Artículo publicado en Latfem el 30 de octubre de 2020.

El año pasado Maradona volvió a las canchas del fútbol argentino, volvió al país para dirigir a Gimnasia y Esgrima La Plata. El retorno después de muchos años a la escena local puso sobre la mesa algunos debates y tensiones en torno a su figura y cómo es tomada, avalada, criticada o repudiada desde los feminismos. Julia Hang es becaria del CONICET, doctora en Ciencias Sociales y a pesar de haber sido hincha de Boca, reconoce que durante su adolescencia la cultura del aguante la expulsó de las canchas y del fútbol hegemónico. Julia, que estudia las conformaciones de las áreas de géneros en los clubes del fútbol argentino pone especial foco en el club de su ciudad: Gimnasia y Esgrima La Plata. Justo ahí a donde Diego llegó el año pasado y conmovió, conmocionó y rompió los esquemas de lxs triperxs: el club multiplicó sus socixs, su prensa y sus sponsors. Pero su llegada también sacudió a jugadoras del club y a hinchas que desde hacía tiempo venían armando el área de género del club – recientemente transformada en Subsecretaría-, pensando políticas que corrieran las lógicas patriarcales hacia dentro de la institución. El arribo de Maradona generó debates al interior de esos espacios. Hubo quienes lo criticaron, otras problematizaron su no reconocimiento durante años de algunxs de sus hijxs y muchas celebraron que el ídolo popular formara parte del club. Quienes lo critican son acalladas en las redes sociales.  “La postura más crítica con la figura de Maradona tampoco encuentra algo irreconciliable. Si bien a muchas no les gustó que llegara a Gimnasia entendían que Diego le daba felicidad a su club, que llegaba un ídolo popular y que se hacía muy difícil rechazar a su figura”, explica Hang. La socióloga encuentra dos posturas claras: “Están las futboleras feministas para quienes Maradona no significa nada, representa la típica figura del macho misógino, que tiene denuncias por violencias y que piensan que su figura no puede convivir tan fácilmente con los valores del feminismo; y están las que sostienen que no hay contradicciones entre ser feminista y ser maradoniana y proponen que el desafío es hacerlo propio”. 

Malvina Silba también es Doctora en Ciencias Sociales y sobre la cama de su hijo de nueve años hay un póster del Diego, aunque él sea fan de Lio Messi. ¿La explicación? Malvina además de hincha de River es maradoniana y comparte ese amor con su familia. “Me parece que el problema cultural que tenemos es pensar todo en términos de la grieta, es querer encontrar el consenso y la posición absoluta. Me parece que los feminismos necesitamos pensar por fuera de la cuestión dicotómica. Hay que ir a una idea superadora justamente abordando nuestras contradicciones”, dice a LATFEM. Malvina y Julia coinciden en romper de alguna forma el femenistómetro, la vara que mide cuánto feminismo tenés en sangre si te gusta Maradona, Arjona o la cumbia. “El feminismo nunca puede ser normativo, no puede decirnos en qué debemos creer porque eso ya nos lo dice el patriarcado históricamente”, apunta Hang. 

¿No te das cuenta que Maradona es machista? ¿No te das cuenta que el fútbol está lleno de corrupción y negociados? Y lo seguís bancando igual y lo seguís mirando y jugando igual. A uno y a otro. Desde el feminismo ilustrado llegan las advertencias, las espabiladas en clave de “a ver, vení que te voy a explicar que quizás no entendiste muy bien la teoría”. 

No cambiar un mandato por otro, romper el encorsetamiento, no cristalizar ni romantizar los feminismos aparecen como claves para pensar el vínculo de este movimiento político y la figura de Maradona. “Estamos atravesadas por el conflicto y negar eso es negar la dimensión transformadora de la vida social”, señala Julia Hang. 

Esta fiesta no me la quiero perder

Entonces, ¿cómo y desde dónde nos apropiamos de Maradona? Diego nunca renegó de su origen villero, plebeyo. Su idolatría también se construye a partir de esos orígenes que siempre reivindica. Siempre, va a decir, del lado de de lxs pobrxs, lxs humildes, lxs oprimidxs. “Pensar a Maradona desde el amor y desde el afecto, desde su vínculo con lo popular y contestatario del poder siempre, de ahí deberíamos agarrarnos”, aventura Hang. Es desde ese lugar del amor, de su cercanía con los feminismos villeros que lo ama Mónica Santino. La fundadora de La Nuestra Fútbol Feminista -colectivo de la Villa 31 en la ciudad de Buenos Aires- es contundente en ese amor: “No me genera contradicción alguna ser feminista y amar a Maradona. Concibo al feminismo como un movimiento social que quiere generar cambios y transformaciones profundas en los sistemas y órdenes de vida, no me parece que desde ese lugar el movimiento tenga que condenar a Maradona, que nunca renegó de sus orígenes”. Mónica llegó a la cancha de Güemes en el corazón de la 31, después de haber sido dirigente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y después haber jugado en algunos clubes de AFA y señala: “La primera discriminación que se sufre es la de clase. Esa cuestión de clase tan clara es feminista, desde lo popular y lo comunitario y eso es lo que me hace amarlo”. 

