«Tengo todavía la imagen del helicóptero en la cabeza». Quien habla es Ángel Leroyer, un zaguero central que jugó en Racing a principios de la década del ’80. El helicóptero del que habla es aquel que aterrizó a mediados de 1981 en una de las canchas auxiliares del estadio Presidente Perón. El que iba a bordo era Leopoldo Fortunato Galtieri, miembro de la Junta Militar y quien asumiría como presidente de facto a finales de aquel año, en sustitución de otro dictador, Roberto Viola. 

El plantel de Racing ya había finalizado el entrenamiento cuando le pidieron que se reuniera en el vestuario. Nadie recuerda la fecha exacta pero sí se sabe que el entonces entrenador de la Academia, José Pastoriza, se acercó aquel mediodía a sus jugadores y les comunicó que en el hongo –donde ahora está la pensión del club– habría un asado para el equipo con la presencia de Galtieri. Todos fueron menos uno: Carlos Alberto Caldeiro, un volante de las inferiores que en aquel momento, con 19 años, daba sus primeros pasos en el plantel profesional.

«No, no, Pato. Yo no me quedo. No pienso como él y no me gusta para nada», le dijo Caldeiro a Pastoriza. 42 años después, el jugador le cuenta a Tiempo que volvería a decir lo mismo. Aunque hay una cosa de la cual se arrepiente: no decirles a sus compañeros por qué no había que sentarse a comer con Galtieri.

Foto: Camila Lombardini

En aquel vestuario de Racing, «como ocurría también en las fábricas, eh», no se hablaba de los desaparecidos ni de lo que ocurría en el país. Pero Caldeiro, quien creció en el Barrio Obrero 2 Eva Perón, inaugurado en 1950 y 1951 en Lanús, había visto desaparecer gente de su barrio.

Julián Scher, autor del libro Los desaparecidos de Racing, trae a la memoria algunos casos. Oscar Fernández y María Rosa Moreira eran vecinos del barrio y un poco más grandes que Caldeiro. Tenían relación porque cada tanto lo llevaban a dar una vuelta en una moto Ducati, pero dejó de cruzárselos de un día para el otro. Y cuando preguntó qué les había ocurrido, la respuesta fue que estaban secuestrados desde el 6 de mayo de 1978. Con el tiempo –»ya con 18 años, había posibilidades de leer algunas cosas»–, se enteró de que no eran las únicas víctimas del plan sistemático de exterminio desplegado por la dictadura en la que Galtieri cumplía un papel protagónico.

«Avisó un día antes que venía. No cayó muy bien pero era la costumbre de los militares. Apareció con una comitiva grande y con una botella de grapa. Saludó a los jugadores y entró a la cancha. Del asado participaron el plantel, el cuerpo técnico y parte de la comisión directiva. Se fue bastante borracho», recordó hace algunos años Héctor Rinaldi, presidente de Racing de 1986 a 1988, que se desempeñaba en ese entonces en las áreas de relaciones públicas y de prensa.

En aquellos años, la revista Gente lo presentaba a Galtieri como «fanático de Racing, y poseedor de amigos entrañables –tanto dentro como fuera del Ejército–». Quizá por este motivo, es que no fue la única vez que el expresidente de facto pisó terreno académico. El 14 de mayo de 1981, después de que Racing empatara 1-1 con Boca en el Monumental, cayó al vestuario para felicitar al plantel. «El partido me gustó porque a pesar del terreno, fue entretenido. Lo de Racing es meritorio si comparamos su plantel con el de Boca. Lo perjudicó la expulsión de Olarticoechea», le dijo a la prensa de RacinGol, revista racinguista de la época.

Al año siguiente, en 1982 y en medio de la Guerra de las Malvinas –librada por Inglaterra luego del desembarco argentino ordenado por Galtieri–, Norberto Ferrero, secretario privado de Galtieri, envió un comunicado al club: «En nombre del Excmo. Presidente de la Nación, cumplo en expresarles su reconocimiento por el solidario mensaje que le hicieran llegar ante la gesta reivindicatoria de las Islas Malvinas para el patrimonio nacional. El Primer Magistrado, confortado por un gesto que valoriza el modo de ser argentino, les transmite su emocionado saludo de gobernante y soldado».

Caldeiro había debutado en Racing el 26 de abril de 1981 frente a Ferro en Caballito, unos meses antes del episodio con Galtieri. El salto de Tercera a Primera fue muy abrupto, recuerda hoy con 60 años. Al día siguiente de su debut, un dirigente se le acercó y le dijo: «Te quedás con el plantel profesional, tendremos que buscar otro diez para la tercera». La revista El Gráfico, tras sus primeros minutos, lo elogió en una nota titulada «Un tal Caldeiro». Según el relato, sus compañeros de Racing declararon después del partido que el ingreso de Caldeiro le había cambiado la cara al equipo. Incluso la hinchada había coreado su nombre en el partido frente a Ferro.

42 después de su debut, Caldeiro está sentado frente a las jugadores de inferiores de La Academia –también se reunió con los alumnos del Colegio Racing Club–. Ahora son ellas las que sueñan algún día con debutar en Primera. Pero Caldeiro decide contarles a las futuras generaciones lo sucedido a través de la palabra y mediante el corto que realizó el Departamento de Cultura del club, Con vos no, Galtieri. Algunas alzan la mano para alguna pregunta, todas lo escuchan. Por qué decidió hablar ahora, Caldeiro responde a Tiempo con la misma seguridad que se plantó aquel mediodía de 1981 en el vestuario de Racing. Con los años, dice, comprendió la importancia de que las nuevas generaciones conozcan lo sucedido y tomen conciencia de lo que ocurrió aquellos años. Pero, sentado en una de las plateas del Cilindro, defiende también por qué no lo contó durante varios años: «No hago de esto una bandera. Épico no es un chico de 18 años que no come con Galtieri, épico fue lo de aquellos chicos que perdieron la vida». «