En el primer domingo sin fútbol argentino después de que a la Superliga le llegara su entretiempo, igual habrá movimiento en dos de los clubes más grandes del país. River e Independiente, los únicos campeones que tienen una copa para brindar en estas fiestas, elegirán presidente en la jornada de hoy. En Núñez, más de 60 mil socios están habilitados para optar entre cuatro candidatos: el actual presidente, Rodolfo D’Onofrio (Un equipo, un presidente); Antonio Caselli (Primero River); Carlos Trillo (Vamos con Trillo); y Carlos Barujel (River de Todos). En la mitad roja de Avellaneda habrá tres opciones: Hugo Moyano (Agrupación Independiente, que va por la relección); Alejandro Di Costanzo (Lista Roja); y Fernando Montenegro (Puro sentimiento rojo).

De no ser por una gran sorpresa, en River e Independiente serán ratificados sus presidentes. Así, D’Onofrio y Moyano se sumarán a Víctor Blanco, de Racing, y Matías Lammens, de San Lorenzo, en un póker de oficialismos que ganaron las elecciones a lo largo de este año, al menos en los cuatro clubes grandes. Si se considera que en Boca manda el macrismo desde que Mauricio Macri ganó en 1995 por primera vez, es una tendencia que se repite en los cinco equipos más importantes del fútbol argentino.

La explicación más llana tiene que ver con los contextos. Salvo Boca, los demás son clubes que salieron airosos de sus crisis más importantes de la historia con las comisiones directivas actuales, que luego buscaron renovar su mandato. River e Independiente pasaron por la B Nacional hace apenas unos años. San Lorenzo jugó la Promoción un lustro atrás y tres años después tocó el cielo de América con la Copa Libertadores, la obsesión que lo persiguió durante medio siglo. Y Racing pasó todos los estadíos de las penurias: quiebra, gerenciamiento, Promoción y crisis institucional.

Lo que suele definir el voto masivo de los socios es el presente futbolístico de los clubes, más allá de la situación económica, o de cómo marchen las otras áreas deportivas que no tengan que ver con el fútbol profesional. «Depende de si la pelotita entra o pega en el palo», suelen minimizar algunos dirigentes, amparados en un lugar común para defender sus gestiones de las críticas.

Pero no es la única reacción que hay para que los oficialismos se sostengan dentro de los clubes. «Estando adentro, tenés la posibilidad de construir una mejor relación con el socio, más directa, porque vos estás del otro lado. La oposición no tiene la posibilidad porque no está en el club, y el socio es el que te pide y regula. Uno escucha pedidos, y hay que tener sentido común para razonar, porque a veces uno está equivocado», dice Rodolfo «Royco» Ferrari, vicepresidente primero de Boca. De ahí se explica la excepción que confirma la regla: en 2011, después de la muerte de Pedro Pompilio, el presidente era Jorge Amor Ameal. El día de las elecciones, Boca salió campeón. Sin embargo el macrismo, con el candidato Daniel Angelici, traccionó los votos de las agrupaciones y perdió el oficialismo de Ameal. «Me acerqué al club porque faltaba un acercamiento de la dirigencia con el socio del Interior –agrega Ferrari, de la ciudad bonaerense de Chacabuco, que aspira a ser candidato en 2019–, porque faltando tres meses para las elecciones se acercaban y después se olvidaban de nosotros. Ese fue mi objetivo principal, y eso no podés hacerlo de un año para otro.»

El domingo pasado, apenas 7400 socios de Racing de 24.600 habilitados se acercaron a la sede de Avenida Mitre para elegir autoridades. Una hora después del cierre de los comicios, había más de 30 mil personas en el Cilindro. Una muestra de que la política en los clubes no atrae tanto como los goles. Leandro Rodríguez Hevia fue candidato por la agrupación Racing Siempre, que quedó tercera, apenas por encima de los 700 votos. «Desde afuera, es más difícil mostrarte al socio. Es muy difícil enfrentar un aparato de gobierno que maneja mucha plata y maneja los padrones. Los padrones los tenés segmentados y tienen muchos beneficios para dar: viajes, camisetas, o esas prebendas que terminan definiendo el voto de algunos socios», argumenta Hevia para tratar de explicar por qué desde que Racing recuperó la institucionalidad en 2008 siempre triunfó el oficialismo.

En el poder desde 2012, después del descalabro del empresario Carlos Abdo, Lammens encarnó los deseos de Marcelo Tinelli, su actual vice primero. «Ganan los que tienen buena gestión –sintetiza Roberto Álvarez, vicepresidente tercero de San Lorenzo–. Si al socio no le gusta la gestión, gana otro. En Vélez no fue así, no ganó el oficialismo después de muchos años, y River e Independiente han ganado cosas y eso facilita ciertas cosas.»

La ratificación en las urnas de D’Onofrio en River y Moyano en Independiente, con el arrastre de la conquista de la Copa Argentina para uno y la Copa Sudamericana para otro, reafirma que los éxitos a partir de la construcción desde adentro en los clubes tienden a mantener los oficialismos, más allá de los problemas que surjan en los años de gestión. Y también que el tejido de poder en los clubes, a veces, es una nueva ciencia política.