Guillermo Almada Flores sale a las 14:30 del entrenamiento en Midland. La práctica se estiró más de la cuenta porque hubo una reunión con los nuevos dirigentes del club por los salarios adeudados al plantel. «Por suerte nos pagaron», cuenta dos horas después, mientras maneja rumbo Avellaneda su Kangoo gris, cargada de cajas de hamburguesas, bandejas de panes y aderezos. Esa tarde juega Racing por la Libertadores y Almada Flores va hasta el Cilindro para entregar su mercadería a los puestos y parrillas que están fuera del estadio. «Hoy en el club recién nos pagaron febrero. Dicen que se demoran porque la AFA no les da el cheque de la televisión. Yo no puedo explicarle eso al que me cobra el alquiler de mi casa, al de la cuota de la camioneta, al que le compro los pañales para mi nene de seis meses», explica el zurdo de 36 años. 

«Vos sos Guille, el que juega al fútbol», lo reconocen los puesteros en las canchas. El nunca comentó que hace 17 años es profesional, que jugó en las cuatro categorías del ascenso con las camisetas de Tigre, Merlo, Laferrere, Temperley, Barracas Central, Sportivo Barracas, Barracas Central, CADU y Excursionistas. Pero el año pasado apareció dando una nota en televisión cuando su compañero de Midland, Sebastián Gigliotti, el hermano de Emmanuel, se golpeó la cabeza contra una pared en la cancha de Argentino de Quilmes y quedó internado, unos meses después de que Emanuel Ortega, defensor de San Martín de Burzaco, falleciera por un golpe similar. Y se volvió visible: «En el ascenso es así: casi siempre te hacés conocido por algo malo.

«Ya es de noche en Avellaneda. Se juegan los octavos de final de la Copa. Hace unos meses, Almada Flores estuvo en este mismo lugar con los botines puestos: Racing jugó un amistoso ante Midland para ganar ritmo. «Obvio que vengo acá y me dan ganas de jugar. Pero los protagonistas son otros, yo sólo vengo a entregar pedidos. Esto –dice el mediocampista repartidor- lo veo como un trabajo. Yo miro el movimiento que hay, de policías, trapitos, gente y no lo puedo creer. Me fijo lo que mueve el fútbol y es increíble. Laburo yo, labura el que hace el pan, el que vende los choris, el del kiosco. Es todo por el fútbol. Cada vez que se suspende un partido estamos todos sufriendo. Cuando sos jugador por ahí no te das cuenta todo lo que se mueve.

«Almada Flores no sólo hace los repartos en los puestos de los estadios o recitales: también provee al buffet de Midland y al de Excursionistas y lleva pedidos para sus compañeros de vestuario. La opción de las hamburguesas apareció hace unos diez años, cuando jugaba en Bolívar, para Sportivo Barracas. Sus padres se fueron a acompañarlo y les gustó tanto la tranquilidad bonaerense que decidieron instalarse allá. Nano Castro, histórico jugador del ascenso, les recomendó el mismo negocio que ya tenía él: una casa de hamburguesas y comida rápida. Ahí, el zurdo se dio cuenta de que ya que tenía la mercadería en el freezer la podía repartir entre los vecinos y conocidos. Hasta que un socio de Midland le hizo el contacto con los puesteros de las canchas. «Que además de jugar trabaje de esto es casualidad pura. La verdad es que el fútbol me encanta pero el entorno mucho no me gusta. Me parece muy sucio. No me gusta ni la hinchada, ni los dirigentes, ni la policía ni nada de eso. No me queda otra que lidiar con eso», define el hombre que labura doble turno en el fútbol, de los lados del mostrador.

RECUADRO
Experiencia
Almada Flores es uno de los pocos futbolistas que jugó en las cuatro categorías del ascenso. Con Sportivo Barracas Bolivar salió campeón de la D y con Barracas Central, de la C.