Defensa y Justicia (Recopa Sudamericana), Colón (Copa de la Liga), la selección argentina (Copa América) y Boca (Copa Maradona y Copa Argentina) ganaron copas durante este 2021 que se cierra. Los campeones argentinos de copas no pudieron esquivar una definición por penales en el camino a la consagración. Y ahí aparecieron los arqueros, cada vez más lejos de aquel apotegma de la infancia que indicaba que “el gordito va al arco”. Ezequiel Unsain, Leonardo Burián, Emiliano “Dibu” Martínez y Agustín Rossi atajaron penales y hasta “ayudaron” a que los rivales le erraran al arco. En su primer año en la selección, Dibu mantuvo el arco en cero en 10 de 14 partidos y sólo le convirtieron tres de ocho penales. Boca levantó la Copa Argentina después de superar por penales a River, Patronato y Talleres: después de que Rossi detuviera su octavo penal de 32 que le patearon como arquero de Boca. No hay azar (o, mejor, cada vez se reduce más). Y aún menos existe “la lotería de los penales”.

“Los teníamos estudiados a todos los jugadores de Talleres”, aceptó Rossi, que en la Copa Argentina contuvo los disparos de Julián Álvarez (River), Leandro Marín (Patronato) y Héctor Fértoli (Talleres). En su historia, Boca disputó 49 definiciones por penales: 35 triunfos y 14 derrotas, 71% de efectividad, nueve títulos. Alejandro Saccone fue arquero entre 1993 y 2005. Suplente en River durante cuatro etapas, Saccone dirige ahora la escuela “Arqueros en Red” y es instructor de la Conmebol. “En lo más mínimo es una lotería: se entrena, se estudian los rangos de movimientos físicos de los ejecutantes, el porcentaje estadístico de eficacia, la dirección. Y no es lo mismo un penal durante el partido que en una definición, esa es una limitante psicológica -dice-. Cuando se entrena antes de una definición, se visualiza y se reacciona en el campo. Hay una regla que tiene que ver con el equilibrio y el brazo puesto en la pierna ejecutora, que te da un parámetro de la zona a la que irá el disparo. Lo que se entrena es la intuición”. Saccone agrega que Dibu Martínez y Rossi comparten tres características de un arquero atajador de penales: son potentes, explosivos y reactivos.

Ubaldo Matildo Fillol y Hugo Orlando Gatti, el Pato y el Loco, símbolos de River y de Boca, son los arqueros con más penales atajados en el fútbol argentino: 26 y 22. Fillol le tapó un penal al polaco Kazimierz Deyna en el primer partido de la segunda fase del Mundial de Argentina 78, cuando la selección ganaba 1-0 en el Gigante de Arroyito (al final, ganó 2-0). Y en 1977, Gatti le había dado la primera Copa Libertadores a Boca después de que le atajara al brasileño Vanderley el quinto y último penal de la final ante Cruzeiro en el Centenario de Montevideo. Fillol y Gatti representaron estilos opuestos: la sobriedad a toda prueba y los reflejos felinos versus el juego escénico y las voladas espectaculares. Sergio Goycochea, el héroe bajo los tres palos en el Mundial de Italia 90 ante Yugoslavia e Italia, dijo alguna vez que hasta es importante adivinar el palo al que va la pelota, aunque termine en gol. Dibu Martínez es el arquero que más penales atajó en una definición en la historia de la selección argentina, tres ante Colombia en la semi de Copa América de Brasil 2021. Pero Goycochea, con ocho, es el que más penales atajó en cinco definiciones con la selección.

Geir Jordet, investigador sobre la psicología aplicada al fútbol, analizó los movimientos de Martínez después de que distrajera a Bruno Fernandes en Manchester United-Aston Villa por la Premier League. Dibu le había dicho a Cristiano Ronaldo, señalándolo: “Patealo vos”. Se jugaba el tiempo extra. Fernandes la tiró por encima del travesaño. Había convertido sus últimos 12 penales. Aston Villa ganó 1-0 en Old Trafford. Jordet puntualizó cinco “técnicas”: distracción visual, confrontación física y verbal, demora y manipulación social. “Los arqueros a veces realizan movimientos para perturbar el campo visual del ejecutante, llaman la atención y crean desorden -explica Jordet-. Un estudio demuestra que tienen el 10% menos de probabilidades de anotar. Cuando se colocan sin pudor en el punto penal, tienen la intención de intimidar. Pueden desestabilizar emocional y cognitivamente. Otros involucran el trash talk, charlas de la vieja escuela, al insultar o humillar al que va a patear. Y tomarse su tiempo para prepararse es una técnica más sutil: si un ejecutante espera la señal del árbitro porque el arquero demora, la probabilidad de gol se reduce entre un 20 y 30%”.

Jordet se basa en “Atención hacia el arquero y distracción durante las tandas de penales en la Football Association”, un estudio realizado por el psicólogo deportivo Philip Furley sobre los penales ejecutados entre 1984 y 2012 en Mundiales y copas europeas. La ciencia, de igual modo, no mide presión, miedo y contexto. “Mirá que te como”, le dijo Dibu Martínez a los futbolistas de Colombia en la Copa América. En su locker en el vestuario de Aston Villa, Dibu cuelga objetivos a cumplir: cantidad de vallas invictas, cantidad de penales, precisión en los pases. “La temporada pasada marcó todos los objetivos. Esta temporada le hemos dado más, lo que lo hace cada vez mejor”, contó Neil Cutler, entrenador de arqueros de Aston Villa, en el podcast The Goalkeepers’ Union. “Está motivado para ser el mejor del mundo. Juega seguro, entra en su zona de confort, no quiere que le conviertan. Los mejores arqueros dan un paso al frente todo el tiempo, demuestran esa confianza que bordea la arrogancia, determinación y deseo, y él lo expresa con el lenguaje corporal”.

El papelito de Jens Lehmann en Alemania-Argentina por los cuartos de final del Mundial 2006 se asentó en la memoria como el paradigma del estudio de los ejecutantes de penales. El papelito, que Lehmann tiró -y recuperó- en pleno vestuario del Olímpico de Berlín, primero fue subastado -un millón de euros- y, desde 2007, descansa en la Casa de la Historia de Alemania en Bonn. Era una hoja de talonario del hotel Berlin Schlosshotel Grunewald, donde se concentraba Alemania. El mundialista Andreas Köpke, entonces entrenador de arqueros, había anotado ocho apellidos. Antes de la definición, tachó tres: Riquelme, Crespo, Messi. Lehmann se lo guardó debajo de la rodilla derecha, ajustado por la media. “Habían sido estudiados todos los penales argentinos en los últimos tres años”, dijo años después Oliver Bierhoff, aún hoy mánager de Alemania. Lehmann se tiró en los cuatro penales hacia donde fue la pelota. Le atajó el segundo a Roberto Ayala. Y el cuarto y definitivo, a Esteban Cambiasso. Pero “Cambiasso” no figuraba en el papelito.