Lo que está ocurriendo por estos días es llamativo y a la vez prometedor para los que amamos el mundo de la radio: a raíz del final del Fútbol para Todos, muchísimos futboleros retornaron al relato radial. 

Desde esa vereda es alentador, aunque desde todas las otras veredas es preocupante la puesta en marcha de la decisión de que el fútbol por TV sea pago, pocas horas después de trascurridas las elecciones. Aunque llame la atención que la compra de esos paquetes pagos puestos en el mercado por la televisión privada fuera muy menor a la que se esperaba: no se sabe si es una cuestión económica o que el hincha perdió ese hábito, o si fue por la aversión a un sistema perverso que le roba a la gente para darle ganancia a la TV privada, y puntualmente al grupo Clarín. Cualquiera de las cuestiones que haya gravitado, acaso las tres juntas que me permito citar a cuenta de otras que pueda haber y no advierto, lo que inmediatamente hubo como corolario fue que en nuestra plataforma Relatores, y también en otras, la sensación fue de una audiencia multiplicada, no sé por cuántas veces. 

La gente se volcó a escuchar otra vez la radio y eso provocó una sensación, otra vez, de mucho optimismo entre quienes estamos en el mundo de la radio. Por supuesto, hay que ver cómo se desplazan los hechos, dado que el fútbol es un hecho cultural muy fuerte para la gente. Verlo como parte del entretenimiento al que se han habituado, como otros que les son bastante esquivos a diversos sectores sociales. Es muy probable que tarde o temprano terminen haciendo el esfuerzo, sustituyan algún gasto y compren el paquete. Pero a nosotros, a la radio, ya le significó un estímulo y una esperanza de que las cosas mejoren. 

En cuanto al cambio que produjo volver a pagar por el fútbol, estamos frente a algo que también marca una tendencia de la época neoliberal. «El que quiera fútbol que lo pague», decía un directivo de TyC. O lo que algún profesional escupió: «El que quiera fútbol gratis, que se vaya a Cuba». 

La época viene a favor de ese punto de vista, lamentablemente. El inclusivo, el participativo, el que le dio a la gente el FpT durante los últimos años, y que gravitó para que el fútbol se democratizara hasta en los resultados, es historia. Poco a poco la gente tendrá que ir acostumbrándose a pagar por algo que le corresponde gratis. Esa visión prospera entre muchos periodistas que no son de Clarín, pero sí sus servidores, ungidores de que le fútbol le costaba un dinero al Estado. Pero ya puedo decir que este año nada más, ese Grupo se va a quedar con mil millones de pesos de publicidad, a lo que, si le sumamos lo que percibirán todos los demás, la cifra se multiplica y supera bastante lo que se pagaba por el fútbol. El gobierno anterior canalizó la publicidad institucional a través del FpT y por eso se lo denostaba: ahora también se hace ese uso durante los partidos, por lo cual la plata va a las arcas de los diarios y de los medios. Antes protestaban tanto. Ahora no. Es el famoso dinero de la gente, con el que se pueden construir no sé cuántas escuelas. Que ya no se menciona en esos términos. Lo que marca el nivel de perversidad, egoísmo y estupidez humana con que se combatió el FpT, con ignorancia y desaprensión, una mentira que prosperó, una infamia que se concretó. Un desfalco que se lleva a cabo. Y, como consecuencia, mientras se marca un retroceso en los derechos de la gente, a quienes estamos en las radios nos resulta un pequeño beneficio, aparece una clientela que en estos años las emisoras de radio no tenían. 

Se da, justamente, cuando acabo de cumplir 51 años de relato, el último miércoles 1. Es indudable que nunca más van a reaparecer los tiempos de oro de la radio, de los ’60 a los ’90. Lo que sí puede recuperarse es muchísima gente que se había perdido por el hábito de mirar el fútbol por TV, al punto de que ya no hay relatores de radio famosos, en todo caso lo son por la televisión. Ya es imposible construir personajes como Fioravanti o José María Muñoz, como Carlos Solé en el Uruguay, como yo mismo fui, muy conocidos y seguidos en el mundo fascinante de la radio. Es probable que con esta nueva situación otra vez se pueda dar algo en ese sentido: el domingo pasado, la experiencia marcó que muchísima gente estuvo pendiente de las transmisiones, y nosotros y los demás enriquecimos notoriamente nuestra audiencia. 

Este presente se da también en paralelo con la plataforma Relatores que, desde hace un tiempo, es una aplicación que se baja a los celulares, muy fácil de hacerlo, en la que un grupo de relatores que integramos con Matías Canillán y Jorge Arcapalo invita a los viejos y queridos comentaristas como Alejandro Apo y Alejandro Fabbri a participar, para hacer una transmisión que tiene como fundamento el relato de los partidos y que no va por radio, salvo los domingos en la 750. Justamente esta tarde, tanto la plataforma como la AM, estaremos en el Monumental para relatar el Superclásico. 

El primero en esta nueva época de fútbol para pocos. <