Estaba el color de miles de argentinos que viven en España. Estaba la excusa de un partido más antes del Mundial de Qatar. Estaba enfrente un rival de bajísimo nivel, que se sabía de antemano que no generaría problemas. Estaba la posibilidad para algunos jugadores de demostrarle al técnico Scaloni que quieren ir a la Copa del Mundo…

Pero también estaba Messi, y entonces todo lo demás quedó en un segundo plano. Porque Messi no solo estuvo, sino que se dispuso desde el comienzo mismo del partido a jugar en serio. Y cuando Messi juega, es capaz de hacer historia de un anecdótico amistoso. Hizo los cinco goles en la goleada de Argentina ante Estonia. Dos en el primer tiempo, tres en el segundo.

Messi igualó la marca de la leyenda de Tigre, Juan Andrés Marvezy, el primero en marcar cinco goles con el seleccionado, el 16 de febrero de 1941, en el Sudamericano de Chile, en el 6 a 1 a favor ante Ecuador.

Al año siguiente, el 22 de enero de 1942, José Manuelel «Charro» Moreno igualó la hazaña en un 12 a 0, también sobre Ecuador y nuevamente en el Sudamericano, en el estadio Centenario de Montevideo, en Uruguay.

Porque cuando Messi juega, siempre es capaz de hacer algo diferente. Y de escribir una página más en su historia, y en la de todo el fútbol. Como si fuera poco, se convirtió también en el cuarto máximo goleador de todos los tiempos de un futbolista con su Selección. Llegó a 86 con la celeste y blanca, superando a Puskas, la leyenda húngara que tenía el récord de 84.

Argentina llegó de esta manera a 33 partidos invicta y cerró una semana positiva, que incluyó el título de la Finalissima ante Italia, en Londres.

La escena se presentó como se esperaba: dominio total de Argentina y cesión de pelota y campo por parte de Estonia, una de las peores selecciones a nivel UEFA y mundial.

Poco tardó Argentina en abrir la cuenta, ya que el arquero Matvei Igonen cometió un penal infantil sobre Germán Pezzella cuando se lo llevó puesto y Messi lo cambió por gol. El gol no modificó la idea de Estonia, que se mantuvo a pleno con dos líneas de cuatro y con sus atacantes defendiendo en el límite del medio, a la espera de un robo y una salida rápida contra Franco Armani, que miró con tranquilidad el encuentro hasta la llegada de Sergei Zenjov (25m.) en la que achicó rápido tras la definición al ras.

Argentina se desinfló con el correr de los minutos y hasta le dio posibilidades a Estonia, que comenzó a dejar espacios como consecuencia de los intermitentes ataques.

Messi ideó su clásica jugada de encare veloz con el pivoteo de un compañero, en este caso Rodrigo De Paul, y sacó su remate colocado al segundo palo del arquero, aunque el grito quedó atragantado por apenas unos centímetros.

El segundo llegó luego de un control extraordinario del «Papu» Gómez y una habilitación quirúrgica para Messi, que la clavó al ángulo.

El complemento sirvió para que Messi muestre su clase, la misma que lo convirtió en el mejor de toda la historia, y primero con un anticipo al central y luego con una gambeta típica de potrero fue que agrandó su cuenta personal y le dio formar a la goleada sobre Estonia.

La decoración del resultado se dio cuando Messi aprovechó un rebote tras un remate de Nicolás González y cuando llevó su cuenta personal a 86 tantos a nivel Selección, dejando por atrás al húngaro Puskas (84).

Argentina descansará hasta septiembre cuando posiblemente deba enfrentarse a Brasil en el partido suspendido de las Eliminatorias Sudamericanas, más allá de la negativa por parte del cuerpo técnico, y otro amistoso en la antesala de lo que será el Mundial de Qatar, que lo tendrá en el grupo C con Arabia Saudita, México y Polonia.