Fue en vivo y en directo, frente a las cámaras de Fox Sports, que Daniel Osvaldo dejó en claro que algo le molestaba. Fueron los noticieros de la mañana del viernes, tantos los deportivos como los de información general, los que se regocijaron por un cigarrillo en el vestuario del Parque Central de Montevideo. Y fueron los portales web y las tiras del mediodía las que monopolizaron su espacio con el despido del jugador sin apellido del club de la Ribera. Un pucho, un gorro de lana, una discusión puertas adentro y algunos pirulos más finalizaron con Guillermo Barros Schelotto marginándolo del plantel y con la dirigencia de Boca planeando rescindirle el contrato. Pero así, más que Boca, los que perdieron a su número nueve fueron gran parte de los medios, esos que explotan y explotaron la figura de Daniel Osvaldo sin importar lo que este hiciera dentro de la cancha.

En lo que va del año, el único diario deportivo del país, Olé, lo puso 13 veces en su portada de la edición papel. Diez fueron por cuestiones futbolísticas –su regreso al club y su lesión coparon esa decena-, una por revelaciones personales que el propio jugador deschavó en Radio Del Plata y otra por los provocadores gestos que les hizo a los hinchas de River después de un amistoso de verano. Ese fue el primero de sus seis encuentros en Boca en 2016, los que le valieron el doble de tapas de Olé. La treceava, claro, fue la de ayer con su despido.

En este segundo ciclo en el club jugó 395 minutos, no metió ningún gol, pero en la previa de los cuartos de final de la Copa Libertadores de América, el principal programa de fútbol de Fox Sports, la señal dueña de los derechos de transmisión del torneo, se la pasó hablando de unas fotos privadas de Osvaldo sin ropa. 90 minutos de fútbol se llama el programa conducido por el Pollo Vignolo, pero el espacio dedicado a la entrepierna del futbolista superó ampliamente los cinco minutos y monedas que Guillermo le reservó en el partido contra Nacional, en el que Boca sacó un empate que lo deja bien parado de cara al partido de vuelta en la Bombonera, por un lugar en las semifinales.

Y si la prensa deportiva, o gran parte de esta, le dedica tanta atención como a Carlos Tevez, el líder del único equipo invicto en la Libertadores, qué le queda a la prensa del chisme y de la intrusión de la vida privada. En esos portales, revistas o programas sin escrúpulos, Daniel Osvaldo comparte espacio con el exnovio de la hija de Nazarena Vélez.

El año pasado, cuando Osvaldo sí era un nueve que Boca podía llegar a extrañar  en caso de perderlo repentinamente (de hecho, seis meses después de su salida, lo fue a buscar), su protagonismo mediático no varió. Al mejor estilo Ogro Fabbiani en River, Osvaldo se ganó la atención antes de jugar, la potenció con sus goles, sus pases, sus tuits provocadores, su pose rockera y su relación con la actriz Jimena Barón, hasta que llegó la eliminación de la Copa Libertadores. Si bien fue el único jugador de Boca que mostró empatía y comportamiento humano con sus pares de River, agredidos con gas pimienta, luego de esa noche entró en un círculo vicioso de malos rendimientos personales, malos resultados colectivos y mayores escándalos extradeportivos. Su salida de Boca –la primera, la del año pasado- generó un pico de Danielosvalismo en la prensa, que rápidamente se apagó con el correr de los días y que recién volvió a encenderse en enero de este año, cuando se sumó al equipo por entonces dirigido por el Vasco Arruabarrena, quien quería potenciar al último campeón del fútbol argentino y también tener una alternativa ante la inminente salida de Jonathan Calleri en una sospechosa operación comercial entre Boca y un fondo de inversión.  Cinco meses después y de la mano del Mellizo y de Tevez, Boca crece sin extrañar a ningún delantero. En cambio, cuando baje la ola de su despedida del club, muchos medios se van a quedar sin su nueve preferido. Tal vez los lectores, oyentes y televidentes salgan ganando.