A las ligas europeas, acaso salvo a las del fútbol, suelen llegar algunos pocos elegidos desde la Argentina. No es nada fácil hacerlo, hay que tener un aura especial, un talento innato que los inspirados ojos reclutadores logren detectar en el lugar menos esperado. Y aún son menos los que llegan, triunfan y movilizan tanto a aficionados y fanáticos que dejan una marca imborrable. Emanuel Ginóbili fue uno de esos casos al revolucionar Bologna antes de llegar a la NBA, donde también dejó (deja) una huella de Hall of Fame. Ahora es el turno de Diego Simonet en el handball, en el que el fin de semana pasado hizo historia de la grande. 

El Montpellier francés se consagró en la Liga de Campeones de Europa, la más poderosa del mundo, al vencer a Nantes por 32-27 con una destacada actuación del argentino que le valió el premio MVP al jugador más valioso del cuadrangular final disputado en Colonia, Alemania 

No sólo fue el título para Simonet y su equipo sino también que se convirtió en el primer jugador no europeo en conquistar el Viejo Continente. En la semifinal anotó el gol del triunfo ante el Vardar, campeón defensor, por 28-27 y en la final fue el goleador con seis tantos. Es la consagración definitiva para un deportista que nació para este momento.

El handball le corre por las venas: papá Luis y mamá Alicia fueron jugadores de ese deporte y miembros del seleccionado nacional. Diego es el hermano del medio, Sebastián (central del Ademar León de España, 32 años) y Pablo (lateral izquierdo del Benidorm de España, 26 años) forman parte del equipo argentino. En Los Gladiadores hay tres Simonet.

Diego creció en la Sociedad Alemana de Villa Ballester en una liga en desarrollo, que recién empezaba (y aún hoy lo hace) a sacarse el uniforme de «deporte de colegio secundario». En 2009 le llegó una oportunidad en Brasil para luego dar el salto a España. Un año más tarde le llegó la oportunidad en Francia, que lo adoptó hace cuatro años.

La gloria llega en un momento ideal para el nacido en Vicente López. Hace dos años sufrió la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla derecha, que lo dejó fuera de los Juegos Olímpicos de Río 2016. «¿Quién lo hubiera imaginado después de la lesión que tuve poder tener este presente? La pasé muy mal y siempre pensé que no iba a volver a mi nivel», dijo el Chino en una entrevista televisiva con el título en mano y la bandera argentina en la espalda.

Quién mejor para contar cómo es Diego fuera de la cancha que su padre: «Vive como juega –le contó a La Voz del Interior–. Es muy inquieto, siempre está a 120. Es un chico muy querido en el ambiente. En Francia entrena todo el día, recién a las 20 llega a su casa y ahí no quiere ni irse a dormir, le gustan los juegos de mesa y es muy amiguero».

También es un artista. Con su novia Sol Dillon tiene como hobby pintar al óleo. Tienen una página de Internet donde suben sus obras y varias de esas pinturas ya pasaron por galerías de arte y hasta hay algunas que se destacan en restaurantes franceses. 

Diego no para y tiene un microempredimiento con sus hermanos. Hace un tiempo invirtieron en una impresora 3D con la idea de hacer los Bobblehead, unos muñecos a los que se les mueve la cabeza, muy famosos en Estados Unidos. 

Los Simonet cuentan que ya se hicieron a ellos mismos y Diego aprovechó para también hacer a todo el equipo de Montpellier, hasta a la mascota. El objetivo es llegar a la Selección de fútbol o, al menos, a los jugadores de River, equipo del que es hincha.

El handball es el tercer deporte en importancia en Francia, luego del fútbol y el rugby, pero tiene sus páginas reservadas en los diarios deportivos de todos los días. Hace unos años, apenas llegado a la ciudad ubicada bien el sur y que tiene 280 mil habitantes, el L’Equipe lo bautizó como «El Messi del Handball», pero a él no le gustó: «Messi es un groso y yo juego al handball. No juego al handball como él juega al fútbol».

En Francia parece no terminar el camino del Chino. Si bien está jugando en la elite su sueño es poder vestir la camiseta del Barcelona, como Messi. Y el conjunto catalán, una superpotencia, ya se fijó en él, y el año pasado intentó ficharlo pero no pudo ya que tiene contrato con los franceses hasta el año que viene. Sin embargo, el Barça volvió a fijarse en él luego de que fuera la figura de la serie de octavos de final de la Champions cuando el Montpellier lo eliminó.

Y a la Selección nunca le dice que no. Diego lideró a Los Gladiadores a momentos históricos como el oro en los Panamericanos, las semifinales del Mundial juvenil 2007, la primera clasificación olímpica a Londres 2012 y la plata en Toronto 2015. En unos días estará en los Juegos Sudamericanos de Cochabamba, con el objetivo de recuperar el oro que se mantiene en manos brasileñas en las últimas dos ediciones.

Así como lo hiciera Manu Ginóbili con el básquet argentino, donde su imagen es generadora de nuevos y destacados talentos, el Chino Simonet pretende que su reciente hazaña también lo sea para su deporte: «Es muy difícil que en la Argentina se pueda jugar y competir en el handball. Espero que esto sirva para próximas generaciones y que más chicos se vuelquen a practicarlo». 

Y si de nuevas generaciones se trata, tal vez dentro de unos años haya un nuevo Simonet en la Selección, ya que Diego y su novia esperan su primer hijo. «