–¿Te arrepentís de algo?

–Arrepentirme, no. Sí hubiese cambiado cosas, algunas actitudes que tuve porque tenía una personalidad fuerte.

Fuerte: así como jugó, como disfrutó del éxito, de haber sido tres del mundo y también de sus nueve títulos. Fuerte: así como padeció sus fracasos. Sin embargo, la fortaleza de Guillermo Coria hoy, a los 34 años, va por otro lado: pasa por su familia, sus proyectos con su academia de tenis, por disfrutar de ser parte de distintos programas para difundir el deporte y por ayudar en la formación de futuros jugadores.

–¿Hay una versión más calma de Coria?

–No sé si tanto porque estoy con muchas cosas, pero lo disfruto. Estoy feliz con el proyecto «Nuestro tenis», que depende de la Secretaría de Deportes y que continúa con la gran tarea que hacía Martín Vassallo Argüello, y ya hicimos siete campus desde que arrancamos en abril. Evaluamos a 400 chicos y 50 de 9 a 16 años fueron seleccionados para que vengan tres días al Cenard. Vamos recorriendo el país, charlamos con los padres, con los entrenadores. La idea es hacer un seguimiento firme y que más chicos jueguen a este deporte. Ahora nos vamos a Misiones, voy a conocer las Cataratas, que no las conozco… Y también estoy con el programa «Red en Juego» junto con Romina Puglia, que nos brinda la posibilidad de entrar en barrios humildes y que los chicos descubran lo que es el tenis. Estoy muy comprometido, me llena el alma ver a los chicos agarrar una raqueta por primera vez o ver lo que es una raqueta.

–¿El Coria jugador se hubiera imaginado a este haciendo trabajos sociales?

–Sí, aunque siempre fui tímido y me costó por eso. A los siete años yo ya venía a Buenos Aires para jugar y después ya me fui a vivir solo y me crié solo. Eso es un poco un escudo de desconfianza que me puse. A lo largo de la carrera uno se va encontrando con gente buena, mala, con la que se aprovecha y también con la que tenía buenas intenciones pero no aproveché por desconfianza. Hay de todo. Ojalá hubiese tenido la madurez de un chico de 30-35 años a los 20 años porque hubiese sido totalmente diferente, pero las cosas se dieron por algo.

–A 12 años de la final de Roland Garros que perdiste con Gaudio, ¿la pudiste digerir?

–Es como las finales que perdí con (Rafael) Nadal o los torneos importantes que gané. Es parte del circuito, de mi carrera y de las cosas que se fueron dando. Creo que si no se dieron algunos resultados fue porque no se tenían que dar. Para crecer y madurar o para chocarme la cabeza contra la pared y hacerme ver las cosas que en ese momento no veía. Con la derrota uno recapacita y analiza todo. A mi alrededor lo único que querían es que las cosas me salieran bien. Y uno por ahí se enfrentaba con esa gente… De las derrotas fui aprendiendo y analizando decisiones malas.

–Cuando tu hijo Thiago sufrió un accidente vos le agradeciste a Dios. «Tantas veces me enojé con vos por perder un partido y hoy me doy cuenta de que me acompañaste cuando de verdad te necesité», escribiste.

–Muchas veces lo puteé por no ganar un torneo, pero son momentos límite que uno no tendría que vivir para darse cuenta, pero es así. Lo mismo pasa cuando sos padre, ves las cosas distintas. Delfina tiene tres años y Thiago, cuatro y medio. Pero cuando uno es padre se da cuenta de que hay cosas que no tienen motivo para ponerte mal o hacerte mala sangre. Cada deporte es diferente, a uno le duele, le hincha las pelotas perder cosas importantes y más cuando estás tan cerca. Son diferentes momentos…

–En marzo dijiste que Argentina podía ganar la Copa Davis. ¿Fuiste un visionario?

–Puede ser… La Davis también dependés del sorteo, de cómo se dan las series. A Polonia creo que se le habían lesionado jugadores buenos y Argentina lo aprovechó bien. En Italia no jugó un especialista en dobles y apareció Delpo. Tenemos jugadores que se defienden mejor en cancha rápida que en otra superficie y hoy todos te ponen cancha rápida, entonces creía y creo que es posible. Ahora se presenta una oportunidad que es muy interesante, que hay que jugarla. Son todos puntos ganables –como también se pueden perder–, pero creo que Argentina está ante una posibilidad muy linda. Vamos a sufrir y se va a definir el domingo, el doble de ellos es muy duro pero se puede.

