Creció acompañando a su padre en las canchas, en las tribunas y en los vestuarios. Lo vio reírse, llorar, retirarse y reinventarse como entrenador. Conoció lo que implica vivir por y para el deporte desde chicos. A veces –muchas– lo extrañó. Otras viajó al lado de él. Es, de alguna manera, «el hijos de», con lo que la frase y el apellido implica. Mateo Retegui, el hijo del Chapa, heredó de su padre la pasión por el deporte, pero eligieron su propia aventura. No fue el hóckey, fue el tenis.

Mateo tiene 18 años y juega como delantero en la quinta de Boca. La tradición familiar estaba en el remo, disciplina que practicó su abuelo paterno, pero más fuerte en el hóckey por su papá, Carlos Retegui, entrenador campeón del mundo con Las Leonas y campeón olímpico con Los Leones en Río. Sin embargo, Mateo decidió ir por el camino más difícil: dedicarse al fútbol. Jugó, claro, con la bocha y el palo desde chico y, si bien era muy bueno en el hóckey, se inclinó el año pasado por la redonda. Pasó por River, club del que el Chapa es hincha, pero terminó jugando en Boca. Mateo hizo quizás lo que Retegui alguna vez soñó: ser futbolista.

«A mi papá le encanta que juegue al fútbol. Me banca en todas, siempre. Él de chico jugaba al fútbol. Siempre me dice que me esfuerce, que nunca baje los brazos. ¿Algo que aprendí de mi viejo? Que siempre quiere más. Siempre. No se conforma con nada y quiere ser el mejor pero para eso se prepara», cuenta Mateo.

«Cuando era chico me probé en River y quedé seleccionado entre muchos chicos. Fui a dos o tres entrenamientos pero mi familia no pudo llevarme más», recuerda Retegui, un entrenador apasionado por todos los deportes. Desde su lugar y cuando puede entre tantos viajes con el seleccionado, el Chapa lo acompaña a Mateo en su carrera y como padre lo aconseja: «Siempre le digo que está en un club grande, que la gente da hasta lo que no tiene para ir a alentarlos y que tiene que dejar la vida». «Siempre trata de venir a verme. Creo que se pone nervioso…», reconoce él.

Entre los recuerdos de su infancia, Mateo siempre estuvo al lado del Chapa en la cancha. «Cuando salió campeón con Las Leonas en Rosario yo era muy chiquito, no entendía bien todo lo que pasaba. Después, de los momentos más lindos uno fue el Mundial en La Haya, que consiguió los dos bronces con los varones y las mujeres porque yo sé todo lo que se esforzó para estar con los dos equipos. Y bueno lo de Río ya fue histórico..», recuerda. Micaela, la hija del Chapa, tiene 21 y ella, en cambio, siguió la tradición: juega en San Fernando y ya fue integrante de seleccionados Juniors.

Hoy Retegui está compitiendo con Los Leones en Londres en plena World League. Hoy, en el Día del Padre en la Argentina, va a estar lejos sus hijos. «Para mí es el mejor de todos. Siempre está para nosotros, tanto para mí como para mi hermana. Siempre nos apoya en lo que hagamos», dice Mateo desde Buenos Aires y le hace, de algún modo, un regalo al Chapa en el Día del Padre.