociológico sobre eso me parecería ridículo, pero el hecho de que exista esa  leyenda dice muchísimo. Además, me pareció una forma de abordaje con cierta ligereza que a veces es necesaria.

-Lo mismo pasa con la historia de Nelly y las chicas de la UES. Hay cosas comprobables y otras no.

-Claro, pero para un escritor lo que podríamos llamar groseramente “la habladuría” es un material muy rico, te plantes como te plantes frente a él. En el caso de la UES hay verdades y mitificaciones terribles. A quien le preocupe mucho el tema de la fidelidad histórica más que a una novela tiene que recurrir a la historiografía que la hay y en abundancia. Yo no me propongo cotejar la novelización de esta historia con una reconstrucción testimonial escrita. Sí me pareció muy importante el testimonio de quien fue el abogado de Nelly, Juan Ovidio Zavala, un radical antiperonista y frondizista que asume la defensa de Nelly Rivas porque se apiadó de ella habiendo sido incluso funcionario en el primer tramo de la Libertadora. La defiende apiadado por la masacre pública y personal que estaban haciendo sobre ella. Por eso sigue su historia muy de cerca y se encuentra con ella muchos años después, en 1995 y publica Amor y violencia, un libro referido a esa historia,  luego de que Nelly muere. Esos testimonios me parecieron los más confiables.  Pero te repito que no creo en el realismo como posibilidad de espejar tramos de la realidad, por eso, cuando hago ficción no me propongo cosas que sí me propongo cuando trabajo como periodista.

La humillación de Nelly se hace sobre su propio cuerpo a través de supuestas revisaciones y humillaciones diversas.  

-Sí, hoy hay toda una línea que sigue repitiendo situaciones y esquemas fúnebres, mortuorios, lacerantes con los cuerpos. Creo que la Libertadora es el antecedente más ajustado del golpe del 76 en cuanto a la necesidad de borronear al adversario de una manera total.

-¿Qué devoluciones tuviste hasta el momento de la novela?

-Su publicación es muy reciente. Esta es la primera nota para el periodismo escrito. Hice una antes para un canal de cable que no sé cuándo saldrá. Pero puse en mi Facebook el flyer que me envió la editorial. Me escribió muchísima gente que no conozco y hubo  un porcentaje muy bajo pero muy violento de insultos proferidos sin haber leído la novela. Las objeciones son solo por haber tratado el tema de Nelly que, según dicen, era un invento de la Libertadora. Alguien llegó a decirme que yo era un PC encubierto.

Yo pensé que los insultos venían del antiperonismo.

-No, el antiperonismo está muy entretenido con los K que es una realidad que los incomoda demasiado. Creo que es un poco tarde para pensar que se puede atacar al peronismo retrabajando la figura de Perón.