–Si Del Potro, que ya tiene dos medallas olímpicas y un US Open, gana la Davis con Argentina: ¿en qué lugar de la historia lo pondrías?

–Detrás de Vilas. Porque si bien Vilas no fue número uno, ganó muchos torneos y creo que es imposible compararlo: todos jugamos al tenis por él, él popularizó el tenis en el país. Obvio que Delpo y todos los chicos si llegan a lograrlo van a entrar en la historia. Y digo todos porque lo que hizo Guido Pella contra Gran Bretaña fue fundamental: si él no ganaba el viernes hubiera sido difícil pasar a la final. Creo que los chicos tienen su merecimiento, esto es en equipo. Si en Glasgow Leo Mayer perdía el domingo también se tiraba todo…

–¿Sentís que es la primera vez que de verdad se llega a la final jugando en equipo?

–Creo que se dio también… Delpo no estaba en condiciones de jugar y le tocó a Leo y lo hizo muy bien. Y bienvenido sea porque hoy Croacia no sabe quién va a jugar el singles, no sabe si tiene que preparar un zurdo o un derecho. Entonces hay cosas que mientras más herramientas tengas a tu favor, mejor. En la época en la que nosotros jugábamos, si venían acá en polvo de ladrillo no sabían si iba a jugar yo, Cañas, Puerta, Nalbandian o Caleri, porque todos se defendían en polvo y cualquiera lo hubiera hecho bien, así que creo que se fue dando y mejor que se pueda contar con todos y no depender de un solo jugador.

–¿Y si se da por fin este año?

–Ojalá, porque sería muy bueno para todos los que vienen abajo. Nosotros que tenemos academias de tenis hablamos con los colegas, y en un mes, desde que Argentina llegó a la final, se sumaron muchos chicos. En mi escuela se sumaron 50 chicos, hay más alquileres de canchas, más clases privadas y eso es gracias a los chicos. Bienvenido sea.

El sueño que le falta al Mago: una práctica con River

¿De qué cuadro sos?”, le pregunta Guillermo Coria a Thiago, su hijo, con la mirada de padre que espera escuchar orgulloso el “River” mal pronunciado delante de todos. Coria ama a River. Alguna vez, en 2008, confesó que hasta pensó en probarse en el club: “Se me cruzó por la cabeza entrenarme fuerte para dedicarme al fútbol pero la idea se me fue”, contó en ese momento. 

“Todavía me enojo y puteo por River. Ahora también con la Selección por este momento, y sufro, más cuando uno tiene amigos en el equipo. A River lo sigo siempre. Gracias a Dios, Thiago y Delfi crecieron en las buenas, gracias al Muñeco Gallardo”, dice el Mago. Y cuenta: “Tuve la suerte de conocer a Marcelo en Montecarlo cuando yo jugaba ahí (fue campeón de ese Masters 1000 en 2004 y finalista en 2003 y 2005) y desde que es técnico lo vi dos veces en cenas puntuales y la verdad es que nunca lo jodí. No le pedí de ir a un entrenamiento porque no me gusta hinchar las pelotas pero me muero de ganas de estar en una práctica de River. Y de compartir un rato con D’Alessandro”. Coria y D’Alessandro se conocieron hace 16 años, cuando ambos eran promesas en sus respectivos deportes. Uno en el tenis y el otro en el fútbol. El Mago ahora quiere repetir el encuentro y, de ser posible, en un entrenamiento.

El fútbol siempre fue la pasión de Coria: “Sigo jugando al fútbol cuando puedo con mis amigos en Rosario. Siempre me encantó, es más: yo disfrutaba más de estar en un entrenamiento de fútbol que de tener a Agassi, mi ídolo máximo, al lado mío”, reconoce. Coria se hizo hincha de River por sus tíos y primos. Y sus hijos, lógico, siguen la pasión.

Hace tiempo el Mago subió un video de Thiago en el que se lo ve haciendo unos movimientos de tenis a pesar de su edad. El video se compartió en todas las redes sociales. Sin embargo, hoy Coria cuenta que Thiago juega más al fútbol: “Ahora está más copado con el fútbol pero antes estaba con el tenis, veremos qué le gusta más. Por ahora me acompaña al club, lo llevo un rato y le gusta, pero trato de que no estén todo el tiempo con el tenis. En casa no vemos tenis, están mis trofeos pero no hay fotos mías jugando ni nada. Trato de cuidarlo de todo eso. Quiero compartir todo el tiempo con ellos, los llevo al colegio, los paso a buscar, comemos juntos, después me voy al club y ahora me pasa que me extrañan cuando viajo por el programa, pero son lo que más disfruto», asegura Coria.