Argentina se pregunta cuánto falta para Qatar. Cuenta los días, las horas, los segundos. Pero hay 13 meses por delante, y antes la confirmación de la clasificación al Mundial. Cuestión de tiempo. En la noche fría y ventosa del Monumental, los hinchas volvieron a reverenciar a Lionel Messi como en las mejores épocas del Camp Nou, cantaron por la vuelta olímpica soñada y reivindicaron a la Scaloneta, más segura en la fase defensiva que certera en el ataque. Lo que podría haber terminado como el partido de la prudencia fue un paso más hacia Qatar que sirvió para estirar el invicto de la selección a 25 partidos y para ratificar que, si no brilla la luz de Messi, hay un equipo que trata de domar el juego.

En los últimos minutos del primer tiempo, de hecho, el Monumental se transformó en una plaza de toros. Argentina tocaba la pelota mientras bajaban los ooole, ooole. Perú, toro cansado, corría detrás, como si pendieran las banderillas de su cuerpo. A los 42 minutos, Lautaro Martínez había clavado la espada, atacando a la pelota con la cabeza después de un centro de Nahuel Molina. El goleador salvaje de la era Scaloni (17 en 33 partidos), que lloró ante Uruguay después de meter su primer gol con los hinchas de la selección en las tribunas, certificó una tendencia de la Copa América: Argentina encuentra los goles en el primer tiempo (42 de los 71 con Scaloni como entrenador).

Los segundos tiempos, en ese sentido, ya no son un padecimiento, como en la Copa América. En los últimos cinco partidos de Eliminatorias, la selección apenas recibió un gol: Yeferson Soteldo, en el triunfo 3-1 ante Venezuela en Caracas. Ante Perú, casi. Pero Argentina está tan dulce que a los 19 minutos del segundo tiempo llegó la escena que le faltaba a la triple fecha de Eliminatorias: el baile intimidante sobre la línea de Emiliano Martínez y la pelota al travesaño de Yoshimar Yotún. “¡El Dibu se lo comeeee, el Dibu se lo comeee!”, había avisado el público, en pleno romance con la selección. Dibu, porte de boxeador, llamó a Romero cuando Messi se aprestaba a patear un tiro libre en la puerta del área rival. Había que calibrar la sincronización defensiva porque Jefferson Farfán le había ganado la espalda al Cuti, fino y elegante en los robos, complicado a la retranca, primero por Gianluca Lapadula y después por Farfán.

Antes del inicio del partido y en el entretiempo, los riegos del Monumental se encendieron y los chorros de agua mojaron el césped. La selección necesita que la pelota corra rápida por la mitad de la cancha. Precisión. A pesar de los cortes con falta de Perú, Argentina profundizó ese juego interno. Los reyes del mambo, los que manejan la cadencia, la salida del Cuti Romero, el pie fino de Leandro Paredes y el auxilio permanente de Rodrigo De Paul, son el corazón, la liberación de Messi. De Paul le devolvió la pared en el centro-gol a Molina y, antes, le extirpó una pelota de gol a Lapadula casi en las narices del Dibu.

La interrupción del VAR a los diez minutos del primer tiempo para anular un gol de cabeza del Cuti había tenido un doble efecto. Como fue a los diez, bajó el clásico “Maradooo, Maradooo”. Y, de paso, se recordó a través del árbitro brasileño William Sampaio que Argentina no pudo jugar ante Brasil en San Pablo por la invasión de campo de juego de los funcionarios del gobierno de Jair Bolsonaro. Que faltan esos tres puntos en el camino a Qatar. “¡Tomala vooos, damela a mí, el que no salta, es de Brasil!”, resonó.

El Perú del Tigre Gareca fue un rival digno. A la selección le falta medirse ante las potencias antes de preguntarse si Argentina es potencia. Brasil, rival a medida, fue vencido en el Maracaná. El año que viene hay un amistoso pactado con Italia, campeón de la Euro. El último partido de Argentina ante una selección europea potencia fue hace dos años: el 9 de octubre de 2019, 2-2 ante Alemania en Dortmund. Alemania es la primera selección clasificada a Qatar. Ya llegará la hora.

“Hoy estamos arriba pero antes de la final de la Copa, la situación no era tan buena y volvimos a enderezar el rumbo. Nuestra línea siempre fue la misma, ni tanto ni tan poco. Un equilibrio, y creo que lo tenemos”, había advertido Scaloni, en modo zen. El mes que viene, por lo pronto, toca Uruguay en Montevideo y Brasil en San Juan, dos campeones del mundo. Los hinchas despidieron a la selección con un sueño: que de la mano de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar, el canto más repetido en el Monumental. Messi quizá también cuente los días que faltan para Qatar, su Bariloche en este viaje de egresados que vive con la Scaloneta, que volvió a andar.