Una vez se filtraron las imágenes de una cámara de seguridad de un hotel. Agarrado por sus compañeros, parecía que Ricardo Centurión quería pegarle a alguien. Era lo que se veía. Centurión jugaba en Boca. Otra vez, hace poco, gracias a los servicios de la municipalidad de Lanús, lo que se difundió fue un video grabado por un policía de la Bonaerense. “Te puedo cubrir todo el mes”, le ofrecía Centurión mientras se negaba a un control de alcoholemia. Ahora no hizo falta que nadie filtrara nada, sólo que hablara el presidente de Racing, Víctor Blanco, para hacer trending topic el apellido de Centurión, con una liviandad que expone más al dirigente que al jugador.

Los sucesos que tienen a Racing en el centro mediático -alimento para redes sociales-, comenzaron cuando Eduardo Coudet decidió que Centurión fuera al banco de suplentes en el partido que Racing jugó el lunes frente a Atlético Tucumán. Un problema físico, dijeron algunos periodistas. El técnico está enojado, dijeron otros. Fue una decisión táctica, aclaró Coudet. Aunque lo nieguen hay problemas, insistió la prensa. Es cierto que Centurión alimentó esas versiones con posteos en Instagram –que luego borró- y Twitter, donde escribió: “Desde donde esté y en el lugar que esté, la vida por el grupo. Los demás son segundo plano”.

Parecía un día más en los capítulos de las polémicas futboleras hasta que Blanco, el presidente del club, le dio una entrevista al programa partidario Esto es Racing. “Son adicciones, Leo, son adicciones”, le dijo al periodista Leo Paradizo. «Hay que ser responsable –agregó el dirigente-. Aparentemente, por la información que tengo, es por haber tomado demasiado. Es la realidad. Si tomás o te acostás tarde, al otro día no rendís igual». Sin tener claro qué camino tomar, Blanco aclaró que Racing va a acompañar al jugador a la vez que comunicó que las acciones pasarán “a la parte de legales”.

¿Cómo acompaña un club a su jugador cuando nada menos que el presidente lo expone de esa manera? ¿Qué profesional le diagnosticó la adicción a Centurión? Y si es un adicto, ¿procurará Racing que el futbolista se apegue a algún tratamiento? ¿Era un tema para lanzarlo en los medios? La última pregunta tiene una respuesta: no. “Me sorprendió lo de Víctor. Primero tiene que pensar que si me quiere cuidar debe hablar estos temas conmigo, a solas”, le respondió Centurión por Radio Continental. Coudet salió a su rescato un rato después en TyC Sports: “A Centurión lo fui a buscar yo en el verano y lo iría a buscar una y mil veces más. El no me falla en ningún aspecto, tiene compromiso y va a responder. Yo consideré que había otro mejor para poner ayer”.

El año pasado, cuando jugaba en Boca, Centurión tuvo una denuncia por violencia de género. Su pareja de entonces declaró que el jugador le había astillado los dientes. A Centurión le impusieron una perimetral. Ese episodio, más grave que una llegada tarde al entrenamiento, fue sin embargo callado por los dirigentes del club donde jugaba, Boca. Y luego fue ignorado por quienes lo contrataron para regresar a Racing. Ahí nadie consideró prudente hablar, ahí a los dirigentes del fútbol, mundo de machos, les cuesta hablar.

Ahora Blanco eligió otro camino. Justo cuando no debía de hacerlo. Y no porque se tenga que ocultar nada, sino porque ciertos asuntos merecen ser tratados lejos del griterío mediático. En el caso de Centurión, además, están los prejuicios, los estigmas, la marca de haber salido de Villa Luján, en Sarandí, esos rincones a los que la sociedad les soltó la mano. “Ejemplo no voy a ser nunca para nadie”, le dijo Centurión veinte días atrás al periodista Nicolás Zuberman en una entrevista para el diario La Nación. Centurión sobrevive porque es futbolista. Otros Centuriones siguen ahí, lidiando con lo que les toca. A ellos no los enfoca la cámara como lo enfoca a Centurión. Le dicen “wachiturro” y no todos se lo dicen con cariño. Muchos lo dicen con desprecio.

Acaso Blanco todavía no sepa cómo ayudó a alimentar esos prejuicios. Tal vez tampoco sepa que, si hubiera una adicción, lo que menos hizo fue ayudar a tratarla. Que Coudet le haya apagado el fuego no significa que exista el problema. Porque ser discreto no implica mirar para otro lado. Hay una tarea por hacer en Racing.