Puntero, invicto y con puntaje ideal: 21 puntos, 19 goles a favor y apenas uno en contra. Así entrará Boca a jugar el Superclásico en el Monumental, y todavía con un plus: en River está fresca la eliminación en la Copa Libertadores ante Lanús, muy parecida a la final perdida en 1966 ante Peñarol, cuando nació el mote de gallina. Pero este Boca se sustenta por sí solo. Es el último campeón y la nueva versión parece ser un producto que sale de una fábrica de victorias en serie. Mejoró sustancialmente en la defensa con la consolidación de la línea de cuatro, con los ingresos de Leonardo Jara y Lisandro Magallán, justamente después de la derrota en la Bombonera en el último Superclásico, y con la llegada de Paolo Goltz; ganó versatilidad y circulación en la mitad de la cancha a pesar de la lesión de Fernando Gago con el uruguayo Nahitan Nandez y el colombiano Edwin Cardona, además de que Wilmar Barrios se hizo el dueño de la 5 de Boca; y, en especial, porque transformó a Darío Benedetto -actual goleador del torneo con ocho tantos- y a Cristian Pavón en la dupla de delanteros convocada a la Selección.

Esa es la ganancia más grande de Boca, más allá del resultado de hoy en el Superclásico. Una derrota, puertas adentro, le achicará la distancia con los perseguidores y agrandará los triunfos de River en la historia reciente, sobre todo en terreno internacional. «El empate, para nosotros, es malo», dijo el entrenador Guillermo Barros Schelotto, aunque sabe que es malo, más que nada, para él y su historial. El partido ante River significa el primer escollo serio en el campeonato para este Boca. Después será el turno de recibir a Racing, luego de la fecha FIFA. Hasta aquí, avanzó a paso firme, con mejoras en todas las líneas, y con pequeñas deudas, como la explosión del colombiano Cardona. «El trascendencia del clásico es extrema, pero no se juega nada hacia el futuro», terció Guillermo. El objetivo de acá a fin de año para Boca es terminar lo más alto posible para liberarse el año que viene, cuando vuelva a jugar la Copa Libertadores, el gran anhelo.