En el Mineirão, el estadio del 7-1 ante Alemania en el Mundial, los brasileños ovacionan a Tite, el entrenador de la selección. Argentina, mientras tanto, sufre -y feo otra vez. Es otro intento frustrado de Edgardo Bauza: casi copiar el equipo, al menos ese esquema inicial, de la final ante Alemania en Brasil 2014. Es decir: dos líneas de cuatro, Lionel Messi adelante, y un delantero. Es el tercer intento de Bauza por darle una identidad a la Selección. Sin embargo, el resultado es el mismo: sin juego, sin desparpajo, hasta sin bronca, y Argentina un poco más afuera de la clasificación al Mundial de Rusia 2018, por más que una combinación de resultados lo vuelva, de ganarle este martes a Colombia en San Juan, a meter entre los clasificados. Lo concreto es que esta Argentina cambia el cuerpo, el dibujo, la predisposición, y suma más desconcierto, todavía con Messi en el equipo. Un Messi que en la noche del jueves partió con el punto de arranque muy retrasado, que fue neutralizado por los mediocampistas rivales y por el plan de contención de Tite. Un Messi que, ahora, se agotó, y ni siquiera es el salvador.

Del equipo de Bauza que debutó ante Uruguay en Mendoza, con Lucas Pratto, con Paulo Dybala, con la intención de atacar, a este que fue a defenderse a Belo Horizonte. En el medio, un equipo sin mediocampo en Lima frente a Perú, con Javier Mascherano y Matías Kranevitter pegados a la línea defensiva. Los cambios, en ese sentido, no le dan resultados a Bauza, que ni siquiera se plantó en su conservadurismo. Tampoco se termina por jugar por sus jugadores. ¿Quién es el centrodelantero? ¿Gonzalo Higuaín? ¿Sergio Agüero? Ninguno de los dos. El baile de Brasil a Argentina, tal vez, sea un buen momento para dejar los titubeos. El séptimo puesto en las Eliminatorias habla de la llegada de Bauza hace cinco partidos, con Argentina arriba, pero también de un grupo de futbolistas. Porque Argentina recibió ocho goles en estos seis partidos con estos jugadores. No hubo cambios rotundos. Las modificaciones sí se dieron en cuanto a la manera de iniciar un partido, algo que confundió más que aclarar.

Porque ni siquiera el aspecto defensivo que se le pondera a Bauza se destacó en estos partidos, más allá de que el entrenador saca el escudo del equilibrio. Argentina no defiende bien, no ataca bien, no gesta bien. Y por eso, ahora, mira por TV a Rusia 2018. Brasil supo cambiar a tiempo, dejando atrás el oscurantismo de Dunga. Tite metió cinco de cinco. Y, más allá de los resultados, le dio un sello, un toque de alegría, emparentó el juego de su equipo a la línea histórica de Brasil. En la noche del jueves, se lució, y Argentina vio pasar la pelota, se frustró ante el espejo. Messi hasta en los minutos de descuento intentó, y hasta pegándole de derecha. No pudo. Ya parece no poder. Bauza, en su última entrevista televisiva, dijo: “Vamos a traer la Copa”. De momento, está afuera de la Copa del Mundo. Y muy lejos de ser coherente con un concepto que le baje a los jugadores, para que lo interpreten, y, llegado el caso, lo puedan plasmar en la cancha. Argentina jugó a otra cosa igual de mal.