Jesús Cuellar podría haber sido un domador de caballos salvajes del festival de Jesús María antes que el único boxeador argentino campeón del mundo en la actualidad. El campeón pluma de la Asociación Mundial aparece en el horizonte después de los flashes de Sergio “Maravilla” Martínez y Marcos “El Chino” Maidana, y expone la crisis del pugilismo nacional. Porque Cuellar salió del país para construir su récord de 28 peleas ganadas -21 por nocaut- y una derrota. Desde 2013, cuando se coronó frente al dominicano Claudio Marrero, el argentino combate en Estados Unidos. Ahora será seguido de cerca por Freddie Roach, el entrenador estadounidense que pegó el salto de las manos del filipino Manny Pacquiao, elegido en 2003, 2006 y 2007 como el mejor del año. 

Lo hará en el gimnasio Wild Card de Hollywood, una escuela de boxeo ofensivo a la que muchos acuden como una salvación, como un refresco para relanzar sus carreras. Aunque, en este caso, funcionará como un perfeccionamiento, mientras espera la reprogramación de su sexta defensa del título, ante el mexicano Abner Mares. El encuentro con Roach se produjo, en resumidas cuentas, porque Mares fue inhabilitado por “problemas de salud” por la Comisión Atlética de Nueva York y al equipo de Cuellar no le quedó otra que reordenar el plan de trabajo. Algo de casualidad, pero no tanto.

Cuellar, en concreto, es entrenado por Juan Manuel Ledesma, uno de los directores técnicos de la selección argentina. Los últimos tres meses, hasta la suspensión de la pelea con Mares, se entrenó con Ledesma, quien por asuntos personales debe volver a Argentina. “Entonces, decidimos elegir. De forma un tanto inesperada, comienza otra etapa, pero con el mismo objetivo: noquear a Mares o al que me pongan enfrente. Roach es uno de los mejores entrenadores del mundo y es un orgullo tenerlo desde ahora a mi lado”, dijo Cuellar a través de un comunicado. 

“Entrenar a Cuellar es un sueño hecho realidad para mí, porque sé lo dedicado que es para trabajar y me encanta entrenar a esa clase de boxeadores”, respondió Roach. Cuellar quedó solo. El último en perder el título mundial -crucero de la Federación Internacional- fue Víctor Emilio Ramírez, el 21 de mayo. Fue en el segundo round, por nocaut, frente Denis Lébedev en Rusia. El año pasado cedieron sus coronas César Cuenca y Juan Carlos Reveco; Lucas Matthysse cayó en el combate por el título; Omar Narváez peleó sin corona mundial en juego; y se retiraron Maravilla Martínez y el Chino Maidana.

Cultor de la zurda cruzada, noqueador, criado en el barrio Santa Paula de José C. Paz, el Forastero Cuellar es asesorado desde 2012 por Sebastián Contursi, mánager del Team Maidana, de quien fue su sparring. Cuellar con Roach es un salto hacia adelante. “Cuando Pacquiao llegó con Roach, ya era un campeón mundial y un pelador con potencial -dice el mexicano César González Gómez, director de la web Izquierdazo Boxeo-, pero Roach desarrolló las herramientas para convertirlo en leyenda. Es impensable considerar los méritos de uno sin tener en el mismo enunciado al otro. Hoy ambos están en el Salón de la Fama.” Cuellar tiene 29 años y todavía le quedan algunos más en el primer nivel. Es, como en su momento Maravilla, muy poco conocido en Argentina. Le dicen “El Forastero” porque ese era el nombre de un petiso zaino que amansaba en los campos familiares de Santiago del Estero. Hasta que a los 16 años se bajó de los caballos y se subió al ring. “Como buen gaucho, soy devoto y le pido a la Virgen de Luján que me ayude en las peleas”, contó. Tendrá a Roach, una especie de Dios entre los técnicos de boxeo. No es poco para el solitario campeón argentino.