Maradona es parte de nuestra cultura popular, ídolo, referente, D10S. Maradona es uno y son tantos. Un crisol de infinitos Diegos: cabecita negra en Fiorito, con Fidel grabado en la pierna izquierda y con el Che, en el brazo derecho. Con Evo en La Paz, con Lula y Chávez en el tren del Alba rumbo a Mar del Plata en 2005. Diego siempre con la unidad latinoamericana. Con Néstor, con Cristina y con Alberto. Con Hebe de Bonafini, Taty Almeida y Estela de Carlotto. Diego bancando el aborto legal en el medio del debate en el Congreso en 2018. Diego en los ‘90 y durante el macrismo defendiendo a lxs jubiladxs. Diego arrastrado por una enfermera. Diego, me cortaron las piernas. Diego, la pelota no se mancha. Diego, los goles a Inglaterra. Diego y la Claudia. Diego, te lo juro por las nenas. Diego cuántos hijxs. Diego y Doña Tota. Diego levantando la Copa del Mundo. Maradó. Maradó. Diego, Cóppola, el jarrón, los programas de chimento, la efedrina, el piquito con el Cani, ese superclásico ganado. La Noche del Diez. Diego contra Joao Havelange, Diego contra Blatter, Diego contra la FIFA entera, Diego una vez más respondiéndole a Macri. 

“Diego es el compendio de lo que somos todxs con nuestras idas, nuestras vueltas, negaciones, afirmaciones, contradicciones y cambios de rumbo”, dice Santino. La referente social se corre de los feminismos ilustrados , apunta a los feminismos que no son populares, antiracistas, antipatriarcales, antipunitivitas y dice que no le interesa un movimiento social “que condene a Maradona ni intente trazar veredictos desde su persona”. 

Malvina Silba toma a la activista feminista estadounidense bell hooks y su idea de un feminismo anticapitalista y antiracista con el fin de no legitimar ninguan forma de desigualdad: “El horizonte moral es eso y la figura de Diego nos sirvió un montón a nosotras para pensar cómo oponerse al poder. No importa si usó camisas Versaces o si usó fortunas en el mundo árabe o e las fiestas en Cuba, se enfrentó a un montón de discursos que estaban juzgándolos”. Malvina como feminista maradoniana también toma la figura de Diego desde el lugar de la afectación: “Me conmueve desde un lugar de movilización no solamente de lo nacional, del placer de verlo jugar, de la figura disruptiva que fue, de la contradicción en su propia trayectoria y de haberse enfrentado a poderes establecidos, de negociar con esos poderes establecidos en otros momentos de su vida y de ser un ser humano con un millón de defectos”. 

¿Qué hacemos con las distintas denuncias por violencia de género, las actitudes misóginas y machistas de Maradona? “Estas cosas que hace Diego y que son públicas y que están puestas en discusión es que las hacen un montón de personas. El problema es que él no puede hacer nada por fuera de la vara que trata de medir todo el tiempo lo que hace y lo juzga”, sostiene Silba. 

Dragueemos al Diego

Apropiémosnos de Maradona, de su relato polifónico. De todas sus versiones. Agarrémonos de esas gambetas que dejaron en el camino a tanto inglés. De su vista rápida que devora la cancha. De su irreverencia contra el orden impuesto. Del odio que despierta en lxs supremacistxs blancxs. Del exceso sobre todo, de emociones. Agarrémonos de sus afectos y efectos. De Fiorito y del potrero. Del cabecita negra popular hecho de barro y quimera.  Agarrémonos de sus fisuras para desarmar idolatrías, para crear referentes populares llenxs de contradicciones. Como escribía la socióloga e hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, Paula Provenzano el año pasado: “No podemos regalarle a Maradona al patriarcado, porque si históricamente nos expulsaron del fútbol, ahora que me vengan a decir que tengo que rechazar a Maradona es sentir que me están expulsando de esta fiesta y yo esta fiesta no me la quiero perder”.