Diego Dabove es el técnico de la Superliga que más puntos logró en 2018. La efectividad en Godoy Cruz, su primera experiencia como entrenador en Primera, fue de casi 83%, porcentaje que lo acerca al logrado por Bayern Munich de Alemania y Juventus de Italia en el último semestre. Es el registro con el que comandó a Godoy Cruz al segundo lugar y a la pelea del título con Boca hasta el final. Es el número que intentará sostener en la Superliga que acaba de empezar.

–¿Es difícil no achancharse después de una buena temporada?

–Lo más importante es seguir enfocados en poder mejorar. Buscamos la mejor versión de cada uno porque cuando lo individual crece al equipo le pasa exactamente lo mismo. Queremos demostrar que lo de la temporada pasada no fue racha ni casualidad sino que hay un plantel y un equipo para estar arriba. La vara quedó muy alta, pero queremos seguir metidos en el lote de arriba. La Superliga es muy pareja pero nos enfocamos en seguir adelante y en poder crecer un poco más.

–¿Por qué fueron los subcampeones?

–Fuimos de menor a mayor, nos fuimos soltando y nos dimos cuenta de que podíamos pelear arriba. Ganamos en lugares importantes como Rosario, La Plata, Argentinos y nos dio más solidez. Nos sentimos más confiados y pudimos concretar una gran temporada.

–¿Boca fue el mejor?

–Sí. El primer semestre fue muy bueno. Después de diciembre le costó más pero es algo que les pasa a todos y además sufrió algunas lesiones. Pero a lo largo del año fue un justo campeón.

–¿Cómo procesaron la sorpresiva eliminación en la Copa Argentina frente a Defensores Unidos?

–Fue duro, no lo esperábamos. Más allá de no haber jugado bien, no merecimos perder. Pero los penales son así y pueden ser para cualquiera. Los grandes equipos también se hacen de los golpes. Intentamos que nos sirva de experiencia y nos haga crecer.

–¿Es más difícil estar arriba para los clubes del interior?

–Siempre cuesta un poco más, pero no me enfoco demasiado en eso. Pienso en ir partido a partido. Lo otro no lo podemos manejar. Lo que está a nuestro alcance es el manejo y la organización del partido. El resto es parte del folklore y de las diferencias. Si tenés la suerte de cambiar poco, estás un paso adelante, podés emparejar. El problema son las lesiones y las expulsiones que se sienten cuando no tenés tanto recambio.

–En el último tiempo crecieron varios entrenadores como Jorge Almirón, Diego Cocca o Gabriel Heinze en el club. ¿Por qué?

–Primero, Godoy Cruz tiene buenos jugadores y apuesta por futbolistas de buen pie. Además brinda una estructura de trabajo con cosas de nivel europeo, los jugadores y empleados están al día y estamos en una ciudad muy linda para vivir. Hay un gran contexto para crecer.

–¿Qué temores aparecieron cuando te ofrecieron pasar de la Reserva a Primera?

–Tenía temores en la línea lógica de cualquier emprendimiento que uno inicia. A la vez tenía mucha confianza porque hacía un año que estaba en el club, conocía el plantel y la idiosincrasia. Sabíamos cómo teníamos que trabajar, dónde apuntalar y cuáles son nuestros fuertes.

–¿Cómo te formás?

–Hace 12 años que trabajo en distintos cuerpos técnicos y voy asimilando información de todos en cuanto al trabajo y al manejo de grupo. Después hay que seguir el proceso de formación leyendo mucho, mirando trabajos de otros entrenadores y viendo qué va apareciendo como novedoso. Saco muchas cosas de distintas páginas en Internet tanto sobre liderazgo, como charlas de Valdano o distintos líderes como Oveja Hernández, Lamas. Nada raro, lo que creo que buscan todos. Mis entrenadores preferidos son Pochettino y Simeone.

–¿Es muy solitario el puesto de arquero en el que jugaste hasta los 27 años?

–Es especial y por eso se lo entrena de manera diferente. Hay que convivir con el error y tener una personalidad fuerte. También paciencia para que llegue el momento porque a veces esperás mucho en el banco. Todo eso lo hace distinto. Lo especial va llevado de la mano del carácter y la personalidad que se va construyendo.

–¿Hay algo de locura o es un mito?

–Sí, es real. Hay bastante. Es una realidad del puesto. No sabría cómo describirlo pero sobre todo en la forma de ser. Podés ganar un partido o tirar toda a la basura en un segundo. Para convivir con eso hay que ser especial: mucha personalidad y grandeza para poder hacerle frente.

–El arquero es el único jugador que ve la cancha completa. ¿Es un punto a favor en el rol de estratega?

–La visión que vas teniendo es distinta. Tenés más tiempo para pensar cosas que pasan durante el partido. El arquero sabe más tácticamente a medida que va creciendo y ganando madurez. En mi caso, la vocación la tengo desde chico porque siempre me gustó.

–¿Cuándo empezaste a imaginarte como entrenador?

–Empecé muy joven, a los 15 o 16 años, a estar en Primera con Lanús cuando estaba Miguel Ángel Russo. Me gustaba bajar al vestuario. Me gustaba mucho el tema de cómo daba la información de los rivales. En cada entretiempo, iba al vestuario a ver qué corregía el entrenador en esa charla. Me encantaba conocer y estudiar las características de los rivales. Desde chico me fascinaba todo eso.

–¿Tenés un método de conducción?

–Sí, hay una forma de trabajar. Intentamos siempre ir mejorando y buscando la vuelta para tener una mejora constante. Buscamos tener entrenamientos que los haga pensar mucho a nivel mental y cognitivo. Pero el proyecto es el club, no de Dabove. Nosotros intentamos acompañar con profesionalismo y seriedad detrás de la línea y de la idea que baja la institución.